Por: JHAD
La vida de uno de los personajes más importantes del siglo xx se empezó a tejer el 18 de julio de 1918, en una de las ciudades más pobres de Sudáfrica, el pequeño pueblo de Mvezo.
En ese lugar nació Nelson Mandela, el hijo número trece del jefe de esa comunidad.
Ahí como la gran mayoría de niños creció entre tradiciones ancestrales de una cultura segregada por los regímenes racistas.
Con la inquietud de servir a su gente, Nelson se convirtió en abogado, antropólogo y político. A los 33 años presidió la Liga de la juventud del Congreso Africano donde comenzó a organizar campañas para derrotar al apartheid.
En 1952, Mandela asumió la presidencia de la Federación del Congreso Nacional Africano, cuando las agresiones para la raza negra eran constantes y violentas.
Ante ese escenario, Mandela ordenó boicoteos al gobierno quien lo acusó de sabotaje y lo envió prisión. Al no encontrar elementos sustentables para enjuiciarlo, fue puesto en libertad.
En 1963 el gobierno encontró las pruebas necesarias para encarcelar al gran Nadiba (el abuelo venerable), a quien acusó de conspiración y le aplicó un brutal castigo al aplicarle cadena perpetua.
Tras casi tres décadas entre rejas y luego de un nutrido apoyo de la comunidad internacional quien orquestó su liberación, el 11 de febrero de 1990, Nelson Mandela salió de prisión.
Tres años más tarde recibió el Premio Nobel de la Paz.
En abril de 1994, fue electo presidente de Sudáfrica e inició la transición de su país respetando colores e ideologías a través del Plan de Reconstrucción y desarrollo.
Coherente y fiel a sus convicciones dejo la presidencia en junio 1999.
Fue mediador en los conflictos de Angola, Burundi y República Democrática del Congo y recibió un sinfín de homenajes en todo el mundo. Su figura ha sido venerada por miles de personas.
El abuelo venerable murió el 5 de diciembre de 2013 en Johannesburgo, a la edad de 95 años.