Estos alimentos no solo son deliciosos sino que también guardan un alto valor cultural e histórico que ha perdurado al pasar de los siglos

Redacción

La gastronomía mexicana es tan extensa, además de ser la prueba fidedigna de cómo las tradiciones tienen el poder de perdurar a través de los siglos y también resalta la importancia de la mezcla de culturas, lo que da origen a la identidad nacional de cualquier país.

Existen una gran variedad de platillos deliciosos típicos de México, sin embargo, uno de los más conocidos y que, si hay mucho antojo se pueden encontrar en cada esquina, son los tamales y el atole. Ambos han sido un pilar fundamental en la alimentación y cultura de los mexicanos desde tiempos muy antiguos.

Los tamales son un alimento que se remonta a la época prehispánica, pues según una publicación reciente de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, el platillo se preparaba para las grandes fiestas, para agradecer la fertilidad de la tierra y como ofrenda a los muertos.

En ese entonces, los tamales se hacían con verduras como calabaza, chile, maíz, entre otros productos tradicionales. Con el tiempo, el platillo se fue adaptando a los cambios culturales y se incluyeron alimentos provenientes de Europa, tales como el pollo o la carne de cerdo, de lo que generalmente se rellenan en la actualidad.

Por su parte, el atole es una bebida también de origen prehispánico, la cual era consumida en México, Guatemala y otros países de Centroamérica. La primera persona que lo describió fue Hernán Cortés en las Cartas de Relación. Allí relató que los pobladores del antiguo territorio la bebían y la llamaban atolli, que significa aguado.

En antiguas épocas se preparaba una cocción azucarada de harina de maíz en agua. Con el paso de los años se le han añadido nuevos ingredientes a la receta original, como especies aromáticas, cacao, vainilla, canela, anís, flor de azahar, hojas de naranjo, chocolate y pulpa de frutas.

Un dato curioso de estos alimentos, es que la frase “dar atole con el dedo” se remonta épocas prehispánicas, cuando no había lluvia y los pobladores estaban ansiosos, entonces se les daba atoles y tamales como manera de tranquilizarles.

El tiempo junto con la mezcla de cultura, no solo han cambiado la forma de comer tamales y atole, sino que también han hecho que la expresión modificara un poco su significado para definirla como engaños, distracciones o prometer algo que no se va a cumplir.

Tanto el atole como los tamales se han relacionado como un alimento para las clases pobres. De acuerdo con Francisco de Santamaría en el Diccionario de Mexicanismos, el chocolate era la bebida que se identificaba con las clases altas.

Por su parte, según un artículo lanzado por el sitio Kantar, a través de su panel de consumo en casa, que puede dar a conocer qué comen los mexicanos en su día a día. Se calculó que, en 2020, un promedio del 32% de los mexicanos consumió tamales cada semana, mientras que un 17% bebió atole.

Como resultado se arrojó que en diferencia con 2019, el consumo de estos alimentos incrementó, en tamales un 15% y en atole en un 19%. Por otra parte, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) informó el 2 de febrero de 2022 que, aproximadamente 14 mil negocios se dedican a la venta de tamales.

La realidad es que en la mayoría de negocios que venden tamales, también venden atole, por ello, dentro de ese estudio se pudo determinar que en México el consumo de estos alimentos es bastante alto. Y no solo eso, además guardan un alto valor cultural e histórico que ha podido perdurar a través de los siglos.