Las vacunas nos salvaron / Por María Luisa Prado

670

No quiero imaginar qué hubiera pasado, si como se especuló en su momento, que las vacunas anti COVID, tardarían mucho tiempo en ser producidas. El desconocimiento de la forma de vida del maldito bicho, hacía suponer que para encontrar la fórmula para combatirlo habría de pasar mucho tiempo, incluso años.

Eso le daba un tono más negro a la tragedia sanitaria que vivió el mundo en aquel terrorífico año de 2020.  Miles de personas murieron, muchos amigos y familiares se fueron, llenándonos de dolor y mucho miedo. Sin defensas para enfrentar al virus, los que quedamos, vivimos con angustia cada instante, pensando que tarde o temprano nos contagiaríamos con los resultados de todos conocidos.

Mientras la gente moría, los hombres de ciencia, trabajando sin descanso, buscaban una solución para encontrar una vacuna para enfrentar la pandemia. Con una velocidad sin precedentes, en tiempo récord se encontró la forma de contener al bicho.

En diciembre de 2020 llegaron a México y de inmediato empezaron a inocular a la gente más vulnerable. El proceso fue lento, pero solo de esa manera los contagios fueron disminuyendo poco a poco. 

Particularmente este tiempo para mí fue de mucho aprendizaje. Trabajé la paciencia, la tolerancia y la resignación. No fue sencillo. Porque veía muy lejos el término de la pandemia.

Mi primera dosis me tocó como seis meses después, con lo cual me volvió la tranquilidad y mi angustia fue disminuyendo. Además, mis papás ya habían sido vacunados. No obstante, seguimos cuidándonos porque el contagiadero seguía y los muertos crecían.

Han pasado casi dos años de aquel terrible momento y tal como lo señalaron los expertos, este pinche virus no se ha ido y continúa haciendo daño. Estamos viviendo una quinta ola y los contagios de nuevo, vuelven a crecer exponencialmente.

Hoy, es posible que, de nuevo, todos conozcamos a alguien que tiene la nueva variante de COVID o la tuvo recientemente. Lamentablemente yo fui una de ellas.

Hace quince días empecé con un fuerte dolor de garganta. Pensé que era algún resfriado. No le hice mucho caso a mis molestias. Irresponsablemente fui a comer con mis papás y sin saberlo, dejé el bicho con ellos.

Al día siguiente me dieron escalofríos. Mi temperatura subió y mi nariz empezó a tener un flujo incesante y molesto. La cabeza quería estallarme. Sin dudarlo, me di cuenta que tenía el bicho una vez más en mi cuerpo. La prueba de antígenos salió positiva. Hablé con mi doctora y me dio el medicamento apropiado. Avisé en mi trabajo y me fui a recuperar a mi departamento durante siete días.

La primera vez que me invadió el virus no tuve molestias tan severas. En esta ocasión, sí sufrí mucho, sobre todo el dolor de garganta y la tos no se me quitaron pronto. De hecho, aún tengo una tos fuerte y sigo ronca, aunque ya salí negativa en la prueba.

Contagioso y molesto, el bicho se apoderó de mis hermanos y de mis papás. Mi visita a comer con ellos minimizando mi ardor de garganta resultó poco amigable y muy dañina. Todos se contagiaron por mi irresponsabilidad.

Por fortuna, nadie enfermó de gravedad y poco a poco van saliendo de esta quinta ola de contagios, pero de que nos asustamos todos, nos asustamos y bien gacho.

Como este virus anda desatado, encontró alguna rendija en mi cuerpo y se apoderó de mis vías respiratorias a pesar de que me cuido mucho. Uso mi cubrebocas y me lavo las manos cada que puedo. Traigo en mi coche sanitizante y gel antibacterial y aun así ese cabrón, se metió sin pedirme permiso.

Agradecida con la ciencia, bendigo a los hombres que encontraron la vacuna para que el COVID no nos exterminara. No quiero imaginar la desgracia y el sufrimiento que habríamos pasado sin el antídoto para eliminar al bicho. A esos héroes anónimos mi cariño, reconocimiento y respeto.

Y tal como lo señalaron los expertos, tendremos que acostumbrarnos a vivir con ese virus. El COVID, en sus múltiples variantes llegó para quedarse. No debemos bajar la guardia.

Seamos responsables y solidarios con los que no tuvieron la suerte de vacunarse y que, además hubieran deseado tener la oportunidad de recibir la vacuna para seguir viviendo. Somos afortunados de seguir vivos gracias a los avances científicos.

Espero no volverme a contagiar y si otra me vuelve a ocurrir, ojalá los síntomas no sean tan fuertes como los de mi último encuentro con el COVID.

Bueno amigos, voy a recostarme un rato. Los estragos del maldito bicho causan cansancio y voy a recostarme un rato para recuperarme al cien por ciento y poder seguir con ustedes la próxima semana convirtiendo la vida, en una rica bohemia. Chao…