A mediados de la década de los noventa, haciendo pininos periodísticos para una revista rockera de Torreón -armada entre conectes melómanos del Chopo- y que nunca se publicó, alguna vez entrevisté grabadora en mano -del tamaño de un tabique- a Charlie Monttana, en la colonia Moctezuma. Acompañados de un fotógrafo también muy chavo nos quedamos de ver abajo del reloj en la estación del Metro Mocte, ahí llegó con una chava de la mano, gafas oscuras y su tradicional sombrerito de colores fosforescentes, venía de Pantitlán pues era la ruta desde su cantón en Ciudad Neza.
Charlie ya era una leyenda de los “hoyos funk”, prófugo del Vago y Mara, uno que otro metrohabiente lo saludaba en el andén: “ese Charly”. De ahí, caminamos a un restaurante bar cerca del Eje 1, en el trayecto nos contó que venía casi llegando a México de un dionisiaco viaje al mismísimo París, y ¡qué raro! se sentía deshidratado, todavía “me siento descremado y crudísimo carnal” decía apesadumbrado, quería un whisky con botana de cantina. La verdad sea dicha, si se tomó presuroso tan solo un whisky, luego muchísimas botellas de agua mineral, “ya no me entra”, confesaba y reía sudando a mares.
Entre caldo de camarón, tehuacanes y cacahuates enchilados nos contó que había practicado clases de canto con “Piro” de Ritmo Peligroso. Para él Piro era el mejor cantante del rock nacional, pero muy subestimado por la escena y con mala suerte para ser valorado. Se refirió a Toño Lira como “un santo”, su valedor que siempre andaba muy sentimental, se la pasaba escribiendo baladas muy intenso, “chale, parece que va a llorar”.
Nos dijo -ya más taciturno-, que el rock nacional estaba estancado por los promotores de ocasión, algunos solo lucraban y no le invertían a la producción de las tocadas, se desaparecían con la taquilla completa, siempre era un estira y afloje para que tuvieran condiciones mínimas como músicos, lo que a veces eso la banda no comprendía; y recapacitó que “el Octavio” de Discos Denver era chido pero que los grupos nuevos no tenían más que esa opción para grabar. Pero, remataba cada parte de la charla entre bromas y risas, aseguraba que él se iba a seguir aferrando, no se imaginaba un domingo sin rock, estar con la banda era como volver a nacer cada ocho días, por ello se aventaba hasta tres o cuatro tocadas en diferentes lugares una misma tarde…
Al finalizar la entrevista el Charlie nos invitó a que lo acompañáramos en la semana a conocer como se grababa un disco, “es todo un desmadre”, nos platicó que estaban dando tips y palomeando con un nuevo músico que le decían “el Pikot, un chavo que cantaba con su lira en el metro y de ahí se lo llevaron al Octavio, pero que tiene letras chingonas como las de El Haragán”. Ahí estuvimos toda una tarde, un carnal del barrio y yo, que nunca habíamos entrado a un estudio de grabación. “A ver dobla la guitarra, a ver esos coros ahí no, a ver mete un solo después de la bataca, a ver el pinche bajo no se escucha…” El Charlie al pie del cañón, orientando al nuevo valor y valedor juvenil.
Al finalizar cenamos tacos de suadero que llevaron en charolitas de unicel, cerveza modelo de bote y latas de coca cola, entre decenas de anécdotas del Charlie, de cómo sobrevivía el rock a contracorriente del veto de las estaciones comerciales, -salvo por Estéreo Joven 105.7 (del IMER) todo era darse a conocer de voz en voz-, rolando los discos de mano en mano en el Chopo, el puesto del Metro Insurgentes, o en las tocadas de la Arena López Mateos de Tlanepantla, el Lienzo Charro o el Balneario Olímpico de Pantitlán, un frontón camuflajeado por el Metro Balderas, los salones de Los Reyes, La Paz o Zapotitlán, las pistas de Santa Clara y Xalostoc, el Carita JC de Neza, el Salón Cosmos de Oceanía y un largo etcétera…
Los 90´s fueron todavía muy difíciles para el rock nacional, fue paradójico, porque con el salinismo llegó OCESA, el concierto de Bob Dylan y Los Lobos en el Palacio de los Deportes inauguró la apertura para grandes conciertos de rock internacional en México, con calidad en el audio, parafernalia y control de boletos a través de ticketmaster; a su vez el movimiento “Rock en tu idioma” de fines de los ochentas significó el comienzo de una época de auge para un rock con mayor aceptación comercial, protagonizado por grupos como Caifanes, Maldita Vecindad, Fobia y Neón, entre otros, a quienes disqueras trasnacionales como CBS (hoy Sony Music) y BMG les abrieron las puertas. Pero los chavos banda que escuchaban a Charlie consideraban el de “Rock en tu idioma”, un rock “fresa” y domesticado.
