Durante todo el proceso electoral 2017-2018, y en estos primeros dos años de gobierno, la pequeña oposición difundió discursitos comprados a sus “afamados” asesores políticos del extranjero, con recursos qué, ahora sabemos, provenían de la descubierta “estafa maestra” de Peña Nieto y de los empresarios privilegiados por la corrupción eterna.
La pobreza infecunda en los consejos de los costosos “pitonisos” se puso de manifiesto con una frase tan ridícula como inapropiada; ¡seremos como Venezuela! Expresión sólo comparada con el antiguo ¡Peligro para México! Que fuera “comprada” -ahora en menor proporción- por las mentes más débiles, incultas y manipulables de nuestro país.
Los asesores tenían como misión primaria desestimular al electorado para que no votaran por el candidato López Obrador a partir de la creación de escenarios catastróficos para el país si éste llegaba. Una vez en la presidencia, insistir en que se están cumpliendo sus “terribles” previsiones.
Para ejemplificar nuestro destino, se les ocurrió elegir a Venezuela y sus problemas innegables motivados en buena medida por el bloqueo económico a que han sido sometidos. Tendríamos una inflación incontrolable que generaría altos precios, bajos salarios, gasolinas caras, divisas incomprables, etc., etc., pero, sobre todo, no habría patrimonios personales. Como en el viejo comunismo, todo sería del estado. Las casas, producto del ahorro de toda una vida, deberían ser compartidas con varias familias. Los campos de golf se convertirían en multifamiliares, las empresas pasarían a manos del gobierno, y así México, pobre México, que en tiempos del neoliberalismo era Suiza, se iría por la cañería de la historia.
Recuerdo a principios del 2018, en un aeropuerto mexicano, un breve diálogo mantenido por Andrés Manuel con una señora de edad avanzada:
Oiga señor López Obrador, ¿entonces seremos como Venezuela?
¿Por qué no me pregunta si seremos como Noruega? Contestaba el candidato.
Noruega, como otros países nórdicos (Suecia, Dinamarca, Finlandia, Islandia) cuentan con la mayor calidad de vida en el mundo sin tener una definida ideología política. Eso sí, tienen los mejores programas de bienestar que se hayan concebido hasta ahora.
Este día, 30 de Noviembre de 2020, se cumplen dos años de haber sido instalado el gobierno de la cuarta transformación en la vida pública del país.
La presidencia, ha vivido bajo el asedio enemigo de los conservadores, los que hubieran querido que las cosas nunca cambiaran y la desigualdad e injusticia fueran irreversibles y perennes. Ellos, han contado con la pandemia, como un poderoso aliado, sin embargo, la población mexicana se ha mantenido estoica ante los embates, y junto con su presidente sale avante con dignidad y fortaleza.
Por cierto, no podríamos terminar la historia de estos dos años sin revelar que, como todos saben, no se cumplieron las negras expectativas de los enemigos de México:
Inflación: 3.4 % anual, salario mínimo: $123.22 (el más alto en la historia), gasolinas y diésel: $ 16.00 promedio (al iniciar este gobierno el promedio era de $ 19.50). El precio del dólar en México el 1 de diciembre de 2018 era de $ 20.50, ahora es menor a $ 20.00. A pesar de la crisis sanitaria y económica más profunda que haya sufrido el mundo, nuestro país ya tuvo un fuerte crecimiento del 12.1 % en el tercer trimestre de 2020.
Debido a los justos y oportunos programas sociales, las personas más humildes han logrado paliar la crisis sin que se hayan presentado nunca saqueos y estallidos sociales como solía suceder en el pasado.
Debemos aceptar no se ha respetado la “propiedad privada” de “Huachicoleros”, narcotraficantes y políticos corruptos. El resto de la población disfruta de sus bienes obtenidos al amparo de la creatividad y trabajo honesto.
Como ejemplo comparativo del impacto de la pandemia en otros países, citamos la circunstancia que vive el poderoso Reino Unido quienes sufren la peor caída económica en los últimos 300 años.
¡Debemos insistir, México vive un profundo cambio de régimen!