Acción Nacional irrumpe en la política mexicana como un contrapeso a las acciones del general Lázaro Cárdenas, en especial, a la expropiación petrolera. Sus fundadores, defendían el derecho de los extranjeros para explotar masivamente los recursos energéticos de la nación sin recato alguno. Más tarde, en 1960, protestarían airadamente por la nacionalización de la industria eléctrica a cargo del presidente Adolfo López Mateos, qué en forma premonitoria, advertiría: “Pueblo de México, les devuelvo la energía eléctrica, que es de la exclusiva propiedad de la nación, pero no se confíen porque en años futuros, algunos malos mexicanos, identificados con las peores causas del país, intentarán por todos los medios sutiles entregar de nuevo el petróleo y nuestros recursos a los inversionistas extranjeros. Ni un paso atrás, fue la consigna de don Lázaro Cárdenas del Río, al nacionalizar nuestro petróleo”.
No tendría que pasar mucho tiempo para que se cumplieran estos negros presagios. Salinas de Gortari iniciaría una ola de privatizaciones con el argumento de la eficiencia en la iniciativa privada que poco sustento tenía. Fox y Calderón, no se quedarían atrás, e incluirían entre sus beneficiarios, a personas y corporaciones extranjeras.
Es en septiembre de 1939, cuando Manuel Gómez Morín, un declarado admirador de Adolfo Hitler y Francisco Franco, en compañía de un grupo apátrida y fascista, constituyen el PAN arropados por el odio hacia cualquier movimiento popular y progresista. Este partido, trabajaría sin descanso en favor de sus patrocinadores; algunos empresarios, banqueros, iglesia católica, intelectuales de la derecha extrema, y claro, la “nobleza mexicana”.
La evolución del PRI (antes Partido de la Revolución Mexicana) sustentaba su eficiencia en logros tangibles de la revolución mexicana que habrían de “cacarear” por muchos años para tener un control férreo del poder. El nuevo partido no representaba una oposición real y eran fácilmente controlables con pequeñas migajas que les dejaban en su camino al pasar. La población mexicana simplemente no les creía, eran muy claros los orígenes y, por lo tanto, sus objetivos sectarios.
No sería el PAN quien colocara por primera vez en jaque a la dictadura oficial, no tenían la fuerza y menos la simpatía necesaria para hacer un cambio de timón en el país con una dirección que se antojaba retrógrada.
Fue el FDN, (Frente Democrático Nacional) quienes en 1988, aglutinaban a diferentes partidos y organizaciones de izquierda, los que pusieran en evidencia las fortalezas de un gobierno eterno ensimismado en sus virtudes aparentes. En opinión de muchos, Cuauhtémoc Cárdenas había ganado. Manuel Clouthier, quien fuera candidato del PAN en esa contienda, diría con lacónica picardía; “No sé quién ganó la elección presidencial, pero no fuimos ni Salinas de Gortari, ni yo”.
Bartlett diría muchos años después que el PRI y el PAN habían acordado su “amasiato” en la elección presidencial de 1988 cuando Fernández de Cevallos ordenara la quema de los paquetes electorales que significaban la única prueba de ese fraude al pueblo de México. Como podemos observar, un triste acto de deslealtad y complicidad política significó para el PAN su ingreso a las “grandes ligas”…
La hermandad del PRIAN crecería con el tiempo, ya eran más sus sincronías que sus diferencias. La congruencia en la ideología política podía esperar, total, “nadie” lo notaría.
Ernesto Zedillo en 1998 se encontraba en una encrucijada, tenía varios meses intentando el PAN se uniera al PRI y aprobara el FOBAPROA convirtiendo la deuda privada en pública y así la pagaran todos los mexicanos. Felipe Calderón, a la sazón, era el coordinador de la bancada del PAN en la cámara de diputados, y entendía, el riesgo político sería muy grande si se prestaban a ese desfalco a la nación, pero también sabía, el presidente en turno no tenía otra alternativa que contar con la complicidad de su partido. Felipe vio la oportunidad única de chantajear a Zedillo y le pidió lo que se antojaba impensable como condición “sine qua non” (obligatoria) para endeudar de por vida a México:
Ernesto Zedillo Ponce de León, cedía al chantaje panista y aceptaba:
- Traicionar al Partido Revolucionario Institucional.
- Elegir a un candidato presidencial priista de muy bajo perfil y simpatía.
- Eliminar en un momento crucial el presupuesto de campaña priista hasta desaparecerlo.
- Favorecer al candidato panista, cualquiera que este fuera.
- Reconocer el triunfo del panista inmediatamente para evitar levantamientos de sus bases.
La historia nos enseña, Zedillo satisfizo ampliamente sus acuerdos.
A fines de 1999, el neopanista Vicente Fox Quezada, invadía con sus dichos y conducta folclórica, los ánimos de la población y sus expectativas de cambio. Algunos pensaban exageraba la estupidez y la ignorancia, sin embargo, reconozco, no engañó a nadie en ese sentido.
El 1 de diciembre del año 2000, Fox daba “el banderazo” a la primera parte de la fatídica “docena trágica” panista qué se agudizaría con la imposición de Felipe Calderón. México iniciaría un camino sin retorno a la inseguridad extrema con la creación de nuevos cárteles y “empresas periféricas” que dificultan ahora los mejores esfuerzos.
Vicente Fox diría en el año 2006 que “él era el único presidente de México que había ganado la presidencia dos veces ”, aceptando que había cargado ilegalmente los dados a favor de su correligionario.
Lo único cierto es que el PAN nunca ganó de manera transparente la presidencia de la república en este país, y son las evidencias que lo confirman.
El PAN, reitero, tiene propósitos muy distintos a lo que espera el pueblo de México, su “mercado” está constituido por minorías que compran el discurso de saberse incluidas en falsos grupos privilegiados que provocan el desprecio de los verdaderos.
Las “victorias” del PAN fueron pírricas pues tuvieron daños irreparables, quizá el más importante, la desconfianza de un electorado cada día más politizado.
“Los conservadores no son necesariamente estúpidos, pero casi todos los estúpidos son conservadores” (John Stuart Mill)