Por José Hermilo Amezcua
Fernando Valenzuela Anguamea, uno de los deportistas más importantes en la historia deportiva de México, nació el primero de noviembre de 1960, en Etchohuaquila, una ranchería del municipio de Navojoa en Sonora.
Hijo de Avelino Valenzuela y Hermenegilda Anguamea, fue el hijo número doce de una familia de escasos recursos económicos que sobrevivía gracias al trabajo en las labores del campo.
Etchohuaquila era un pueblo muy tranquilo y prácticamente desconocido hasta antes de la aparición de Fernando Valenzuela.
El béisbol era el deporte favorito de la región y lo practicaban los jóvenes como una forma de pasatiempo. Dentro de esos adolecentes y con tan sólo 13 años, Valenzuela ya destacaba por su habilidad para lanzar con el brazo izquierdo.
En 1977 comenzó su carrera profesional con los Mayos de Navojoa. Dos años después fue contratado por los Ángeles de Puebla, quienes lo enviaron a los Leones de Yucatán, donde el joven sonorense deslumbró por su enorme potencial en el béisbol.
Muy pronto su nombre comenzó a llamar la atención en los cazadores de talento de las grandes ligas y sus actuaciones fueron seguidas muy de cerca por Mike Brito, buscador de los Dodgers de los Ángeles, quien recomendó la contratación del joven.
El ascenso fue vertiginoso. En dos años, el regordete muchacho convenció a sus entrenadores y fue convocado al bullpen de los californianos en 1980 para lanzar como relevista con una actuación destacada a pesar de su corta edad.
Al año siguiente, el equipo vivió una crisis de lesiones entre sus lanzadores y el manager Tom Lasorda no tuvo más remedio que apostar por Fernando como pitcher abridor de la novena angelina.
Su debut fue extraordinario. El 9 de abril de 1981 dominó con autoridad a los Astros de Houston, dejando en cero a la potente ofensiva rival, para iniciar una de las carreras más brillantes en la historia del béisbol mundial.
¿Quién es él? se preguntaban los aficionados, los narradores y los periodistas. Muy pronto su calidad y talento resolverían la duda.
Ese 1981 fue un año de ensueño para Fernando Valenzuela. Le llamaron El Toro por su corpulencia y bravura al subir al montículo.
Ganó los premios de Cy Young y Novato del Año de la Liga Nacional con tan solo 20 años de edad, para convertirse en el único jugador en la historia de las grandes ligas en conseguirlo.
También en la temporada de 1981 fue líder de juegos completos de la Liga Nacional y de blanqueadas, además de adjudicarse el triunfo en el tercer juego de la Serie Mundial, ante los Yankees de Nueva York.
La transformación de un joven novato y desconocido llegó rápido. Fernando se convirtió en el personaje número uno del deporte en los Estados Unidos y México.
La Fernandomanía se apoderó de los medios de comunicación y su figura se agigantó de manera impresionante. Nadie dejaba de hablar de Fernando Valenzuela. Etchohuaquila, su tierra natal, también se volvió famosa.
Durante su carrera en las Grandes Ligas, Valenzuela jugó con ocho equipos, en todos ellos dejó su sello característico, la screwball (tirabuzón), que le ayudó a convertirse en uno de los mejores lanzadores de la década de los 80.
El mexicano consiguió hazañas como formar parte del Equipo de las Estrellas en seis ocasiones, ponchar a cinco bateadores de forma consecutiva en un juego de este tipo (1986), recibir el Guante de Oro (1986) y lanzar un juego sin hit ni carrera, frente a los Cardenales de San Luis (1990).
En 2011, fue inmortalizado en el Salón de la Fama del Béisbol Latino. En 2013 fue ingresado al Pabellón de la Fama de las Series del Caribe y en 2014 en el Recinto de la Fama del Béisbol Mexicano.
En julio de este año, la liga mexicana de béisbol en homenaje al Toro, retiro el número 34 para honrar la carrera del mejor pitcher azteca de la historia.
Este viernes primero de noviembre, Fernando Valenzuela Aguamea cumple 59 años de edad. Un toro que embistió fuerte, que emocionó y que se ganó el respeto y la admiración de todos. Fernando Valenzuela, un fino toro que se respeta…