En México, la diabetes y obesidad son causadas por el inadecuado consumo de alimentos ricos en azúcares y grasas, además el sedentarismo detiene el gasto energético, estima
El cerebro tiene un papel fundamental para controlar, aumentar o disminuir el peso corporal, pues está directamente asociado con mecanismos básicos que utilizamos para comer, como las sensaciones de hambre y saciedad, sin embargo, para preservar una talla adecuada es necesario tener un equilibrio entre lo que se come y la actividad física que se realiza, señaló la investigadora del Instituto de Fisiología Celular (IFC), Marcia Hiriart Urdanivia.
La especialista de la UNAM citó de ejemplo, la grelina, hormona que provoca hambre y se produce principalmente en el estómago, aunque también en un área del hipotálamo cerebral. En tanto, la hormona leptina, que es generada por nuestros adipositos o células grasas, nos otorga sensación de saciedad.
La investigadora dijo que preservar el peso corporal adecuado depende en buena parte de nuestro equilibrio energético; es decir, de una relación apropiada entre la entrada y la salida de lo que comemos. “Es muy importante hacer ejercicio para mantener esta relación, pues es un componente importante en el gasto de energía”.
Durante la conferencia “El control de peso inicia en el cerebro”, la exdirectora del IFC recordó que en México son números los casos de diabetes y de obesidad, enfermedades causadas por el inadecuado consumo de alimentos ricos en azúcares y grasas, además de sedentarismo que detiene el gasto energético.
Cerebro e intestino regula apetito
Ante estudiantes del bachillerato universitario, Hiriart Urdanivia comentó que obtenemos la energía básicamente de carbohidratos (formados por polisacáridos), proteínas (hechas de aminoácidos) y lípidos o grasas (compuestos por triglicéridos como colesterol y ácidos grasos).
Refirió que cuando bebemos un refresco de 600 mililitros, muy común en México, uno de los países con mayor consumo de estos productos, la ingesta en gramos de azúcar alcanza entre 63 y 78, dependiendo de la marca, por lo que recomendó reducir su consumo.
Al comer de más hay una entrada energética extra que se vuelve grasa y nos engorda. La energía que no se usa, a través del ejercicio, se reúne en el hígado. “Si continuamente estamos comiendo dulces todo el tiempo está alta la concentración de glucosa en la sangre, y estamos secretando insulina, por lo que el sistema está sobreestimulado”, alertó.
De acuerdo con la especialista, la regulación del apetito se realiza en un mecanismo en el cual participan el cerebro y el intestino. En el primero el hipotálamo controla el hambre y la saciedad. Las hormonas relacionadas con la alimentación son muchas, entre ellas: la serotonina, dopamina, grelina, leptina y el péptido YY3-36.
Consumo de verduras disminuye saciedad
Hiriart Urdanivia mencionó también que existe el hambre emocional, que consiste en utilizar la comida para sentirse mejor, en lugar de tener un hambre física, que es la necesidad de nutrir a nuestro cuerpo.
La experta sugirió a los jóvenes bachilleres dormir bien -un promedio de ocho horas al día- porque al disminuir el tiempo de sueño se puede alterar el equilibrio hormonal, lo que aumenta la grelina (que produce hambre) y disminuye la leptina (se genera saciedad).
Asimismo, fomentar hábitos alimenticios adecuados que influyen en el peso y la salud a mediano plazo: planear comidas y disminuir el tiempo entre estas; llevar a la escuela o el trabajo alimentos sanos; beber agua natural y no endulzada; masticar despacio y disfrutar los alimentos.
Para obtener mayor saciedad, sugirió una alimentación en forma de pirámide invertida, en donde en la parte más alta y ancha estarían las verduras, luego proteínas como carne y huevo, enseguida los carbohidratos (pan y arroz) y, al final, fruta como postre; todo acompañado de agua natural.