Este fin de semana tomé un curso de manera virtual que tenía el propósito de encontrar a mi niña interior. Yo no creía mucho en los efectos que esa terapia deja. La verdad no pensaba que fuera tan importante.
Mi amiga Laura me estuvo insistiendo para que fuéramos a tomar ese entrenamiento emocional desde el año pasado, pero no le hice mucho caso.
El viernes me habló para decirme que ya me había inscrito al curso. Me sorprendió un poco que lo hiciera. Pensé que ya se la había olvidado. La única diferencia es que todo sería de manera virtual. Entonces acepté y me preparé para dos días de asesoramiento, charlas y dinámicas extrañas, pero efectivas.
Creo que no me equivoqué. Debo agradecerle a Laura el gran detalle que tuvo. Puedo decirles que lo que viví, me cambió la percepción que tenía de mi propia existencia.
Es tanta mi euforia que quisiera que todo el mundo recibiera un curso como el que recibí. El mío se llamaba: Rescata a tu niño interior.
Nunca habría imaginado que eso se pudiera. He leído algo de temas de psicología, pero muy poco de buscar a la niña que llevamos dentro. Para mí, y supongo que para muchos de ustedes, tampoco es un tema que se aborde con frecuencia.
No voy a explicarles todos los procesos que se llevan a cabo para lograr el objetivo. Sería muy cansado y tal vez tedioso, pero sí voy a escribirles las muchas sensaciones que recibieron mí alma y mi cuerpo, que me provocaron una alegría indescriptible.
Decidida a cooperar con el terapeuta, me puse a sus órdenes en cuerpo y alma. Muy pronto quedé envuelta en el tiempo y en el espacio.
Mi mente pudo trasladarse a esa etapa infantil donde se definen muchos rasgos de comportamiento. Como un acto de magia, mi ser entero viajo por aquellos años, desde mi nacimiento, hasta que entré a la secundaria.
Vi a mis padres felices de que había nacido. Sentí los olores de mi cuna, el sabor de la leche con la que me alimentaba mi mamá. El exquisito olor de la fragancia que utilizaba mi papá y por supuesto, mi muñeca preferida.
Pero no todo era color de rosa. También recordé aquellas sensaciones poco agradables. Reviví el dolor de un regaño injusto de mi abuela materna. La risa de mis primos que se burlaban de mis pequitas y algunos episodios que mi mente había borrado, tal vez por el dolor que me provocaba.
El momento más hermoso ocurrió cuando el terapeuta me dijo que en mí, habitaba esa niña y que era el tiempo de charlar con ella. En ese escenario que formó mi mente, pude hacerlo. Mi yo de hoy, abrazó a la niña que fui.
Hubo lágrimas de amor y de sorpresa. Le prometí a mi niña interior que ahora estaría más cerca de ella. Qué ahora yo, me encargaría de esa niña hermosa. Nos fundimos en un abrazo que se quedó impregnado en mí y que difícilmente lo olvidaremos.
Les juro que no me había emocionado tanto de ese gran ejercicio terapéutico. Lloré, pero también reí y reencontré a esa chamaca rebelde, astuta, inteligente y bonita que fui.
El especialista fue muy enfático al decirme que después de este trabajo, mi yo adulto, había recuperado esa brillantez que tenía de niña. Ahora, lo ideal será que mezcle la alegría y espontaneidad de mi niña interior, con la experiencia que tengo de adulta. Los resultados serán maravillosos. Me lo garantizó.
Después de esa gran experiencia, el terapeuta me recomendó ver una película que habla sobre el rescate del niño interior. En México se llamó Mí Encuentro Conmigo. El protagonista principal es Bruce Willis. Por supuesto que ya la vi.
Después de esta terapia mi tranquilidad ha vuelto al mil. Duermo en paz y puedo decir que soy feliz. Espero mantenerme así por mucho tiempo. De cualquier modo, el terapeuta me enseñó técnicas que me servirán de refuerzo para seguir en armonía y continuar buscando entre mis recuerdos.
Y, por cierto,¿ustedes creen en la sincronicidad?, bueno pues, van dos días seguidos que pongo música en español para relajarme y como si fuera un mensaje divino, escucho la dulce voz de Luz Casal que dice así: Para encontrar la niña que fui y algo de todo lo que perdí, miro hacia atrás y busco entre mis recuerdos…