En la cuna de la reacción y el laboratorio del golpismo -donde sientan sus reales remoras del neoliberalismo como FRENA-, el sector de empresarios conservadores que en las elecciones de 2021 patrocinó a Samuel García -en aras de mantener sus privilegios a toda costa-, tener un “nuevo rostro” después de auspiciar al desgastado PRI de Rodrigo Medina, y tras el terrible experimento “independiente” llamado “el Bronco”, rostro personificado en un “influencer” al que desde la mercadotecnia política llamó esta vez “la nueva política” y el “nuevo Nuevo León”; ahora ese sector irresponsable de poderosos esconden la cabeza como avestruces, tras el evidente y estrepitoso fracaso de un gobernante que solo ha dado pasos hacia atrás, al que pensaban manipular pero que ha sido tan incompetente que ya “no es rentable”. El nuevo Nuevo León concita la impresión en grandes capas de la sociedad de una vuelta a un pasado de inseguridad, violencia, caos y servicios públicos a la deriva, situación que parecía haberse quedado atrás.

Ante el descontento por la escasez del agua y el pésimo manejo de la crisis resultante de la misma, la respuesta del gobernador no solo ha sido la ausencia de soluciones, sino el deslinde, la negligencia e incluso la prepotencia, lastimando y dejando en la orfandad a un pueblo que -es verdad-, en su mayoría lo eligió su gobernante.

Primero, Samuel García dijo “que le mentaran la madre al Bronco” y no a él por la falta de agua, luego dijo que no era un problema del gobierno del estado, contradictoriamente aseguró era un problema de la gestión estatal anterior pero no de la suya; y recientemente ha culpado del tema a la supuesta falta de solidaridad de otros estados y gobiernos del país. El 25 de junio Samuel García aseveró: “Los neoloneses, siempre que hay un temblor en la Ciudad de México, un huracán en Guerrero, una catástrofe en Chiapas, somos los primeros en juntar lana y pipas y mandar ayuda, siempre, chequen Teletón. ¿Quién es el estado que más lana pone cuando hay una crisis? Siempre somos nosotros, y nos dicen codos, y somos los que más ponemos y siempre al pie del cañón. Y ahorita que estamos en crisis no mandan una chingada despensa, no levanta la mano nadie y ¿les digo algo? No los ocupamos, porque aquí sí sacamos debajo de las piedras el agua, el dinero y el orgullo. No ocupamos a nadie los neoloneses”.

Amparado en vaivenes discursivos que van desde ese chovinismo estridente de “nos vamos a salir del pacto fiscal”, “que Nuevo León reciba lo que aporta”, y “no ocupamos de nadie los neoloneses”, hasta tímidos avisos de colaboración inter institucional, la realidad es que la incompetencia del gobernador lo nubla a atender con eficacia los problemas de la gente y mantener la gobernabilidad de Nuevo León, como es su responsabilidad no solo política sino administrativa; lo más fácil es salir del paso con frases incendiarias que en nada ayudan y que más gasolina derraman en la pradera  demasiado seca.

Los memes simpáticos y los disfraces de super héroes no gobiernan, no se resuelven los problemas comunes con frases puntillosas o sarcásticas en las redes sociales. De nada sirven los espectaculares anuncios de magnas obras para nuevos estadios y líneas del Metro, sino lo más básico y bendito para la subsistencia que es el agua, no sale de la llave.

Aunado a la crisis del agua, hay una crisis política que no tarda en agudizarse, pues el MCPRIAN se está pulverizando, poque el PRIAN no quiere cargar con los costos del experimento naranja, y se habla con inusitada vehemencia de revocación de mandato, y juicio político, en una andanada desde el PRI y el PAN que se observa como una lamentable y obvia estrategia de politiquería para sacar ganancia del río revuelto.

Sería cómico -sino es porque realmente es trágico-, que esos memes elaborados por cierto en las granjas de bots de algunos potentados regios, donde decían que si AMLO ganaba México “sería como Venezuela” (en su visión propagandística de guerra sucia), hoy en Monterrey no son memes sino realidades con estantes en supermercados vacíos de botellas de agua, y con la racionalización de poder comprar solo 5 productos de agua envasada por persona.

Cuando se deslindó del problema, culpando a Conagua, Samuel García no explicó que el recibo de agua lo cobra la dependencia del gobierno estatal Agua y Drenaje de Monterrey, y que en plena crisis y escasez incrementaron las tarifas hasta en 100% en los recibos de agua, proveyendo menos del 5% de los litros que llegaban anteriormente. De 300 pesos en promedio que pagaba una familia ahora paga aproximadamente 800 pesos. Por eso en el imaginario popular se afirma “no es sequía, es saqueo”. No hay agua, y la que hay es el triple de cara.

En esta sequía de agua y de buenas noticias para el pueblo de Nuevo León, la única solución anclada con la realidad es la construcción de la presa Libertad, que permitirá abastecer de agua a la zona conurbada del estado, para la cual la única luz es que el gobierno federal entregará 2,183 millones de pesos. Se tiene estimado que la obra finalizará en 2023. Con la presa Libertad, se pasará de suministrar 1.5 a 2,000 litros por segundo, lo que ayudará a enfrentar el déficit de agua.

Habría que sumar voluntades, olvidarse de banalizar los problemas en las redes sociales, tener un gobierno que piense en todos, dejar frivolidades, mostrar humildad y cariño al pueblo, es decir todo lo contrario que hace el gobernador de Nuevo León, para sacar al estado de las múltiples crisis (la del agua es una, pero también la seguridad pública, el transporte público y el medio ambiente de la zona metropolitana de Monterrey están en crisis); en el actual rumbo la calurosa región está cada vez más seca en su tejido social, puede bastar una chispa para un escenario que nadie queremos. Nunca es tarde para cambiar de rumbo, asumir errores, dejarse ayudar y ser consecuentes con el voto que otorgó el pueblo regio.