Andrés Manuel López Obrador recuerda los acontecimientos tras la votación de su desafuero: “Después de mi intervención en la Cámara, me retiré a mi domicilio, donde permanecí durante tres semanas en espera de que se ordenara mi detención”.

En el ambiente se respiraba que cualquier cosa podría suceder, el régimen buscaba descarrilar legalmente a AMLO, a través del proceso judicial del desafuero, donde el escenario no era solo la posibilidad de llevarlo a la cárcel sino de tener que sujetarlo a un extenuante y dilatado seguimiento del caso.

Continua AMLO: “Esos días los viví con mis hijos con mucha intensidad, fueron momentos llenos de emotividad y sentimientos. Todos los días, día y noche, había gente en la calle afuera del edificio de Copilco. Había manifestaciones de apoyo, música, rezos, y pegaban cartulinas expresando de distintas maneras su solidaridad. Todos los días, por la mañana, desde el jardín cercano a mi domicilio seguía yo informando a los ciudadanos sobre nuestra causa. (López Obrador, 2017).

El 15 de abril Andrés Manuel López Obrador decidió recorrer el país para realizar asambleas en las plazas públicas e informar a México ”sobre el atropello a las libertades ciudadanas”. El 20 de abril en Tabasco congregó a más de 70 mil personas en la Plaza de la Revolución de Villahermosa. Con el respaldo del pueblo el dirigente pasó a la ofensiva y dijo que no aceptaría “un usted perdone”, sino que los autores de tal golpe: “tienen que pedir disculpas a los mexicanos y nunca más vetar derechos políticos de ciudadanos”.

Debido al éxito que comenzaba a tener el movimiento en respaldo a AMLO, el dirigente refiere: “Por esos días se llevó a cabo la maniobra de diputados locales panistas, Gabriel Cuevas Barrón y Jorge Lara, quienes instruidos por Felipe Calderón y, en acuerdo con la PGR, pagaron una fianza de dos mil pesos para que el juez encargado del asunto abriera el proceso en mi contra, lo cual iba a significar inhabilitarme políticamente, pero sin que yo fuera a la cárcel.” (López Obrador, 2017).

Ante el pago de esta fianza por los panistas, activistas de la resistencia civil realizaron el 22 de abril un boteo afuera de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal e ingresaron para devolver los “dos mil pesos” en la curul de Gabriela Cuevas y Jorge Lara.

La Jornada reseñó la crónica de esa acción ciudadana que tuvo gran impacto político y mediático, pues suponía un botón de muestra del despertar de la gente, y el cometido de no dejar ni un ápice de avance a la injusticia, lo cual animaba la movilización nacional que habría de darse unos días después, convocada para el 24 de abril.

Dice la reseña del tabloide capitalino: “La sesión de ayer de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) prácticamente estuvo dedicada a dos diputados: los panistas Jorge Lara y Gabriela Cuevas, los mismos que anteayer hicieron su “vaquita” para pagar la fianza de Andrés Manuel López Obrador. Para ellos fue la coperacha que desde temprano organizó un grupo de jóvenes en las escalinatas del recinto de Donceles y Allende.

“Entre estos avatares y el acoso de las cámaras de televisión, los flashazos y las continuas entrevistas, los dos panistas optaron por enclaustrarse en sus oficinas, luego refugiarse en las escalinatas y finalmente abandonar el recinto a media sesión de la Asamblea para ya no regresar, a pesar de que el orden del día incluía 98 puntos a discutir por el pleno.

“Desde hora temprana ya se avizoraba cómo transcurriría la sesión. A las 10 de la mañana, integrantes del Comité Universitario contra el Desafuero, del Lado Izquierdo Opositor y de Flor y Canto se apostaron en las escalinatas del recinto legislativo y comenzaron a botear para juntar los 2 mil pesos que, “por iniciativa propia”, desembolsaron los diputados del PAN, a quienes esperaban con pancartas en las que se leía: “los transas pagan fianza”; “la dignidad no vale 2 mil pesos”.

“Advertidos por sus colaboradores, Lara y Cuevas debieron entrar por la puerta trasera del recinto, por lo que los improperios y las consignas fueron para su coordinador, José Espina, y sus compañeros de bancada.

“Empezado el pleno, Miguel Ángel Solares, del PRD, desplegó una cartulina con la leyenda “primero acusadores, ahora ridículos defensores”, y de ahí la precipitación de alusiones.

“Luego, los mismos jóvenes que organizaron la colecta irrumpieron en el recinto con pegotes blancos en la boca y un bote con monedas por delante, gracias al apoyo de los diputados Adrián Pedrozo y Rigoberto Nieto.

“Ni los elementos de resguardo ni el presidente de la mesa directiva, Andrés Lozano, se percataron de que los jóvenes se apostaron hasta adelante del recinto con el puño en alto; después se dirigieron a la curul vacía de la diputada Gabriela Cuevas, donde jugaron con las monedas levantándolas y soltándolas adentro del recipiente.”

