El 5 de diciembre de 1997, Cuauhtémoc Cárdenas, el hijo de “Tata Lázaro”, tomaba posesión como primer jefe de Gobierno en el Distrito Federal. Este acto, dejaría atrás la antigua potestad del presidente de la República para designar al “regente” que “gobernaría” la ciudad a su antojo. Este nuevo cargo, seria vigente a partir de su inclusión en la Constitución y el Estatuto del Gobierno del Distrito Federal por medio de la reforma política de 1993, y solo se obtiene ganando la elección específica por medio del voto ciudadano.
La ciudadanía capitalina ha sido vanguardia en prácticamente todo. Su evolución es notable en diferentes ámbitos tan puntuales como la ciencia, el arte, la cultura y la política. Lo anterior, justifica en buena medida, la abierta disposición que siempre han tenido hacia un pensamiento ideológico de izquierda, más justo, democrático e incluyente.
Es recurrente, sea explotada en argumentaciones diversas, la izquierda capitalina mantenga el poder desde hace veintiséis años. Esto es, por lo menos cuestionable, en términos de partidos, y en especial, de personajes.
La declaración de principios y estatutos, en los partidos de la revolución democrática (PRD), y Morena, dan fe indudable de su ideología, sin embargo, la realidad, a veces nos rebasa, y ubica, en estados de credibilidad y conflicto.
Los partidos políticos, no solo tienen documentos básicos, como entes regulatorios. Sus normas, al igual que las leyes, están sujetas a su interpretación y es ahí donde inician la libertad y sus problemas.
Para ser justos, es lícito hacer ésta reflexión: ¡El exitoso PRD de López Obrador, o el decadente y acomodaticio de “Los Chuchos”!
Hay que poner en contexto, el PRD ganó las elecciones en 1997, 2000, 2006, y 2012. Morena en 2018. La derecha nunca ganó la jefatura de gobierno.
En ese mismo contexto podemos exaltar la participación de Andrés Manuel López Obrador:
Cuando el PRD gana su primera elección (1997) Andrés Manuel era presidente del PRD (02/08/1996 a 10/04/1999)
En el año 2000, nuestro actual presidente de la república ganaría por el PRD la jefatura de Gobierno.
En 2006, ganaría la presidencia de la república, escamoteada por un grotesco fraude documentado. El PRD tendría una votación oficial del 35.31% para su candidato, que influenciaría dramáticamente la llegada de legisladores morenistas a las cámaras. Fue la elección con mayor esplendor en el partido del sol azteca. Marcelo Ebrard se beneficiaría de este arrastre popular.
La fortuna del PRD bajo la mano de López Obrador seguiría en 2012, pues este, habría conseguido el 31.61% de los votos para su candidatura, manteniendo la afluencia de legisladores al congreso e imponiendo con su popularidad a Miguel A. Mancera.
EN 2018, sin el fenómeno AMLO, el PRD encontraría su realidad, NO VALÍA NADA SIN ÉL, y solo conseguiría mantener su registro con un miserable 3% alterado. En 2024, su desaparición será inminente.
Lo anterior tiene como propósito ratificar, TODAS las victorias sucesivas de los jefes de gobierno en la Ciudad de México estuvieron íntimamente ligadas a la popularidad y trabajo político del tabasqueño: Cuauhtémoc Cárdenas, Marcelo Ebrard, Miguel A. Mancera y Claudia Sheinbaum.
No es irrelevante conocer la orientación política que acompaña a quienes dirigieron la jefatura de gobierno con anterioridad y tratar de contrastarla con sus conductas:
Siempre he pensado la mayor virtud de Cuauhtémoc Cárdenas, fue haber sido hijo de la popularidad en su padre que lo acompañara en todo momento. Su alianza con la corriente democrática del PRI y los grupos de izquierda en México tienen mucho en común: la obsesión por la presidencia de la república. Su salida del Revolucionario Institucional no obedece a diferencias ideológicas, esta tiene que ver en la cerrazón para una potencial candidatura. Con la izquierda nace la posibilidad de lograrlo al mostrarse como un personaje que le daría fuerza a esa alianza. El progresismo le daría tres oportunidades que solo capitalizaría en 1988. En 1994 y el año 2002, su participación sería anodina. Sus actos de gobierno en Michoacán y la Ciudad de México, le mostraron con apatía ante los problemas sociales.
