Por Teresa Velasco
La obsolescencia programada es la acción intencional que hacen las empresas para que los productos dejen de servir en un tiempo determinado, es decir, los fabricantes calculan y planifican el tiempo de vida de sus productos, a fin de reducir deliberadamente su utilidad y con ello incitar a las personas a comprar uno nuevo.
Es normal que los productos se desgasten y poco a poco terminen su vida útil, pero en este caso se trata de una falla planeada.
De acuerdo con la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), las empresas utilizan diferentes tipos de obsolescencias para programar la muerte de sus productos: a veces son fallas irreparables o inexplicables, o sacan al mercado versiones nuevas de los equipos incitando a nuevas compras para estar a la moda.
Existen tres tipos de obsolescencia programada: funcional y tecnológica (se da debido a un defecto funcional, avería o incompatibilidad), de calidad (después de un corto tiempo el producto presenta fallas mal funcionamiento) y psicológica (se siembra la idea de que el producto deja de ser el de novedad o última tendencia).
De ahí que la Profeco y el Instituto Politécnico Nacional (IPN) trabajan de manera conjunta para realizar acciones que permitan conocer a los fabricantes que realizan en el país este tipo de práctica.
Para atacar este problema de forma global, señala el organismo, se plantea una nueva visión circular para los aparatos electrónicos, conocida como “producción de ciclo cerrado”, la cual consiste en ampliar la duración de los aparatos y considerar procesos de reciclaje de los componentes que son valiosos, pero peligrosos para la salud humana o el ambiente.