Nunca, en mi larga vida de “observador fortuito”, en ningún otro sitio de nuestro país, pude testificar un derroche de recursos públicos por parte de un partido político con el nivel de cinismo y abundancia como lo hace Acción Nacional en el estado de Querétaro. La ciudad capital, que alberga a un 47% de la población estatal es la “joya de su corona”, de ahí el obsesivo  esmero. Cientos de espectaculares fijos con sus figuras “estelares”, otros, electrónicos, puentes peatonales, camiones con vallas y paradas de autobús muestran, una y otra vez, los rostros y nombres de nuestros potenciales gobernantes. Miles de humildes promotores a sueldo con sonrisas tristes coreando con bostezos nombres desconocidos y ondeando banderas que les son ajenas.  Su cruzada digital no es distinta, todos los días, al abrir nuestras cuentas en redes sociales, recibimos publicidad panista derivada de ambiciosas campañas con recursos que parecen inagotables.

Lo anterior sugiere una fundada sospecha que el PAN queretano ha gastado mucho más de los límites establecidos para sus gastos de campaña. Este déficit por excesos, siempre le ha sido cubierto por los “inversionistas” sexenales, qué, sin mayor sentimiento de culpa por el futuro daño al erario, aportan con puntualidad los montos requeridos. Estos especuladores disfrazados de empresarios saben sus aportaciones serán reembolsadas con creces vía obras y contratos leoninos en contra de las poblaciones manejadas por los “vándalos azules”.

En una mesurada estimación visual, muchos coincidimos, la publicidad panista supera en una proporción de diez a uno al partido que le va a la zaga en esos gastos, de tal manera que resulta imposible promover la participación política bajo esos parámetros y condiciones injustas.

Sin embargo, la experiencia de 2018 nos demostró el valor de un candidato al margen de las marcas, inclusive sin dinero.

Mauricio Kuri, aspirante a gobernar el estado de Querétaro, no cuenta con la educación, carisma, simpatía,  inteligencia, cultura, ni talentos apreciables para gobernar con suficiencia, pero, tampoco encuentra oponentes en  ningún partido que le superen notablemente en esos rubros, por ello hará prevalecer el valor del poder y del dinero.

La presidencia en el municipio de Querétaro será un caso muy distinto. El PAN en un alarde de estulticia, decidió buscar la reelección de un hombre que en 2018 perdió la elección ante los ojos de la ciudadanía, sólo rescatado miserablemente por la Sala Superior del TEPJF.  Luis Bernardo Nava, un mentiroso profesional, en 2018 prometía que la ciudad bajo su gobierno tendría el doble de seguridad y la mitad de tráfico (transito). Esas eran propuestas que todos sabían eran imposibles de cumplir. Una vez impuesto en el poder, no pudo ejecutar las ofertas ejes de su campaña pasada sin recibir sanción por parte de su partido. Al contrario, le volvieron a dar la confianza ante el asombro de la población. Nava, entendió que “prometer no empobrece, el dar es lo que aniquila”. Esta es la esencia temeraria de su discurso, hacer ofertas increíbles que nadie le hará cumplir.

Arturo Maximiliano García, a quien conozco bien, es en mi concepto el prototipo del candidato ideal para cualquier partido. Me hubiera gustado fuera por Morena a la gubernatura del estado destrozando cualquier posibilidad panista.

Max, que está contendiendo bajo las siglas de Morena por la Presidencia Municipal de Querétaro, es en mi concepto, el único aspirante que cumple ampliamente con las reglas básicas de competencia:

Honestidad incuestionable.
Capacidad para ganar la elección sin dependencia partidista. Él es un candidato que rompe hegemonías partidarias, su perfil, representa a toda la población sin distinción de “credos” políticos o estatus socioeconómicos.
Cuenta con amplia cultura, capacidad política y comprensión social.
Experiencia apreciable en la gestión de gobiernos comprometidos.

¿Tendremos la capacidad para distinguir virtudes, o nos son indiferentes?