Muchos, una abrumadora mayoría de la población mexicana, percibimos al presidente de la República como un político excepcional, que por lo mismo se torna irrepetible. Su aportación a la inédita transformación con justicia que vivimos tiene una dimensión histórica. Nunca, nadie, se interesó por los más desposeídos que conforman el grueso de la población pues eran concebidos como simples objetos electorales cuyas promesas huecas ofrecidas, siempre olvidarían. TODAS las propuestas de campaña hechas por Andrés Manuel López Obrador, que para algunos eran ambiciosas, habrían de cumplirse rigurosamente de manera anticipada.
La pandemia, la guerra Rusia-Ucrania y demás vicisitudes, serían desafiadas y superadas por este gobierno, positivamente atípico.
La apocalipsis deseada para el gobierno progresista no se hizo esperar, los medios de comunicación tradicionales, sojuzgados por prebendas y dinero, aseguraban López Obrador nos llevaría al fracaso: Saldrían los capitales nacionales, se ahuyentaría la inversión extranjera, habría caos y desabasto de bienes y servicios, serían saqueadas las tiendas de autoservicio y departamentales. Las casas grandes serían “inundadas” con familias desconocidas, el peso se devaluaría ante el dólar y otras monedas. El desempleo y desabasto sería la constante y el país “desaparecería”.
Hoy México es una nación ejemplar ante el mundo, lidera muchos índices de bienestar y su gobierno es ejemplo recurrente en casi todos los departamentos, destacándose el abatimiento gradual de la pobreza.
Reitero, esto no habría sido posible sin la participación de un hombre, cuya honestidad, inteligencia, generosidad y esfuerzo, se hiciera evidente a cada momento.
Lo anterior, justifica nuestro optimismo en el futuro, y obliga a quienes vayan a sucederlo, en la continuidad de las políticas públicas que favorezcan al pueblo y la nación en su conjunto.
Como podemos intuir, el presidente López Obrador ha sido incomparable y está dejando una “vara tan alta” que difícilmente alguien podría “saltar”. La vida sigue y el país habrá de avanzar políticamente de forma inexorable.
Son Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López, quienes se destacan, en mi concepto, por su gran cercanía política con el movimiento, los objetivos, y las realidades de esta revolución pacífica, y alguno de ellos, deberá encabezar esta sustitución formal.
Sin embargo, en congruencia con nuestra Constitución vigente de 1917, y habiendo sido elegido el presidencialismo como forma de gobierno, sólo una persona puede optar por la presidencia de la República, recordando en México, fue desechada la vicepresidencia por su antagonismo “natural” en contra de la primera magistratura.
Dicho en otras palabras, no se puede cogobernar en nuestro país. El titular del ejecutivo es de acuerdo con el artículo 80, Presidente del poder ejecutivo, jefe de estado, jefe de gobierno y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas.
Si en este momento tuviéramos que elegir entre las opciones citadas (Claudia y Adán Augusto) sería necesario ponderar variables que son difíciles en su medición. La única alternativa cuantificable por su repetición histórica son las encuestas, que se han venido publicando desde hace mucho tiempo y en la mayoría de las cuales Claudia Sheinbaum lidera, cada día, con mayor holgura. Adán Augusto López compite en este momento por un lejano tercer lugar.
Claudia y Adán Augusto, insisto, son quienes tienen mayor afinidad ideológica con la 4T, y es necesario lo ratifiquen, considerando la posible alianza PREVIA entre ambos, para asegurar una candidatura fuerte y representativa que satisfaga las expectativas de continuidad en los simpatizantes y militancia de un antiguo movimiento que ha estimulado la incesante lucha durante décadas pasadas.
La importancia del pragmatismo en política no está en duda, menos aún, en temas de carácter electoral. El recurso del “voto útil” siempre será determinante cuando se está en armonía con la generosidad.
Sugiero, sin pudor alguno, la renuncia oportuna de Adán Augusto a la candidatura haciendo un llamado a todos sus seguidores para que en las encuestas que se realizarán entre el 28 de agosto y el 3 de septiembre, haga un llamado para que se vote por Claudia Sheinbaum, evitando dilapidar un capital político apreciable.
No quisiera se interpretara esta propuesta como un desprecio hacia quienes no menciono, no sería justo. Todos tienen un notable recorrido por nuestros caminos, que justificaría ampliamente la obtención de la candidatura.
“Nada más elocuente que la elección” (William Shakespeare)