• La historia de Humberto González ha sido la excepción en la regla de diversos pugilistas mexicanos que han caído gracias al mal manejo de sus fortunas; en la actualidad, el Carnicerito de Neza puede presumir una vida tranquila gracias a las inversiones que realizó como profesional.

Red de corresponsales

Aunque a ojos de muchos el boxeo es el deporte que más glorias le ha dado a México a nivel mundial, la gran mayoría de los exponentes que llegan a la cima del éxito se derrumban cuando los excesos y vicios agotan sus exorbitantes ingresos. No obstante, existen casos excepcionales de campeones mundiales como Humberto González, quien a pesar de haber ganado cifras millonarias por los títulos que obtuvo, supo invertir su dinero para poder vivir de sus negocios durante el retiro.

A sus 55 años, el legendario tricampeón de las 108 libras vive de las ganancias que obtuvo como profesional. Varias carnicerías, así como un par de salones de fiestas, son algunos de los giros en los que pudo invertir y vivir después de haberse alzado como uno de los mejores atletas en México. De hecho, su atinada decisión lo llevó a romper con el trágico guion en la vida de diversos púgiles que lo pierden todo y viven sus días alejados de la opulencia.

De los 46 pleitos que sostuvo a lo largo de su carrera profesional, quizá el más recordado sea el decisivo de la trilogía que protagonizó en contra del estadounidense Michael Carbajal. Además de la victoria que se adjudicó la noche del 21 de noviembre de 1994 en la Plaza de Toros México, por la decisión de los jueces, que le ayudó a recuperar el cetro mundial en peso minimosca, también fue acreedor de la primera bolsa millonaria para un pugilista de su categoría.

La cima del éxito lo llevó a obtener el campeonato mundial del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) en tres ocasiones, así como el avalado por la Federación Internacional de Boxeo (FIB). A la par que crecía su fama y sus ganancias, personas con todo tipo de intenciones buscaron acercarse a él para obtener algún tipo de beneficio. Sin embargo, el apoyo de su familia fue crucial para que mantuviera firmes sus objetivos y no comenzara a despilfarrar el dinero obtenido.

De hecho, el experimentado entrenador de leyendas en el pugilismo, Ignacio Beristáin, ha llegado a declarar que su esposa fue uno de los pilares fundamentales para que La Chiquita no perdiera el rumbo de su carrera. El mismo papel tuvo su ex mánager Rafael Cobra Mendoza pues “supo rodearlo de amistades que lo llevaron por el camino del bien”, según testificó para el diario La Jornada.

Por su parte, González sabe que “aunque uno como boxeador haya conseguido una montaña de dinero, de todos modos se acaba. Por eso hay que cuidarlo y hacerlo crecer. Mucha gente te ofrece invertir en diferentes negocios, pero luego terminan estafando”. Así lo hizo, luego de haber trabajado y heredado las carnicerías de su padre en Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México, optó por hacerlo prosperar.

Fue gracias a una de esas tiendas que se ganó el alias que lo identificaría en la gran carpa del deporte.La Chiquita era el nombre de una de las carnicerías, aunque años después, pudo extenderse e invertir su dinero en un salón de fiestas desde el año 1995. El lugar figura en el abundante historial de su perfil en Instagram, donde recién anunció su reapertura después de que la pandemia por el virus SARS-CoV-2 obligara al cierre temporal de diversos negocios.

En su cuenta también destaca una fotografía junto a Saúl Canelo Álvarez, un boxeador exitoso que, a pesar de las exorbitantes ganancias que ha ganado como campeón en cuatro categorías diferentes a lo largo de 60 pleitos, siguió sus pasos y ha sabido invertir su dinero para asegurar un porvenir cuando llegue la hora de colgar los guantes.

Al respecto, González ha señalado que en la actualidad, los jóvenes que se abren paso en la disciplina cuentan con más y mejor asesoría acerca de lo que pueden hacer con su dinero. Ello, sin duda, representa una buena oportunidad para que los futuros exponentes no repitan el trágico patrón que provocó la caída de legendarios deportistas como Víctor Rabanales, Cañas Zárate, Mantequilla Nápoles o el propio Julio César Chávez.

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