En México existió un pseudo Palacio Chino que funcionaba como sala de cine, su construcción estaba inspirada en el Oriente. En su interior se encontraban réplicas de pagodas de Birmania y templos, jarrones, máscaras, faroles y pasillos decorados al estilo asiático.

Lastimosamente las decoraciones y murales fueron desmantelados, la fachada ubicada en la Calle de Iturbide en el Centro Histórico es lo único que sobrevive de aquel recinto. Así funcionó hasta que en 2016, la franquicia de Cinemex anunció su clausura por venta de boletos pirata. Desde entonces el recinto lleva cerrado y abandonado 6 años.

Las cortinas del lugar se encuentran pintadas con grafitis, retiraron los budas y dejaron 2 hoyos en su lugar, a su anuncio le faltan letras e indigentes duermen al filo de sus entradas.

Antes de llegar al extremo de tener que clausurarlo se realizaron revisiones y negociaciones con respecto al complejo; sin embargo, por la piratería de boletos, el desarrollador del inmueble decidió cambiar el uso del mismo, por lo que el cine cerró sus operaciones definitivamente y Cinemex Real pasó a ser el complejo que atendería esa zona.

Entre los cines Teresa y Ópera, quienes también fueron inaugurados en la década de los cuarenta, el Palacio Chino fue de los que más años funcionó. Solamente el Teatro Metropólitan sobrevive a la fecha, perteneciente a la misma década que los anteriores; sin embargo, únicamente ha funcionado como sala de concierto.

El edificio sobresalía de los demás por su característico color vino, ventanas de herrería estilo chino, dos letreros neón, pequeños budas en las paredes y una marquesita donde se anunciaba la cartelera.

La sala se inauguró el 29 de marzo de 1940 con la cinta Luna de Miel, dirigida por el inglés Alexander Korda, en un evento sumamente extenso, el cual incluyó actores como Charles Chaplin y Gary Cooper, quienes enviaron felicitaciones por telegrama, el costo del boleto aquel día fue de 4 pesos.

Por su tecnología y concepto era considerado como un cine premier o de lujo, ya que contaba con alfombrado, butacas acolchonadas, sonido cinemascope y pantalla panorámica, en aquella época se proyectaba una película a la vez y los estrenos se realizan cada semana, no podían hacerse reservaciones, por lo tanto los usurarios tenían que formarse y sentarse en donde les fuera posible.

Durante la década de los cincuenta pusieron a la venta al Palacio Chino y su comprador fue Carlos Amador, un empresario relacionado con el cine, quien era esposo de Marga López. El tamaño del establecimiento se redujo a la mitad y se dividió en varias salas, dando paso a lo que conocerían como tele-cine Palacio Chino.

En ese entonces contaba con una sala de super lujo y para el año de 1965 se le consideraba como un cine de segunda. En los noventas lo pusieron nuevamente en venta y lo adquirió la franquicia de Cinemex, convirtiéndolo así en un multicinema, paso de tener únicamente 4 salas a expandirse hasta 11, de las cuales dos de ellas eran capaces de proyectar películas en tercera dimensión.

En el complejo se exhibieron películas de la Época de Oro del cine mexicano, por ejemplo, Viviré otra vez, Allá en el trópico y La feria de las flores, a partir del año 2000 se comenzaron a proyectar cintas clásicas de Walt Disney, tales como Toy Story y también se organizaron conciertos matinales durante un largo periodo de tiempo.