Sobre lo que ocurría también aquellas jornadas, Jaime Avilés comparte una fotografía inmejorable, y un balance de la obra de gobierno de AMLO, quien se enfrentaría los próximos días a decidir su propio destino en la historia.

Narra el cronista:

“Miércoles 20 de abril de 2005. Por el corredor que conduce a las salas de última espera, reporteros y fotógrafos de todos los medios caminan delante, detrás y a los lados de Andrés Manuel, que avanza tranquilo, aguantando el dolor del strike. ¡El inseparable recuerdo de aquel miércoles de beisbol, cuando el ampáyer gritó strike! y él se torció la pierna.

“Hace 13 días, los diputados del PRI y del PAN, votando juntos, como en todo, lo despojaron del fuero constitucional que le daba inmunidad para que, una vez privado de ésta, lo detuviera la Procuraduría General de la República. Pero han transcurrido 14 días y el juez que lo procesa no dicta la orden de captura.

“Se detiene de repente. —Aquí me esperan —dice y se mete al baño y cuatro meses. Allá abajo queda una población dividida en mil 356 unidades territoriales. Cada unidad agrupa de 5 mil a 10 mil habitantes. Su administración identificó los niveles de bienestar y de ingreso de cada una de ellas y puso en marcha mil 356 programas integrados de desarrollo social, en beneficio de los pobres.

Por eso, a 17 mil 804 madres solteras de escasos o nulos recursos les otorgó una beca mensual de 756 pesos. Beca que por ese monto benefició por igual a 70 mil 688 discapacitados. Allá abajo quedaban también los apoyos directos a 400 mil adultos mayores. Y las ayudas a los padres de familia para la compra de útiles escolares. Y las aproximadamente 140 mil viviendas construidas por el GDF en su mandato. Y las 16 nuevas escuelas preparatorias para 20 mil muchachos pobres. Y la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, primera casa de estudios superiores, de carácter público, fundada en el Distrito Federal desde que en 1974 se abrió la Universidad Autónoma Metropolitana.

Pero allá abajo también quedaban los dos nuevos hospitales de altas especialidades, con 140 camas respectivamente, y el mejor equipamiento médico, uno en Iztapalapa y otro en Álvaro Obregón. Y los dos nuevos reclusorios, con capacidad para 4 mil internos. Y los tres puentes de Santa Fe, para conectar esa zona con el Periférico. Y los dos distribuidores viales, el de Mixcoac y el “Heberto Castillo”, de la delegación Venustiano Carranza.

Y la reparación de fugas de agua en 649 kilómetros de tuberías. Y los 45 nuevos trenes, o 400 nuevos vagones del metro, adquiridos por 500 millones de dólares. Y el nuevo sistema de transporte colectivo denominado Metrobús. Y los 44 kilómetros de segundos pisos, túneles y pasos a desnivel. Y las tres nuevas estaciones de bomberos. Y el resultado de las reuniones de todos los días a primera hora de la mañana con el gabinete de seguridad: de 654 delitos denunciados cada 24 horas en 1997, en el 2004 la cifra bajó a 464. Y la reducción de homicidios dolosos: de 69 registrados al mes (2.3 al día) en el 2000, a 60 (dos al día) en el 2005.

Y las estadísticas oficiales publicadas por el gobierno de Vicente Fox: el Distrito Federal, en el 2005, es la octava ciudad más insegura del país. Pero en la tabla de homicidios dolosos se sitúa en el lugar número 18 de las 32 entidades federativas. En síntesis, que del 2000 al 2005, la incidencia delictiva disminuyó 21 por ciento en el Distrito Federal, mientras que en el resto del país creció en promedio 2.66 por ciento.

“Pero allá abajo quedaban, asimismo, frente a la Alameda Central, los nuevos edificios de la Secretaría de Relaciones Exteriores, el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal y el Museo de la Tolerancia, junto al recién restaurado templo de Corpus Christi. La Torre de Tlatelolco, donada por el GDF a la UNAM. El Museo de la Ciudad, remodelado al igual que el Teatro de la Ciudad. El Museo del Estanquillo, que aloja las colecciones de arte de Carlos Monsiváis. Y el Archivo Histórico de Notarías, que exhibe documentos antiguos de la capital. Pero también allá abajo quedaban las aceras y las farolas, flamantes como los adoquines del Centro Histórico, rehabilitado para fomentar su repoblación.

“El viernes 22, otra multitud se congregó en la plaza central de Tepic. El sábado 23, el acto, no menos nutrido, fue en el malecón de Acapulco. Por la tarde, regresamos al Distrito Federal, en un avión semivacío. Al salir del aeropuerto, Andrés me dice inquieto. —¿Crees que mañana irá la gente al Zócalo? —Se va a llenar como nunca… —Quién sabe… Su escepticismo me recuerda algo…”

*Este texto forma parte de un trabajo más amplio que se denomina: Los años de la resistencia, que será publicado en esta columna por entregas.