Red de Corresponsales

Septiembre es el mes patrio en México, con él llega la máxima celebración de la nación, ya que se recuerda cuando en 1810 una pequeña población en Dolores, al interior de la intendencia de Guanajuato en la Nueva España, se levantó en armas para proclamar su independencia de la corona española.

Existen diversos mitos y leyendas que transcurren alrededor de dicho suceso, especialmente que el sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla reunió a un pequeño grupo de hombres (y algunas mujeres) para planear la insurrección.

Sin embargo, algunos historiadores aseguran que la “verdad histórica” no es tan real como la han contado. Estos académicos refieren a que, en realidad, el proclamado Padre de la Patria no buscó la independencia total del Reino de España, sino no seguir las órdenes de los hermanos Bonaparte y Francia, quienes había invadido a la corona ibérica.

Este segunda teoría se profundizó cuando, tras largos estudios historiográficos, se descubrió que el Grito de Dolores tuvo características muy diferentes, pues si bien se llamó a levantarse en armas, también es cierto que se pidió por el retorno del rey Fernando VII al trono.

De acuerdo a diversas investigaciones (que incluso ya aparecen en los libros de texto gratuito de educación primaria en México), el sacerdote criollo formaba parte de un grupo de “conspiradores” encabezados por Ignacio Allende, los cuales buscaban que aquellos nacidos en América, de padres españoles, tuvieran acceso al poder político.

Motivo por el cual, en el grito de la madrugada del 16 de septiembre, se lanzó un llamado a apoyar el regreso de la corona y destruir a la autoridad virreinal, mientras Europa se encontraba bajo el poder del ejército francés.

No obstante, ese famosos grito que cada representante del Poder Ejecutivo (ya sea a nivel federal, estatal o local) replica en los balcones de los palacios o en las embajadas de México en el mundo, en realidad se ha ido adaptando a las circunstancias de cada época, especialmente porque no existe un registro de las palabras exactas que dijo Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor.

Con base en diferentes relatos de la época (como el del obispo Manuel Abad y Queipo, el fray Diego Bringas o Lucas Alamán), se dio a conocer que existen distintas versiones de aquello que pudo haber entonado el cura desde el balcón de su parroquia.

Lo anterior responde a que también se descubrió que el Padre de la Patria declamó diversas palabras en varios momentos del día, puesto que no fue solo un discurso a la población de Dolores, ya que buscaba convencer a la mayor cantidad de ciudadanos para que se unieran a su causa.

En el libro de Cuarto Año de Primaria de la Secretaría de Educación Pública (SEP), se especificó que el grito de independencia versó de la siguiente manera: “¡Mexicanos, viva México!, ¡viva la Virgen de Guadalupe!, ¡viva Fernando VII! Y ¡muera el mal gobierno!”.

Mientras que en los relatos del obispo Manuel Abad y Queipo, quien excomulgó a Hidalgo y Costilla antes de cumplir la pena de muerte, se relató que las palabras que iniciaron la lucha de independencia fueron: “¡Viva nuestra madre santísima de Guadalupe!, ¡viva Fernando VII y muera el mal gobierno!”.

En tanto, el fray Diego Bringas, quien formó parte del tribunal que condenó a muerte al Padre de la Patria en Chihuahua, señaló que las frases exactas fueron: “¡Viva la América!, ¡viva Fernando VII!, ¡viva la religión y mueran los gachupines!”.

Por último, el realista Lucas Alamán, que luego sería parte del grupo de los conservadores en el siglo XIX, redactó en sus memorias de la guerra de Independencia que el Grito de Dolores fue de la siguiente manera: “¡Viva la religión!, ¡viva nuestra madre santísima de Guadalupe!, ¡viva Fernando VII!, ¡viva la América y muera el mal gobierno!”.

Muchos historiadores aseveran que es poco probable que alguna vez se conozca la realidad de lo que sucedió en la intendencia de Dolores; sin embargo, señalan al grito como una de las huellas más míticas de la fundación de la nación mexicana, tanto así que se consolidó dentro del mito nacional por encima de la firma de la carta de independencia de la corona española.