Un sábado en la Cineteca Nacional / Por María Luisa Prado

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Es uno de los espacios culturales más agradables de nuestra linda ciudad capital. Desde que estaba en la preparatoria, acudía gustosa a sus instalaciones. En ese entonces eran algo anticuadas, pero servían para lo más importante que era ver una gran película.

Los maestros nos recomendaban que fuéramos a ese recinto de la alcaldía Coyoacán, ya sea para asistir a una premier cultural o bien a la presentación de una película diferente de las que habitualmente vemos en el cine comercial.

Después de la función, era clásico caminar hacia el centro de Coyoacán, ya sea con la banda o con el equipo, o bien con el novio. Esa era la dinámica para todos los estudiantes que íbamos a cumplir con la tarea escolar. Era muy divertido.

El sábado, tuve la tarde libre y decidí recrear uno de esos episodios preparatorianos que tanta diversión y aventura me proporcionaron en aquellos años mozos.

Para ello, le llamé a mis amigas Karen y Lulú y las invité a ir a la Cineteca Nacional. Para mi buena suerte, no tenían ningún compromiso en puerta y aceptaron muy gustosas acompañarme. En cuanto me dijeron que sí me fui por ellas.

Mientras llegábamos al lugar, les platiqué la breve historia del recinto. Les conté como Mario Moreno “Cantinflas”, tuvo mucho que ver en la recuperación de la Cineteca, que en 1982 fue consumida por un descomunal incendio, donde se perdió un importante acervo cultural que nunca pudo recuperarse.

Dos años después, en un terreno sobre la avenida Coyoacán se construyó la nueva cineteca, esta vez con cuatro salas de proyección. Y es justo así, con esa imagen con la que me quedé de este espacio cultural y que por supuesto les comenté a mis amigas.

De fácil acceso por cualquier vía, llegamos muy pronto al lugar y en esta ocasión, me quedé sorprendidísima de lo bien que reconstruyeron el lugar.

Hay un estacionamiento muy amplio y los elevadores te facilitan el traslado a la planta baja. Hay dos taquillas con un orden perfecto. La información de las salas es muy clara. Ahora son 10 y una al aire libre.

Sigue siendo un espacio libre para el pensamiento, para la cultura, para la diversidad y para todo. Neta que me encantó la nueva cineteca.

Más bien nos encantó porque después de escoger la película, pudimos entrar a una cafetería para saborear un cafecito con un pastelito de acompañante y pudimos platicar y platicar con una tranquilidad que nos sedujo a seguir visitando este lugar las veces que sea necesario.

Fue una tarde encantadora.

Y aunque queremos ir a ver la película de Elvis cualquier otro día en algún cine comercial, en esta ocasión no nos arrepentimos de entrar a la Cineteca Nacional Siglo XXI, porque hay muchas opciones para divertirse y sentirse en un ambiente muy agradable.

Karen, Lulú y yo, ya no tuvimos tiempo de ir a dar una vuelta al centro de Coyoacán porque salimos tarde de la función a la que asistimos. Quedó pendiente esa ida, pero no echamos de menos ese recorrido, la pasamos muy bien en esas instalaciones.

Con la nostalgia de aquella mi etapa de adolescente, me encantó dormir esa noche con la alegría producida por la visita a este gran foro cultural.

Sé que volveré. Me quedé con un agradable sabor de boca. Disfruté a mis amigas, disfruté el cafecito, disfruté la película, disfrute las instalaciones y aunque tal vez exagero, puedo sentirme feliz de que, en mi ciudad -así tenga muchas defectos-, está ubicada la Cineteca Nacional Siglo 21, un lugar que me representa y del cual todos deberíamos sentirnos orgullosos.

Lo malo es que, saliendo de ahí, nuevamente la locura vial y la neurosis que provoca conducir en esta ciudad por la noche me atormentaron, pero eso sí, nunca pudieron borrar la linda vivencia de haber pasado un gran sábado en la Cineteca Nacional.