Marcelo Ebrard, otro “predestinado”, tuvo graves problemas para entender a la izquierda, desde una óptica de centro-derecha. Hugo López-Gatell Ramírez, para Sin Censura, afirmaría qué, “A partir de un estudio documentado de distintos rubros, durante el gobierno de Ebrard en la CDMX hubo una entrega casi total al modelo neoliberal. Hizo pactos con el PRI, el PAN y el gobierno de Calderón.
Alejandro Rojas Diaz Durán, un famoso saltimbanqui de la política mexicana, diría en vísperas de la elección de Miguel A. Mancera como candidato para la CDMX: “Es un “marcelista” confiable, leal, y representa el proyecto, y yo confío plenamente en que él abandere la “izquierda”. Sería jefe de gobierno, y ciertamente, un eficiente colaborador de la izquierda sui generis de los “chuchos”, y el gobierno federal encabezado por Enrique Peña Nieto. Mancera fue tan entreguista y neoliberal como quien lo hubiera antecedido.
Como podemos ver, en algunos casos, la izquierda fue abiertamente traicionada por personajes advenedizos en el idealismo progresista y poco o nada aportaron para los objetivos trazados con anterioridad.
Es Andrés Manuel López Obrador con sus obsesiones, proyectos, programas de gobierno y luchas permanentes, quien deja un saldo positivo para todos los habitantes de la Ciudad de México.
Tendrían que pasar doce años, para que Claudia Sheimbaum retomara el trabajo honesto con espíritu creativo, dando continuidad a un proceso que había sido deliberadamente interrumpido.
Con el peligroso antecedente que viviera la población capitalina, es importante aceptar que Morena y sus aliados no deberán buscar el triunfo a cualquier precio. Cuentan con magnificas opciones que deberán ser ponderadas al máximo.
Recordamos en 2018 a Mariana Boy Tamborrel, como una formal y responsable candidata del partido verde ecológico de México, quien tuviera un papel más que decoroso para un partido minoritario que se vendía al mejor postor.
Hugo López-Gatell Ramírez, ocuparía durante mucho tiempo la atención y confianza del pueblo mexicano, que premiaba cada día, su entereza y esfuerzos por ayudar en un entorno de gravedad extrema. Nunca lo olvidaremos.
Mariana y Hugo, en este momento, juegan con dignidad una larga distancia ante los lideres.
Omar García Harfuch, al margen de sus historias, cuenta con el beneplácito de potenciales votantes que lo convierten en favorito. Y no es para menos, ha logrado disminuir la inseguridad de la ciudad a niveles insospechados. Su “belleza”, que pudiera parecer un rasgo superfluo, le potencia en sectores menos exhaustivos.
Clara Brugada Molina es la candidata natural en cualquier concepción de izquierda. Su estandarte, es el trabajo comunitario sostenido con logros espectaculares. Acumula una vasta experiencia en la administración pública con una aceptación envidiable. Cuenta con una enorme estructura territorial que seguramente le acompañará con emoción en su nuevo cometido. Clara, despierta pasiones políticas entre sus pares, al extremo de ya contar con un coordinador de campaña posible en la figura de Francisco Chíguil que no es un militante más en Morena. Francisco está solicitando licencia en la alcaldía Gustavo A. Madero de la cual es titular, y renunciando a la presidencia del Consejo Estatal de Morena en la CDMX.
El Cártel Inmobiliario panista de la Ciudad de México ha considerado exponer y enviar al “matadero” a su actual alcalde en Benito Juárez. El “ciudadano” Santiago Taboada, quien deberá responder a muchas incógnitas sobre la honestidad y buen gobierno.
“Quieran los dioses que cada uno desempeñe el oficio que conoce” (Aristófanes)