Redacción

Un hospital de Shanghái ha pedido a su personal que se prepare para una “trágica batalla” contra el COVID-19, ya que prevé que la mitad de los 25 millones de habitantes de la ciudad se infecten de aquí a finales de año, mientras el virus azota China prácticamente sin control.

Tras protestas generalizadas y un aumento incesante de los casos, China dio este mes un brusco giro de política y empezó a desmantelar su política de “COVID cero”, que había supuesto un gran coste económico y psicológico para sus 1.400 millones de habitantes.

Aun así, el recuento oficial de muertes en China desde que comenzó la pandemia hace tres años es de 5.241, una fracción de lo que han sufrido la mayoría de los demás países.

El 21 de diciembre, por segundo día consecutivo, China no informó de nuevas muertes por COVID-19, a pesar de que los trabajadores de las funerarias afirman que la demanda se ha disparado en la última semana, lo que ha provocado un aumento de las tarifas.

Las autoridades —que han restringido los criterios para determinar las muertes por COVID-19, lo que ha suscitado las críticas de muchos expertos en la enfermedad— confirmaron 389.306 casos con síntomas. Algunos expertos afirman que las cifras oficiales se han convertido en una guía poco fiable, ya que se están realizando menos pruebas en toda China tras la relajación de las restricciones.

El Hospital Deji de Shanghái, en una publicación en su cuenta oficial de WeChat a última hora del miércoles, estimó que había unos 5,43 millones de positivos en la ciudad y que 12,5 millones en el principal nodo comercial de China se infectarán a finales de año.

“La Nochebuena, el Año Nuevo y el Año Nuevo Lunar de este año serán inseguros”, afirmó el hospital.

“En esta trágica batalla, todo el Gran Shanghái caerá ¡e infectaremos a todo el personal del hospital! ¡Infectaremos a toda la familia! ¡Infectaremos a todos nuestros pacientes! No tenemos elección y no podemos escapar”.

Los residentes de Shanghái soportaron un confinamiento de dos meses que finalizó el 1 de junio y muchos perdieron ingresos y no tuvieron acceso a las necesidades básicas. Cientos de personas murieron y cientos de miles se infectaron durante esos dos meses.

Expertos afirman que China podría enfrentarse a más de un millón de muertes por COVID-19 el año que viene, dadas las tasas relativamente bajas de vacunación completa entre su población anciana, más vulnerable.

La tasa de vacunación de China supera el 90%, pero la de los adultos que han recibido dosis de refuerzo desciende al 57,9% y al 42,3% en el caso de los mayores de 80 años, según datos del Gobierno.

En un hospital de Pekín, imágenes de la televisión estatal CCTV mostraban filas de pacientes ancianos en la unidad de cuidados intensivos respirando a través de máscaras de oxígeno. No estaba claro cuántos tenían COVID-19.

El subdirector del servicio de urgencias del hospital, Han Xue, dijo a la televisión estatal CCTV que estaban recibiendo 400 pacientes al día, cuatro veces más de lo habitual. “Estos pacientes son todos ancianos con enfermedades subyacentes, fiebre e infecciones respiratorias y se encuentran en un estado muy grave”, dijo Han.

El director de la Organización Mundial de la Salud manifestó su preocupación por el repunte de las infecciones y está apoyando al Gobierno para que se centre en vacunar a las personas de mayor riesgo.

Dijo a los periodistas que la agencia necesitaba información más detallada sobre la gravedad de la enfermedad, los ingresos hospitalarios y las necesidades de unidades de cuidados intensivos para realizar una evaluación exhaustiva.

MEDICINA GRATUITA
El giro de 180º de la política china pilló desprevenido a un frágil sistema sanitario. Los hospitales se apresuraron a conseguir camas y sangre, las farmacias buscaban medicamentos y las autoridades construían clínicas especiales.

Medios estatales dijeron que los Gobiernos locales estaban tratando de hacer frente a la escasez de medicamentos, mientras que las empresas farmacéuticas estaban trabajando a tiempo extra para aumentar los suministros.

Ciudades de todo el país estaban distribuyendo millones de comprimidos de ibuprofeno a instituciones médicas y farmacias minoristas, según un artículo del diario estatal Global Times.

Algunos expertos chinos predicen que la oleada de COVID-19 alcanzará su punto álgido a finales de enero y que la vida volverá a la normalidad a finales de febrero o principios de marzo.