Científicos de la Universidad de Tsukuba descubrieron que escuchar este estilo de música y artistas como los Bee Gees o ABBA, mejora la función ejecutiva, un grupo de habilidades mentales que incluyen la memoria funcional, el pensamiento flexible y el autocontrol

Red de corresponsales

El groove está en el corazón, pero también en la mente. Los científicos descubrieron que escuchar música “groovy”, de artistas como los Bee Gees o ABBA, puede aumentar el rendimiento del cerebro.

Los resultados de un estudio publicado en la revista Scientific Reports y realizado por la Universidad de Tsukuba en Japón, revelaron que las canciones con ritmo de groove mejoran la “función ejecutiva” del oyente. Se trata de un conjunto de habilidades mentales que nos permiten planificar, centrar la atención, recordar y realizar varias tareas a la vez. Sin embargo, estos resultados sólo se observaron en los participantes que estaban familiarizados con la música groove o tenían buen ritmo.

“Los resultados fueron sorprendentes”, dijo el autor principal, el profesor Hideaki Soya. Y continuó: “Descubrimos queel ritmo groove mejoraba la función ejecutiva y la actividad en el córtex prefrontal dorsolateral izquierdo sólo en los participantes que decían que la música provocaba una fuerte sensación de groove y la sensación de tener la cabeza despejada”.

Se sabe que tanto la música como el ejercicio físico, como el baile, provocan sensaciones de placer al estimular la liberación de dopamina en el cerebro. Según un estudio realizado en 2012 por Andrea Weinstein, el ejercicio físico aeróbico también puede mejorar la función ejecutiva, por lo que el equipo del profesor Soya decidió investigar si la música provocaría un efecto similar.

Para ello, realizaron imágenes cerebrales a los participantes en el estudio mientras completaban una tarea de emparejamiento de palabras con colores. Los 58 participantes realizaron la misma tarea antes y después de escuchar tres minutos de música groove o ruido blanco. Crearon una pista de groove en Garage Band para utilizarla en el estudio, con un ritmo de 120 bpm, un “tempo apropiado para inducir el groove con golpes de batería”.

Los investigadores también realizaron una encuesta sobre la experiencia subjetiva de los participantes al escuchar música groove, para averiguar si algún resultado estaría relacionado con el gusto musical. Se preguntó a los participantes si “se esforzaban por sincronizarse con el ritmo” o “sentían que su cuerpo resonaba con el ritmo”.

Utilizando la espectroscopia funcional de infrarrojo cercano para obtener imágenes del córtex prefrontal dorsolateral izquierdo (l-DLPFC), una región del cerebro asociada a la función ejecutiva, descubrieron que el ritmo aumentaba la función ejecutiva y la actividad del l-DLPFC en los participantes que tenían una “mayor sensación de groove” o estaban más alerta después de escucharlo.

Según los investigadores, esto sugiere que las melodías sólo aumentan la capacidad cerebral de quienes tienen una mayor respuesta psicológica a la música. “Nuestros resultados indican que las diferencias individuales en las respuestas psicológicas a la música groove modulan los efectos correspondientes en la función ejecutiva. Así, los efectos del ritmo del surco en el rendimiento cognitivo humano pueden estar influidos por la familiaridad o la capacidad de procesamiento del ritmo”, afirmó Soya.

Las estrategias para mejorar la función ejecutiva tienen una amplia gama de aplicaciones potenciales, desde la prevención de la demencia en personas mayores hasta la ayuda a los empleados para mejorar su rendimiento en el trabajo. Se sabe que la música con un ritmo fuerte mejora el rendimiento de la marcha en la enfermedad de Parkinson al reducir las exigencias cognitivas de la sincronización con el ritmo y favorecer el movimiento.