Mientras la industria automotriz en México está impedida para reiniciar su producción al no haber sido considerada sector esencial por el gobierno federal para el regreso a la “nueva normalidad”, en Estados Unidos las tres grandes de Detroit:  Fiat Chrysler Automóviles (FCA), General Motors (GM) y Ford arrancaron sus operaciones este lunes 18 de mayo, lo que pone en riesgo a la industria mexicana.

A pesar de los esfuerzos de la industria automotriz instalada en México para tener protocolos de salud eficientes e incluso reconocidos por las autoridades sanitarias en sus inspecciones, los fabricantes de autopartes y de vehículos en México tienen la instrucción de reiniciar hasta el próximo primero de junio, lo que ha puesto en alerta, principalmente a los fabricantes de autopartes.

Ya lo dijo Oscar Albín Santos, presidente de la Industria Nacional de Autopartes, “uno de los temas más sensibles” es el inicio de operaciones que, por principio de cuentas, estaba programado para este 18 de mayo, pero de un día para otro, recibieron la noticia de que será hasta el primero de junio.

Los fabricantes de autopartes estaban ya listos con los protocolos necesarios para no ser ellos quienes rompieran la cadena productiva y, peor aún, sean sustituidos por los productores de vehículos en Estados Unidos al no tener el suministro necesario para el armado de las unidades.

Mas allá de la mala interpretación de una posible presión de Estados Unidos, hay que recordar que la industria automotriz es regional y que no se trata de abrir y empezar a operar internamente, sino que el armado de vehículos es una actividad conjunta entre ambos países.

Las armadoras en la Unión Americana requieren de las autopartes que exporta México para operar, pero si no tienen el suministro, voltearán a ver a otros proveedores.

Ahí el dilema. En México existen unos 600 proveedores de nivel uno, es decir, los fabricantes de autopartes originales para el armado de vehículos nuevos y que por lo tanto hacen negocio directo con las armadoras de vehículos.

Pero el impacto iría más lejos porque de acuerdo con datos de la INA, existen unos 900 proveedores de los niveles dos y tres, es decir, aquellos que proveen al fabricante de equipo original y que por lo tanto son indispensables para la completa fabricación de vehículos.

Es decir, estamos hablando de mil 500 fabricantes autopartistas que en este momento no pueden operar y están dejando de enviar su producción a Estados Unidos, a una industria que trabaja con el justo a tiempo. La pregunta es ¿Se quedarán las grandes armadoras varadas hasta recibir la proveeduría o buscarían sustitutos de los fabricantes mexicanos?

No vale la pena investigarlo porque es México quien puede salir perdiendo. Hay que actuar ya.

En México la industria genera más de un millón de empleos directos y el gobierno federal debe prever el impacto económico de no echar a andar al sector, un sector que ha aplicado los protocolos para iniciar lo antes posible su actividad y empezar a mover con precaución una economía que está prácticamente paralizada.

Ahí dejamos la reflexión al gobierno federal y la petición para no hacer de la crisis económica venidera la peor peste de México.

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