Tras el accidente nuclear sucedido en Chernobyl, en los años 80, una nube radioactiva se esparció por varios países europeos, entre ellos Irlanda, quien vendía, desde años atrás, leche en polvo al gobierno de México.

Redacción

El accidente nuclear más grande a nivel mundial que se ha registrado, ha sido el que sucedió en la planta de Chernobyl, el 26 de abril de 1986. Ese día se extendió una nube radioactiva por todos los países de Europa, procedente de Ucrania, país que en ese momento pertenecía a la Unión Soviética, y que este jueves en la madrugada fue bombardeado en algunas ciudades por Rusia.

Entre los países en los que se extendió la nube radioactiva, estuvo República de Irlanda, país al que México compraba leche desde la década de los años 60.

El accidente sucedido en Ucrania, se suscitó durante una prueba de seguridad en un reactor de condensador de alta potencia. Dicha prueba se llevó a cabo como una simulación de un corte de energía eléctrico, con la finalidad de ayudar a crear un procedimiento de seguridad y de esta forma, mantener la circulación del agua de enfriamiento del reactor. Así, los generadores eléctricos de respaldo pudieran proporcionar energía.

Sin embargo, con los sistemas de emergencia desconectados, el reactor experimentó una subida de potencia rápida, que los operadores no lograron detectar a tiempo. A su vez, la computadora principal había registrado el inicio de un apagado de emergencia del reactor, el cual desencadenaría involuntariamente la explosión. Como consecuencia de ésta, se generó una nube radioactiva, y sus efectos llegaron a todos los países del norte de Europa.

Luego de este fatal suceso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió una alerta mundial para que se suspendieran las compras de alimentos a países afectados por los restos tóxicos. Tras el anuncio, la República de Irlanda trató de vender sus productos al gobierno de Brasil, país que era gobernado por José Sarney, sin embargo, éste no aceptó. Así mismo, el gobierno brasileño advirtió sobre los peligros de importación de los productos alimenticios provenientes de Europa al entonces presidente de México Miguel de la Madrid.

A pesar de las advertencias de Brasil y de la OMS, México adquirió de Irlanda 40 mil toneladas de leche en polvo, que fueron distribuidas en el país entre 1987 y 1988 por la Comisión Nacional de Subsistencias Populares (CONASUPO). La compra de la leche en polvo no causó escándalo en la sociedad, hasta que el entonces embajador mexicano Antonio González de León Quintanilla, alertó al gobierno del riesgo de salud que eso significaría para los mexicanos, sin embargo, fue ignorado.

Manuel Rodríguez Gordillo, Vicealmirante de la Armada de México, realizó una revisión a la leche en polvo y encontró una etiqueta que indicaba que el lugar de procedencia del producto era Irlanda. Preocupado por el descubrimiento, el vicealmirante pidió a Miguel Ángel Valdovinos, físico y jefe del laboratorio de la planta Nucleoeléctrica de Laguna Verde, en el estado de Veracruz, que hiciera pruebas al producto. Los estudios arrojaron que la leche rebasaba 10 veces los límites de radioactividad permitidos.

Al revelar la información, ambos fueron destituidos de sus cargos y acusados por el gobierno de difamación, para posteriormente ser encarcelados.

En el año 2014, la doctora Rocío Cárdenas, jefa del departamento de Oncología del Instituto Nacional de Pediatría (INP) dijo que había una posible asociación entre el aumento de casos de niños con cáncer y la leche en polvo. Esto, porque se registró un aumento de casos de cáncer infantil entre 1987 y 1997. Sin embargo, se hizo caso omiso de las advertencias, pues la Secretaría de Salud declaró que no hubo afectaciones a la población en el país.

El caso parece olvidado, pues no se castigó a nadie por la compraventa dolosa de la leche radioactiva. Además de no darle seguimiento a la salud de los mexicanos que bebieron la leche contaminada por la radioactividad de Chernobyl.