Regularmente intercambio opinión con mi socio y amigo Luis Hernandez, respecto si se trata de una transformación o una evolución digitales. Es un tema anecdótico si bien tiene un trasfondo importante.
Estamos en 2022 y hablamos de transformación digital en un mundo que lo es prácticamente desde hace 50 años. Esto refleja que no hemos evolucionado a la velocidad requerida y que vivimos en mundos paralelos que se mueven a distinta velocidad.
Como dato consideremos que en 1970 un microchip tenía unos 1.000 transistores (esto determina la capacidad de procesamiento del clip) y actualmente están en el orden de 50.000.000.000.
La computadora portátil Osborne Executive de 1982, con un procesador Zilog Z80 4 MHz, y un iPhone 2007 con un procesador ARM11 de 412 MHz; la Executive pesa 100 veces más, tiene un volumen 500 veces mayor, con un costo 10 veces superior (ajustado por inflación) y una frecuencia de procesador 103 veces menor
Amazon vendió su primer libro en línea en 1995 y la gran mayoría de las empresas recién comenzaron a montar su venta en línea en la última década, impulsados más por la necesidad comercial y no perder más mercado que por una visión de negocio.
La evolución es realmente impresionante y los tiempos de desarrollo se han reducido a niveles difíciles de procesar. Mas allá de las suspicacias que se han generado, los tiempos de desarrollo de las vacunas contra el COVID así lo demuestran.
¿Pero qué ha sucedido con las organizaciones?
Un ejemplo claro es la industria financiera en la que trabajé más de 20 años. Bancos de primer nivel mundial, todavía tienen aplicaciones desarrolladas en los 80´s. Una transferencia internacional que puede demorar 1/3 días podría realizarse en nanosegundos (más allá de que también hay un trasfondo económico detrás). NI que hablar con los tiempos para obtener de una tarjeta de crédito comparado con lo que se demora un NU Bank.
Lo cual nos lleva a que, en la mayoría de las organizaciones si se requiere una transformación o evolución digital, clave no solo para crecer o para sobrevivir, y adecuarse a un mercado donde hay organizaciones que nacieron 100% digitales y con las que es difícil competir.
Pero la realidad es que se requiere algo mucho más profundo que una transformación digital. No se trata de simplemente contratar a una consultora que nos introduzca en la metodología Agile, que creemos nuestra tienda en línea o adoptemos una herramienta que utilice inteligencia artificial para determinar la ruta de nuestra flota de reparto.
La transformación real es cultural. Si impulsamos en nuestra organización una transformación digital solamente, en algunos años estaremos nuevamente hablando de alguna transformación que debamos hacer, si es que sobrevivimos a los cambios que se vienen produciendo.
Hoy se requiere que adoptemos los cambios de una forma diferente, que permeemos en nuestras organizaciones lo que sucede en el resto del mundo de otra forma y a otra velocidad.
Debemos aprender a procesar e incorporar la información que está disponible y desarraigar algunos conceptos que tenemos grabados a fuego que seguramente han evolucionado o desaparecido. Estamos en una época donde la información está disponible muy fácilmente, verdadera y falsa, pero no sabemos cómo procesarla de forma adecuada. En general las organizaciones están muy preocupadas por el día a día, por cumplir objetivos simplemente económicos, sin analizar el resto del mercado y el ecosistema en el que se mueven, no solamente local sino internacional.
Se trata de mirar con una perspectiva diferente sin pensar que, porque tengamos un gap tecnológico y cultural, significa que estemos totalmente mal. Tendremos que cambiar y mirar todo de una forma más abierta y aprender a adoptar estos cambios como organización.
Las estructuras organizacionales atentan contra estos cambios porque se mueven casi completamente top/down, muy verticalmente, lo que considerando que los C-levels son por decirlo de alguna forma, menos adeptos al cambio, esta adopción es lenta o traumática, causada usualmente por una crisis y no por una decisión evolutivamente tomada.
Este sea probablemente el primer paso del cambio cultural, la forma en que la organización está estructurada y escucha a todos los niveles de ésta. Se debe des-verticalizar a la organización, donde todos los sectores se sientan parte importante.
Evitar que la verticalidad organizacional sea un contrapeso para el cambio cultural, para lo cual es fundamental una mayor integración e interacción generacional. Hay generaciones que ya están involucradas en el mercado laboral que son 100% digitales y tienen una visión diferente, que es importante tener en cuenta.
Pero este es solo el primer paso y seguiremos analizando el camino de la transformación que nos permita evolucionar progresivamente y evitar otro rezago cultural como que el que hoy tenemos.