El recordado comediante murió en 2008 a los 50 años; llevaba una vida alegre sobre los escenarios, pero en la intimidad lo embargaba la tristeza

Red de corresponsales

Uno de los actores de comedia más emblemáticos de la televisión mexicana de los últimos tiempos fue Miguel Galván, quien durante su trayectoria conquistó al público gracias a su trabajo en diversas producciones, pero fue un proyecto en especial el que lo catapultó a la fama.

El fallecido hace casi 13 años ya contaba con algunos trabajos realizados en cine y televisión pero su popularidad explotó luego de que en 1995 grabó un comercial de televisión dirigido por el famoso Alejandro González Iñárritu.

En el spot del desaparecido Banco Bital, Miguel dio vida a un delincuente encarcelado que narra cómo sacó “la tartamuda” para cometer el atraco. A partir de entonces el comediante fue conocido por ese apodo y su rostro se volvió familiar para miles de personas gracias al éxito del comercial tanto en Estados Unidos, por su transmisión en la cadena Telemundo, como en México y su rotación nacional.

Pero la historia de Miguel Galván se remonta a 1957, en Juan Aldama, Zacatecas, cuando el actor nació y se suscitó un evento que lo marcó para siempre: la muerte de su madre, quien falleció en el parto. Esto fue un recordatorio en la vida de La tartamuda, que lo llenaba de tristeza y resentimiento.

Según testimonios de sus primos y cercanos, el actor nunca festejó su cumpleaños sino hasta los últimos años de su vida, pues aquel día prefería ir al cementerio a visitar la tumba de su mamá. Tampoco celebraba las navidades ni el año nuevo, pues su carácter en la cotidianidad era hosco y solitario.

Sin embargo, entre familia y en sus años de niñez, solía alegrar a sus primos con chistes en las reuniones. Esta afición por la comedia lo siguió en su crecimiento y según se recuerda, no se animaba a nada más que a disfrutar en la televisión los programas de Héctor Suárez, quien fue su inspiración para dedicarse a la comedia.

Se dice que Galván guardaba su espíritu festivo y extrovertido para la pantalla y el escenario, pues en su vida privada era reservado y melancólico. Aunque estudió Arquitectura, Miguel pronto daría muestras de su talento escénico gracias a los talleres de teatro en los que participó en el Estudio Dimitrio Sarrás.

Su talento pudo encaminarlo a una carrera como actor, aunque en la intimidad de su vida sufría una severa depresión, desencadenada también por la diabetes que le fue detectada y que, presumiblemente, el actor no cuidó como debió.

Hoy es considerado uno de los pioneros del stand-up, pues participó con rutinas en pequeños bares; además su talento creativo lo llevó a colaborar escribiendo guiones para el programa de Shanik Berman a inicios de los años 90.

Al tiempo vinieron oportunidades en teatro con puestas como Mi amigo el unicornioAtrapado sin salida y México canta y aguanta. En aquel tiempo también participó en cine al lado de la recordada María Elena Velasco, La india María, quien le brindó la oportunidad en las cintas Ni de aquí ni de alláSe equivocó la cigüeña y Las delicias del poder.

Además de participar en telenovelas como Vivan los niños y en episodios de Al derecho y al Derbez, Miguel alcanzó el punto más alto de su carrera al lado de Adrián Uribe, Consuelo Duval, Lorena de la Garza y Reynaldo Rossano en el programa La hora pico, donde dio vida a personajes como “La parejota”, “La madre Sota”, “Shrek”, y “Carlos Monchiváis”.

A inicios de marzo de 2008, La tartamuda sufrió complicaciones en su salud derivadas de su estado diabético, por lo que tuvo que ser hospitalizado. Tras 40 días de internamiento, el 14 de abril de aquel año, el comediante sufrió un paro cardiaco que le quitó la vida a los 50 años.

Aunque se casó en la década de los 90, se divorció a los pocos meses y no tuvo descendencia: el artista prefirió seguir abocado a su pasión, la comedia, aun con la aflicción que lo acompañó toda su vida.