Redacción

Sin diálogos hablados y en lenguaje de señas, el documental mexicano ‘El silencio de mis manos’ muestra los retos que afrontan las personas sordas y de la comunidad LGBTI que quieren tener educación superior y cómo viven su vida en un mundo hecho para personas oyentes.

Manuel Acuña, el director del largometraje, el primero en el país hecho totalmente en lengua de señas y que se estrenó en la edición 39 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), dijo a EFE que la cinta confronta al espectador con su capacidad de oír y lo lleva a pensar su vida en medio del silencio.

“La gente se va a poder reconocer a sí misma como personas oyentes, ante algo que es tan cercano y de pronto se siente tan distante, como el sonido, ponernos a pensar cuántas formas nosotros tenemos de decir lo que deseamos, lo que queremos, y si solo la palabra es la única forma”, explicó en una entrevista.

Durante siete años, la película se adentra en la vida de Rosa Casillas y Saira Medina, dos jóvenes sordas que afrontan sin temor los obstáculos de vivir con una discapacidad mientras derriban estigmas de la migración y la identidad de género.

Su vida es un crisol de retos, pues Casillas estudia la carrera de Derecho con una intérprete pagada por ella misma y se interesa en defender los derechos de las personas con discapacidad, mientras su pareja, Medina, es una joven migrante en Estados Unidos que vive un proceso de transición de género.

En su lenguaje de señas ayudada por su intérprete, Casillas dijo a EFE que participó en este proyecto para fomentar el respeto y la inclusión por las personas sordas y visibilizar a las personas con discapacidad que también pertenecen a la comunidad LGBTI.

“Este documental causa este impacto a la comunidad que no tiene discapacidad, a sus familiares y, sobre todo, para que se respete a las personas sordas con amor y, sobre todo, incluyéndolas en la sociedad, y seguir aportando aún más para la comunidad LGBTI sorda, que seguimos luchando por ser visibles”, expresó.

La película es parte de la selección oficial del FICG, donde compite en los premios Maguey al cine de temática de diversidad sexual, cuyo fallo se revela el sábado.

Mónica Velasco, productora del documental, explicó a EFE que durante el rodaje aprendieron lengua de señas para entender a las protagonistas y lidiaron con la decisión de incluir los diálogos hablados o respetar su manera de comunicarse.

“Lo interesante y lo que ellas nos contaban era que no hay una película para la comunidad sorda, eso nos llenaba de más ganas de hacerlo así, de romper con esta idea de hacerlo como el cine se vende, eso pasó a segundo plano, y lo más importante era que ellas contaran su historia desde su realidad y desde esa lengua”, expresó.

Ver la película bajo estas condiciones obliga al espectador a concentrarse en la manera en cómo las manos se expresan ayudadas de subtítulos, y también a escuchar lo que el silencio transmite.

“El público se encuentra con cómo vive una persona sorda en una comunidad de oyentes, de qué es el silencio en realidad y con la necesidad de empatizar con alguien tan diferente”, señaló la productora.

El director y la productora buscan distribuidores para la cinta, que seguirá su camino en festivales por lo que resta del año y no descartan proyectarla en otros espacios para sensibilizar acerca de las necesidades de la comunidad sorda.

Del 7 al 15 de junio, el FICG reunirá a unos 200 corto y largometrajes en la competencia oficial en las secciones de cine mexicano e iberoamericano de ficción, documental, de animación, con temática ambiental y relacionada a la comunidad LGBTI.