Steep grade traffic sign on the roadside, uphill asphalt road in countryside

La semana pasada, el sector automotriz reportó una caída espectacular en sus ventas de junio del 41.14 por ciento, respecto a igual mes del año anterior. Sin embargo, valdría la pena hacer la lectura de las ventas del sexto mes del año en relación con el mes inmediato anterior.

La razón es simple, desde que llegó a México la actual administración o la Cuarta Transformación (4T), las ventas de vehículos en México mostraron retrocesos continuos y sumaron más de 30 meses consecutivas, debido a la incertidumbre que las condiciones económicas provocaron en el bolsillo de los mexicanos, quienes optaron por retrasar su decisión de compra.

Y la pandemia casi da el tiro de gracia al sector, con retrocesos de más del 60 por ciento en sus ventas en los meses de marzo, abril y mayo pasados.

Lo que impidió caídas mayores al 90 por ciento, como lo estimaron modelos de la misma Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA) fue la estrategia de las propias armadoras para involucrar el desarrollo tecnológico en la venta de vehículos, reducir las tasas de interés a menos del 10 por ciento en muchos casos y ofrecer crédito para empezar a pagar el vehículo en seis meses.

Este esfuerzo por la permanencia se reflejó el pasado mes de junio cuando se comercializaron 62 mil 837 unidades, es decir, 26 mil 809 unidades más que en mayo pasado.

Este incremento obedeció al ímpetu y creatividad de las armadoras por salir adelante. Destaco: No al gobierno federal y mucho menos los locales, que evitaban la reapertura del sector pese a que la movilidad segura debió considerarse como actividad prioritaria.

Tal vez ahora que la economía está deprimida y que la industria ha demostrado salir adelante ante la adversidad, habría que voltear a verla y apoyar su esfuerzo por mantenerse. Es muy probable que tengan una lección que dar sobre la forma de sobrevivir a la adversidad.