La nostalgia se define, de acuerdo a la Real Academia Española (RAE) como la tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida. Esa añoranza del pasado y el romanticismo de “antes todo era mejor” es una tendencia comercial que, si bien ya lo veíamos en campañas y estrategias de comunicación, ahora también está en el diseño de producto.

¿Qué tan recomendable es usar nostalgia en los negocios? Es un recurso casi infalible tocar esas fibras sensibles de algo que no se puede refutar. Instalarnos en el pasado da paz mental porque “no paso nada”. Es muy simple decirlo y sobre todo imaginarlo. ¿Quién no recuerda esas películas de los 80 o los 90 que marcaron, con diálogos y vestimenta, formas de pensar y la estética en vestimenta y maquillaje?. Desde el manifiesto con el que empieza Mark Renton corriendo por las calles inglesas o esos pantalones llenos de colores del Principe del Rap.

Todo regresa y una de las maneras de explicar es la Ley de Laver, donde nos dice que la percepción de la gente tiene un ciclo que se repite con el paso del tiempo. Por ejemplo, una moda que ha pasado hace 30 años se nos hace graciosa o hace 70 años es pintoresco. No por nada Netflix produjo una serie con todas las referencias de películas de la cultura pop de Estados Unidos y se convirtió en un fenómeno mundial Strangerthings. O en la industria del maquillaje la marca Wet & Wild saco en el mes de julio su colección inspirada en la serie noventera Saved by the Bell.

Pero todo puede ser una trampa. El concepto de la nostalgia es categórica “nunca pasaba en mis tiempos”; aAntes se hacía música de verdad” y así podemos seguir repitiendo con certeza creyendo que así era. Pero repetir la formula puede estancarnos en las propuestas de innovación, caer en un lugar común enalteciendo el pasado.

Probablemente con el tema de la pandemia a nivel global aferrarnos a la normalidad pre 2020 nos genera un respiro ante la incertidumbre de los cambios mundiales y cómo nos adaptamos a nuevos modelos de negocio. Estamos en la mejor oportunidad de hacer nuevas propuestas, de construir una nueva realidad dejando los malos hábitos y usar la creatividad para innovar.

Nos han contado el futuro de un mundo árido y desesperanzador pero no hay que temer a cambiar la narrativa con nuestras nuevas versiones de negocio o campañas de comunicación. No hay que abusar de la nostalgia porque corremos el riesgo de entrar en el terreno estéril de las ideas y en un bucle alimentado por el miedo.