Redacción
México está entre los 10 mayores productores de crustáceos en el mundo, la especie blanco es de una de las más cultivadas. Contribuye con 55 % a la producción; en México, Sinaloa y Sonora son los estados de mayor captura
Para mejorar los cultivos y lograr camarón blanco más sano, de mayor peso y en un tiempo de crecimiento adecuado, María Fernanda Cornejo Granados, investigadora del Instituto de Biotecnología de la UNAM, encabeza un estudio para indagar la microbiota del crustáceo, es decir, el conjunto de microorganismos que se encuentran en su tracto digestivo.
La química y sus colaboradores laboran con especialistas del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo y de la granja camaronera El Renacimiento, de Sinaloa, con quienes realizan desde colecta en ese espacio hasta estudios de laboratorio en el campus Morelos de la UNAM.
El camarón blanco es de una de las especies más cultivadas en el mundo, contribuye con 55 por ciento a la producción de esa especie; en México, Sinaloa y Sonora son los estados de mayor captura y donde hay alto nivel de importación, por lo que lograr cultivos de buena talla y libres de enfermedades es una prioridad de la industria, explicó Cornejo Granados.
Las enfermedades, lo que más preocupa a la industria
La científica comentó que las enfermedades y el acceso a larvas de excelencia está entre una de las mayores preocupaciones de la industria. Por ello, a partir de esta etapa interviene la ciencia para estudiar los microorganismos que viven en el crustáceo, a fin de constatar que están en condiciones adecuadas para que de esas larvas crezcan ejemplares grandes y sanos.
“Al estudiar la microbiota del camarón identificamos bacterias, virus, hongos y arqueas presentes en el estómago y el intestino del crustáceo en desarrollo. Así podemos ubicar algunos nocivos e incentivar a otros con probióticos”, señaló Cornejo Granados durante el Seminario del Departamento de Bioquímica de la Facultad de Química de la UNAM.
La investigadora y sus colaboradores publicaron el primer estudio científico que caracterizó la microbiota de L. vannamei, del que desarrollaron una línea genética que ha tenido impacto en la industria. Al conocer la información genética del hospedero (el camarón) y la microbiota, los científicos pueden ubicar la coevolución con genomas que son simbióticos.
“La idea es identificar y bloquear a algunos microorganismos nocivos, mientras que otros positivos para el desarrollo del camarón se estimulan a nivel estómago e intestino con probióticos (microorganismos vivos que al consumirlos proporcionan beneficios para la salud)”, detalló.
Aumenta productividad al modificar genes
El equipo universitario ha estudiado la microbiota a nivel de genes, y han hallado algunos con microorganismos más diversos. Al modificar estos genes en las larvas y reducir los microorganismos tóxicos, la productividad ha aumentado en el tonelaje industrial.
“El precio en el mercado lo dicta el peso del camarón. En el gen 1 estudiado y modificado logramos 2.9 toneladas de camarón por cultivo, mientras que en el gen 2 llegamos a 2.3 toneladas”. La importancia de este estudio radica en la cercana interacción entre academia e industria para lograr resultados positivos y a largo plazo, apuntó.