Pandemia redujo dos veces más las economías de la región, que el promedio mundial, dice el director del organismo, QU Dongyu

Pese a que América Latina es una potencia agrícola, fue la región que se vio más afectada por la pandemia del COVID-19, al sufrir un fuerte aumento del hambre, lo que pone de manifiesto la necesidad de llevar a cabo acciones contundentes para transformar los sistemas agroalimentarios de la región para que sean inclusivos, más resilientes y eficientes y sostenibles, aseguró QU Dongyu, director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

“El aumento del hambre, la pobreza y la malnutrición es una paradoja para una región que contribuye de forma significativa al suministro de alimentos del mundo y que produce suficientes alimentos para alimentar a toda su población”, dijo el director General en un evento organizado por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) al margen de la 77ª sesión de la Asamblea General de la ONU en Nueva York.

Precisó que ninguna región del mundo se vio más afectada por la pandemia del COVID-19 que América Latina y el Caribe, donde las economías se redujeron dos veces más que el promedio mundial, la pobreza aumentó a su grado más alto desde 2006 ya que el empleo fue arrasado, especialmente en la economía informal, y 65.6 millones de personas sufrieron hambre, con casi cinco veces esa cifra -o más del 40% de la población- enfrentándose a una inseguridad alimentaria moderada o severa, dijo Qu, añadiendo que las disparidades de género se han deteriorado.

Mayores desafíos para importadores de granos

La guerra en Ucrania, junto con otros conflictos, han exacerbado el golpe de la pandemia y han añadido más desafíos imprevisibles, especialmente para los países de la región que son importadores netos de trigo, maíz y aceites vegetales, todos los cuales han estado sujetos a las crisis de precios en el último año, agregó

Incluso la capacidad de la región como exportadora neta de alimentos está en peligro debido al aumento del costo de los fertilizantes, que podría afectar a la producción y al rendimiento de los alimentos básicos y desencadenar una crisis de disponibilidad y asequibilidad de los alimentos, añadió el director general.

Ante este escenario, el directivo de la FAO propuso cuatro áreas prioritarias que necesitan una acción acelerada:

1) Proporcionar apoyo inmediato a las personas vulnerables a través de los sistemas de protección social, especialmente en las zonas rurales y entre los grupos vulnerables;

2) impulsar la producción agrícola garantizando que los agricultores familiares tengan un acceso asequible a semillas y fertilizantes, capital de trabajo y asistencia técnica, y vínculos con los mercados;

3) facilitar el comercio de productos e insumos agrícolas para evitar más interrupciones en la producción de alimentos; e

4) invertir en una agricultura resistente al clima para afrontar y revertir los efectos de la crisis climática.

Desarrollo inclusivo y sostenible

Aseguró a los presentes que la FAO está comprometida a trabajar con los miembros de la región y de fuera de ella para lograr “un desarrollo inclusivo y sostenible a largo plazo”.

Qu intervino junto a Sergio Díaz-Granados, presidente ejecutivo de CAF-Banco de Desarrollo de América Latina; David Beasley, director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, y Manuel Otero, director General del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).

El Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), integrado por 18 países de la región, así como por España, Portugal y 13 bancos privados latinoamericanos, está en proceso de ampliación de capital por valor de 7.000 millones de dólares para ampliar sus actividades de promoción del desarrollo sostenible y la integración regional en una serie de sectores.

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