En contraparte, marginados a espacios lúgubres de la periferia de la capital, grupos que seguían la tradición rocanrolera, urbana y letrista de El Tri de Alex Lora (aunque también había dado un salto cualitativo de calidad y difusión al convertirse en 1985 del Three Souls in My Mind en El Tri de México y grabar sus discos con WEA), seguía tocando en deportivos, pistas, salones, y encabezaba maratónicos carteles, donde Banda Bostik, el Haragán, Heavy Nopal, Follaje, Rebel´d Punk, Luzbel de Huizar, Tex Tex, Transmetal, Blues Boys y después Liranroll, y el Charlie en sus facetas con Mara o Vago, incendiaban de blues, rock y metal todos los domingos.
Cuando topamos a Charlie en aquella entrevista, ya tenía varios lustros de trayectoria, inició con Perro Muerto, pasó a Vago a inicios de los ochenta, en 1986 se integró por primera vez a Mara, un matrimonio de múltiples “ires” y “venires” con una banda que tiene también su propia historia mítica en el subterráneo, el Charlie grabó con ellos entre otras producciones un cassette doble en vivo desde el Reclusorio Femenil Tepepan, seguramente la primera grabación de un concierto en una cárcel para mujeres. De Mara se recuerdan sus rolas “Hipócrita”, “No soy un chavo disco”, “Camaleón”, “Niña Perdida”, entre otras.
En 1989 Monttana se separó de Mara y volvió a reintegrar Vago, lanzó el emblemático Disco Suicida (1991) de la mano del guitarrista León Vago, de ahí suena la canción “Tú mamá no me quiere”, misma que se convirtió en un éxito más allá del circuito del rock urbano, que hoy se escucha en quince años, bodas, sonideros y hasta en fiestas fifi.
En 1992 inició una carrera en solitario, que era el motivo de nuestra entrevista, donde también recordó sin rencor y en tono anecdótico las andanzas con Toshiro y “el Abulón” de Mara, y sus desencuentros y parrandas con León Vago. Ya como simplemente Charlie Monttana presentó uno de sus mayores éxitos “Vaquero rocanrolero”, que lo acercó con el público rockero que en su lado oculto es charanguero.
También compuso otras canciones como “Tocando el Cielo” y “Mi terrible soledad”. Pero su fuerza siempre fue en el escenario, un inolvidable showman, con una energía impredecible en vivo, y un carisma único. La banda siempre esperaba la presentación del Charlie luego de escuchar a varios grupos en los maratónicos conciertos, era uno de los momentos cumbres, a veces el músico se bajaba del escenario, la banda lo arropaba, había una mágica conexión real, sus canciones siempre tenían encore.
Charlie era su sobrenombre por (Carlos César Sánchez Hernández) su nombre de pila que recientemente se ha socializado, Monttana por los personajes de la película Caracortada de Al Pacino. Tuvo un gran lado B. Ayudó a los niños en situación de calle a través de una fundación propia. También participó como hermano de la Logia Valle de México, donde colaboraba en un Taller para el crecimiento personal, bajo principios filosóficos y de conducta individual.
En la última década tocó en él Vive Latino en 2011 con Mara y con su banda en 2014; también grabó duetos con grupos y personajes del rock como Alex Lora, Ratones Paranoicos, Los Rastrillos, Moderatto, Jessie Bulbo, El Haragán, Arturo Huizar, José Fors, Salvador Moreno. etc. Hay diversos documentales sobre su singular y desenfrenado estilo rocanrolero.
Aquella tarde noventera de amena charla, -pues el Charlie siempre fue súper alivianado, divertidísimo, procaz y humilde-, sería quizá una estampa extraviada en el callejón de los recuerdos, sino fuera por la certeza que ahora mismo escucho una rola suya, con la magia del internet: “Como las hojas…”
Para recuperar las fotos de aquella charla de los 90´s primero tendría que encontrar al fotógrafo, para buscar el rollo en sus archivos perdidos y luego si damos con el rollo habría que revelarlo, ya casi no hay centros fotográficos, y el fotógrafo entonces tendría que conseguir los materiales para hacer aparecer la imagen. ¿Dónde los conseguiría si ya no los hacen? La máquina de escribir que usé para trascribir la entrevista ya tampoco existe, o quizá esté perdida en los estantes de un bazar de antigüedades. La grabación de la entrevista seguramente está en algún casetito de aquellos años, en alguna caja de mudanza, pero ya tampoco existen las reproductoras o grabadoras de cassette para escuchar las cintas…
Charlie Monttana partió este jueves 28 de mayo. Los tiempos cambiaron en un parpadeo, varias cosas ya no están en su lugar, pero mientras el mundo gire nadie podrá evitar que el rock siga sonando, no morirá en las esquinas de barrios y ciudadelas perdidas del corazón. Todos estos años y los que faltan.