Los especialistas lo denominan edad subjetiva. Un reciente estudio analizó las consecuencias psicológicas y fisiológicas de la brecha entre la edad cronológica y la autopercibida por cada persona. Qué hallaron

La mayoría de las personas no se creen más bajas o más altas de lo que realmente son. No se consideran con orejas más pequeñas, narices más largas o cabello más rizado. Y salvo que padezcan algún trastorno de la alimentación tampoco ven distorsionada su imagen corporal.

Sin embargo, es extraño, pero existe un concepto denominado “edad subjetiva” por el que la mayoría de las personas mayores de 40 años se autopercibe con una edad menor a la que en realidad tiene.

Esa brecha entre la edad cronológica de una persona y la edad autopercibida fue motivo de distintos estudios científicos en el último tiempo. Una de las investigaciones, realizadas por expertos de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, preguntó acerca de esto a sus 1.470 participantes y lo que los autores descubrieron es que los adultos mayores de 40 se perciben a sí mismos como, en promedio, un 20% más jóvenes que su edad real.

Los adultos menores de 25 años, en tanto, con mayor frecuencia dijeron que se consideraban mayores que su edad cronológica.

Entre las causas que los investigadores barajaron acerca de por qué las personas se perciben más jóvenes de lo que son a partir de los 40 años, analizaron que “muchas personas ven la vejez como una catástrofe”. Y argumentaron que “verse a sí mismo como más joven es una forma de optimismo en lugar de negación”. Los psicólogos han especulado que la reducción subjetiva de la edad “es una forma de autodefensa” para protegerse de los estereotipos negativos de la edad en la sociedad actual.

Según Anna Kornat, de la Universidad de Bielefeld, en Alemania, las edades subjetivas de las personas son más bajas cuando los estereotipos de edad negativos son más pronunciados, como en el trabajo, la salud y las finanzas. Así, podría decirse que sentirse más joven que la edad cronológica ayuda a las personas a separarse de las connotaciones negativas de su grupo de edad.

“Es más probable que las personas con edades subjetivas más bajas se perciban a sí mismas de manera positiva en el futuro, lo que sugiere que sentirse más jóvenes que nuestra edad cronológica puede protegernos de la visión ‘triste’ del envejecimiento de la sociedad y brindarnos una perspectiva más optimista”, agregó la especialista.

Los resultados del estudio encontraron que los participantes que esperaban continuar creciendo y desarrollándose hasta la vejez vivieron un promedio de 13 años más que aquellos que no esperaban tal crecimiento.

Por el contrario, el estrés nocivo para la salud también lo pueden generar aquellas personas que superan su edad cronológica. Según estudios recientes realizados en hombres mayores de 50 años, los hombres que se sienten mayores de su edad real tienen niveles elevados de la hormona del estrés cortisol y la proteína C reactiva, que son marcadores inflamatorios asociados con enfermedades del corazón.

Otra investigación sobre el tema, realizada por científicos israelíes de la Universidad Bar-Ilan, determinó que, incluso en la vejez, tener una mentalidad juvenil podría mejorar las posibilidades de recuperarse con éxito de las condiciones médicas.

De este modo, el trabajo refuerza la idea de que quienes se sienten más jóvenes que su edad real y tienen una mirada optimista de la vida tienden a ser más saludables y más resistentes mentalmente. Es más, los expertos indicaron que podría ser de gran ayuda a la hora de que las personas mayores se recuperen de problemas físicos.

En el trabajo, que fue publicado en en la revista Gerontology, los expertos evaluaron a 194 pacientes adultos, de 73 a 84 años, que estaban siendo tratados por fracturas osteoporóticas o accidentes cerebrovasculares en varios centros de rehabilitación de Israel.

Según se desprende de la investigación, “una edad subjetiva más joven al ingreso predijo puntuaciones de Medida de Independencia Funcional (FIM por sus siglas en inglés) más altas al alta. El efecto inverso, es decir, de las puntuaciones de la FIM al ingreso sobre la edad subjetiva al alta, no fue significativo”.

Asimismo, indicaron que “el optimismo durante la hospitalización medió el efecto de la edad subjetiva en las puntuaciones FIM posteriores, mientras que la autoestima y la satisfacción con la vida no lo hicieron. Los análisis de sensibilidad demostraron además que el efecto de la edad subjetiva en la FIM fue significativo tanto para los pacientes con fractura como para los de accidente cerebrovascular”.

Por último, un estudio publicado por la Asociación Estadounidense de Psicología sugirió una posible razón para el vínculo entre la edad subjetiva y la salud: sentirse más joven podría ayudar a proteger a los adultos mayores y de mediana edad contra los efectos dañinos del estrés.

Los investigadores del Centro Alemán de Gerontología analizaron tres años de datos de más de 5.000 participantes en la Encuesta de Envejecimiento Alemán, un relevamiento longitudinal de residentes de Alemania de 40 años o más. Este trabajo incluyó preguntas sobre la cantidad de estrés percibido y sobre su salud funcional: cuánto estaban limitadas en actividades diarias como caminar, vestirse y bañarse. Los participantes también indicaron su edad subjetiva respondiendo la pregunta: “¿Cuántos años te sientes?”.

Los investigadores encontraron que, en promedio, los participantes que informaron más estrés en sus vidas experimentaron un declive más pronunciado en la salud funcional durante tres años, y ese vínculo entre el estrés y el deterioro de la salud funcional fue más fuerte para los participantes cronológicamente mayores.

La mayor parte de las investigaciones sobre la edad subjetiva está basada en asociaciones entre la edad que las personas consideran tener y su estado de salud, así que no es posible determinar una causa y efecto. Por ejemplo, no está claro si sentirse joven ayuda a las personas a mantenerse saludables o si quienes ya están saludables tienden a sentirse más jóvenes.

Sin embargo, la edad subjetiva parecía proporcionar un amortiguador protector. Entre las personas que se sentían más jóvenes que su edad cronológica, el vínculo entre el estrés y el deterioro de la salud funcional era más débil. Ese efecto protector fue más fuerte entre los participantes de mayor edad.