Por JHAD

“Propongo al pueblo de México que pongamos un punto final a esta horrible historia, y mejor empecemos de nuevo”

                                                                                                                         Andrés Manuel López Obrador

Durante su primer discurso al mando del ejecutivo federal, el presidente Andrés Manuel López Obrador fue categórico al afirmar que la intención primordial de su gobierno, seria acabar con el predominio de la más inmunda corrupción pública y privada de los sexenios anteriores.

Subrayó que pese al saldo negativo que dejaron en su camino, se comprometía a no perseguir, ni castigar a ningún funcionario de otras administraciones, quienes han sido responsables de la profunda crisis por la que atraviesa el país.

Pese a las múltiples evidencias de corrupción y abuso de poder de los gobiernos panistas y priistas, pidió a la población que se pusiera un punto final a esa terrible historia de tranzas. “Propongo al pueblo de México que pongamos un punto final a esta horrible historia, y mejor empecemos de nuevo”.

ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR

Argumentando que su fuerte no es la venganza, el presidente ha tratado a toda costa de no fijarse en el pasado, sin embargo, sus constantes referencias a la ex poderosa mafia del poder, lo colocan en una peligrosa contradicción que sorprende a todos. Aunque es posible que solo sea una estrategia de distracción, tan habitual en su nuevo rol político.

Y mientras el presidente solicita a la población que se olvide de pasado corrupto de los gobiernos anteriores, no hay un solo día donde no salga a la luz pública una manifestación del cochinero que dejaron, haciendo imposible concederles el perdón y el olvido.

Por más que se trate de indultar a los malévolos personajes que se sirvieron del país para enriquecerse a costa del erario público, los malos manejos de las instituciones saltan de inmediato cuando son auditadas.

La protección transexenal de cuidarle la espada al gobierno que se va, terminó con el nuevo gobierno. Todo parece indicar que ya no hay intocables. Es una aspiración legítima de un pueblo cansado de tanto abuso.

Lo deseable sería que se aplicara la justicia como lo marca el estado de derecho, pero la orden presidencial del borrón y cuenta nueva parece tomar fuerza cuando los malandros siguen felices por el mundo sin que nadie los moleste.

Así, vemos pasear felizmente por el mundo al ex presidente Enrique Peña Nieto, los integrantes de su gabinete también lo hacen y lo mismo sucede con los amigos de Carlos Salinas de Gortari, incluyéndolo a él, y de la misma manera a los integrantes de los gobiernos panistas de Felipe Calderón y Vicente Fox.

VICENTE FOX Y FELIPE CALDERÓN

Los ex gobernadores también andan desatados y nadie les hace nada. Las mentes oscuras dicen que hay un pacto de impunidad entre el gobierno de López Obrador con toda esa clase política en declive.

Nada se sabe del paradero del nefasto líder petrolero Carlos Romero Deschamps, quien se encuentra prófugo, ni de Emilio Lozoya, ni de Gerardo Ruiz Esparza, ni nadie de esa aristocracia dorada.

CARLOS ROMERO, EMILIO LOZOYA Y GERARDO RUIZ ESPARZA.

Salvo Rosario Robles y Juan Collado quienes se encuentran presos, hasta el momento nada importante ha pasado con ningún pez gordo mexicano.

La reciente detención del súper policía de Felipe Calderón y Vicente Fox, Genaro García Luna en Estados Unidos, cambia el panorama político de México. La truculenta historia de su trayectoria pone de manifiesto la enorme corrupción en las altas esfera del poder y eso puede ayudar a que, ahora sí, empiecen a caer los verdaderos criminales que tienen tan mal a nuestro país.

Aunque lo deseable habría sido que fuera la justicia mexicana, quien realizara las acciones necesarias para llevar a la cárcel a los corruptos, pero no fue así. Fue el gobierno norteamericano quien metió mano en este delicado tema.

Dentro del gabinete de López Obrador, el Fiscal General de la República Alejandro Gertz Manero y el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, se han distinguido más por las ganas de declarar ante los medios de comunicación y los resultados hasta el momento, son escasos.

SANTIAGO NIETO

Lejos de infundirles miedo y respeto a los malandros, parecieran amigos entrañables.  No los toca nadie ni con el pétalo de una rosa.

Vivitos y coleando, los opositores, los parásitos, los felices y multimillonarios ex funcionarios priistas y panistas parecen contentos con la poca acción del actual gobierno.

Retadores, insensibles y locos, pasean su impunidad por todas partes. Se declaran inocentes, sufren amnesia y siguen tan campantes, mostrando su indolencia e impunidad porque nadie les dice nada.

Esto irrita a la población que, cansada de tantas atrocidades, decidió quitarles el poder para darle el voto a un gobierno diferente que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

Y pese a que el presidente ha pedido indultar a esa clase política, ésta no ha sabido aprovechar la magnífica oportunidad de quedarse callada y vivir de acuerdo a los nuevos tiempos.

Por el contrario, están envalentonados, a pesar de que sus porquerías son exhibidas en cada momento, no parece importarles el mal que le hicieron al país. Esa es su naturaleza. Son depredadores insaciables y corruptos. Son políticos ricos con un pueblo, en su mayoría pobre.

Así, aunque el primer mandatario diga que los perdonen, el pueblo está cansado de esas pillerías y pide castigo para los culpables. Hace falta un golpe de autoridad del actual gobierno para que todo se serene. No es un asunto de venganza, es un asunto de justicia. No hay vuelta de hoja.

Lo que queda claro es que ni con el apoyo presidencial que pide López Obrador, se les perdona. Su actuar es cínico, sin autocrítica y vano. Violan cualquier acuerdo de impunidad porque siguen vigentes y todo parece indicar que así seguirán por mucho tiempo porque nada les importa y nadie los persigue.

Ni el exhorto presidencial de perdonarlos, les sensibiliza. Son duros y tercos. En el ánimo del pueblo es difícil que se logre indultarlos. No se ve por ningún lado que alguien se atreva a perdonarlos y mucho menos a olvidar los malos manejos que cometieron en sus diferentes gestiones.

Y a pesar de todo lo que se ha intentado para concederles el perdón, a estos personajes no les interesa en lo más mínimo el obtenerlo, porque siguen gozando de una cómoda impunidad con absolución o sin ella.

Cabrones: ¡Ya ni la chingan, así ni cómo ayudarles!