Por: José Hermilo Amezcua

La noche del primero de junio de 2019, el boxeo mundial fue testigo de una de las mayores sorpresas que se tengan memoria en el bello deporte de la fistiana (el arte de los puños), cuando un rollizo peleador mexicano venció por la vía del cloroformo en siete episodios al entonces campeón mundial de peso completo, Anthony Joshua.

Tras caer a la lona en el tercer round después de una combinación brutal del boxeador británico, Andrés Ponce Ruiz Jr., se levantó de la misma para cambiar el destino de la pelea y el de su vida.

El resto del combate se convirtió en una enorme exhibición de gallardía, garra y amor propio del hombre con padres mexicanos que nació en Impala, California, el 11 de septiembre de 1989. Esa noche el nombre de Andy Ruiz saltó a la fama y se escuchó muy fuerte en todo el planeta deportivo.

Los asistentes al Madison Square Garden de Nueva York, vieron con sorpresa la victoria de un atleta pasado de kilos, pero con un corazón enorme, ante un atlético y esbelto peleador de clase excepcional.

Y fue el destino caprichoso quien le permitió llegar a la cita con la historia esa noche de junio, porque el rival inicial de Joshua para disputarle el campeonato de los pesos pesados de la WBO, WBA, IBF e IBF, Jarrel Miller, fue encontrado culpable de ingerir sustancias prohibidas, por lo que fue suspendido de toda actividad boxística.

Fue entonces que apareció el nombre de Andy Ruiz como posible retador del campeón, quien vio con buenos ojos a un rival que le haría pasar una noche tranquila. Sin embargo, los puños del Destroyer terminaron con el reinado de Joshua y empezó una narrativa distinta para ambos.

Con ese inobjetable triunfo, México se apoderó de la primera corona mundial en la categoría de los pesados en su historia, para elevar la cifra a 978 de boxeadores aztecas, campeones del mundo.

Ha pasado casi medio año de aquel intenso combate y este sábado 7 de diciembre en la Arena Diriyah, en Arabia Saudita, Andy le concede la revancha a Joshua, en un duelo que se antoja interesante y donde se disiparán, de una vez por todas, las dudas existentes sobre la calidad boxística de Ruiz.

La bolsa que se agenciará el actual campeón del mundo es de diez millones de dólares. Cuatro más de lo que cobró como aspirante al título, la noche del primero de junio de 2019.

La vorágine que se ha formado después de aquellos 21 minutos de la primera noche de junio de este año, donde Andy nació al mundo deportivo, le dieron un vuelco a su vida y a su entorno.

Bajo esa premisa, Andy se convirtió en un símbolo del boxeo. Su imagen se popularizó. Las entrevistas en los medios de comunicación han sido una constante. Su fama ha ido escalando desenfrenadamente.  Su popularidad en México y en Estados Unidos es demasiada.

Poseedor de un carisma encantador, Andy dicta conferencias, hace videos promocionales. Es un auténtico Rockstar del boxeo y de la farándula. Su imagen es promocionada para elevarlo a una categoría de un Dios deportivo.

Esta situación hace pensar que la preparación no ha sido la que requiere el actual campeón del mundo. El ruido incesante de la fama y el poder seductor del dinero, desconcentran al más sensato y todo parece indicar que Ruiz está sufriendo los estragos negativos de su histórico triunfo hace seis meses.

En días pasados, la voz autorizada de uno de los mejores boxeadores de la historia, Julio César Chávez, advirtió que la carrera del campeón de los pesos pesados puede estar en riesgo porque su preparación no ha sido la adecuada.

“En una pelea, Andy Ruiz, se ganó el cariño de todos los mexicanos. Ya se le empieza a subir un poquito, se le empieza a perder el piso, y cuidado porque viene una pelea difícil, no va a ser igual la primera que la segunda, ojalá repita el nocaut para que se consolide”.

Faltan pocas horas para que se realice la revancha entre Andy Ruiz y Anthony Joshua en la Arena Diriyah, en Arabia Saudita. Las apuestas señalan favorito al británico. Esto lejos de intimidar al púgil mexicano le motiva. Siento que el no ser favorito me motiva más. Voy a probarle a las personas que no creen en mí que se equivocan y voy a demostrarles quién soy”.

Con la consigna de afianzarse como un boxeador de talla mundial y callar todas las bocas que no creyeron en él, Andy Ruiz sube al cuadrilátero. Una victoria le consolidaría en el sitio que merece en la historia. Una derrota, lo volverá a su realidad y difícilmente volverá a colocarse en los primeros planos del boxeo internacional.

Casualidad, suerte o destino. El pleito de este sábado es la guerra. El rumbo que tome, pondrá de nueva cuenta a todos en su lugar. Con todos los reflectores sobre su desempeño, Andy tiene la última palabra.

Esperemos que su preparación haya sido la adecuada. Joshua va con todo para recuperar su campeonato, Ruiz lo sabe y debe estar muy atento para no ser sorprendido. Un error puede cambiarlo todo. Así es que: ¡Aguas campeón!

 

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