En México, la organización social del cuidado de las personas recae mayoritariamente en las mujeres, dentro de sus hogares, sin remuneración y sin acceso a seguridad social. La Economía del Cuidado representa el 27.4% del Producto Interno Bruto (PIB), de los cuales el 89% corresponde a labores no remuneradas, tres cuartas partes de las cuales son realizadas por mujeres. Los trabajos remunerados en este sector están mayormente feminizados y son precarios, con salarios hasta 40% inferiores al resto de la economía, según señala un análisis del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).

Menciona que la organización de la Economía del Cuidado impacta el gasto de los hogares, sus ingresos disponibles y el tiempo dedicado por las mujeres. La presencia de servicios de cuidado puede duplicar la probabilidad de que las mujeres del estrato socioeconómico más bajo puedan salir de la pobreza, pasando de 37% a 68%. Sin embargo, la asistencia a servicios de cuidado para infancias de 0 a 5 años es apenas del 34%, evidenciando la carencia de una estrategia articulada en este sentido.

Las políticas actuales son insuficientes para remediar esta problemática y se espera que la situación empeore con el envejecimiento poblacional, que duplicará las necesidades de cuidados para el año 2050. Experiencias en otros países como Uruguay y Colombia demuestran la viabilidad y la importancia de construir un Sistema de Cuidados de amplia cobertura.

Para reducir las desigualdades estructurales en la provisión de cuidados y promover la movilidad social se requiere la creación de un Sistema de Cuidados. Para ello se plantean siete vertientes que el Estado mexicano debe impulsar, con la corresponsabilidad entre mercado, sociedad y hogares (conocido como el diamante del cuidado).

Ellas son: Contar con un marco legal y normativo del derecho al cuidado, en donde los sujetos de derecho somos todos; disponer de servicios en establecimientos e infraestructura; crear y fortalecer servicios domiciliarios que faciliten el cuidado de grupos prioritarios y el autocuidado en general en el hogar y derecho a la seguridad social y condiciones laborales dignas para personas cuidadoras y trabajadoras del hogar remuneradas.

Así como restablecer medidas de corresponsabilidad con políticas y acciones para dar cumplimiento a las cinco R’s (reconocer, reducir, redistribuir, representar y remunerar) del cuidado, entre todos los actores del diamante del cuidado; adoptar medidas de financiamiento, de gasto social y fiscal utilizando el enfoque basado en derechos humanos y de cuidados; disponer de estrategias y mecanismos de consulta, socialización y divulgación permanente con todos los actores del diamante de cuidados, especialmente con la
sociedad civil y personas cuidadoras; contar con información estadística, y un sistema de monitoreo y evaluación para profundizar el estudio de la Economía del Cuidado y su incorporación en las estrategias de desarrollo económico y social.

Para la configuración, gobernanza y plan de acción del Sistema de Cuidados se propone la formación de un Comité técnico que involucre organismos, sectores públicos, la sociedad civil y el ámbito privado.