Ésta, que pudiera ser una pregunta banal, es recurrente, cuando menos en la mente de muchos mexicanos, de ahí su importancia.
En nuestro país, como en casi todo el mundo, las mujeres son mayoría. En el censo de 2020 ya eran 65 millones, por 61 millones de hombres. Esta circunstancia, que en otros casos sería categórico para elegir entre los dos géneros, no es, todavía concluyente, en política según parece.
El Instituto Nacional Electoral (INE) y todos los órganos electorales de los estados (OPLES) han sido arrinconados por las luchas de un feminismo democrático puro que ha buscado siempre la reivindicación de los derechos en la mujer. La paridad de género en la elección de candidaturas aparentemente no ha sido la excepción. Sin embargo, podemos advertir, todavía en muchos casos, los estados y municipios importantes se siguen reservando a los hombres que para sus partidos signifiquen “certezas”.
A lo largo de mi vida, he sido testigo, del derrumbe en los roles de los hombres y las mujeres. Ya nada es privativo de nadie. Todos pueden desempeñar cualquier actividad con la misma eficiencia. El equilibrio intelectual es irrefutable. Pero, entonces, ¿Qué podría justificar las dudas con respecto al género de quien ocupe la presidencia de la república?
Mi respuesta se centra en los atavismos de carácter cultural y religioso de nuestro pueblo que son dramáticamente “machistas”.
México consigna la participación de algunas mujeres por la presidencia de la república. Recuerdo con simpatía, en especial, la de Rosario Ibarra de Piedra y con pena la de Josefina Vásquez Mota que fuera boicoteada por Fox, Calderón, y el panismo en su conjunto.
En cualquier caso, hasta ahora, TODAS fueron testimoniales, ninguna tuvo posibilidades de triunfo.
La positiva evolución de la Cuarta Transformación fortalece a sus potenciales candidatas, que tienen de suyo virtudes apreciables. Claudia Sheinbaum es la más adelantada, aunque también la más expuesta. Rocío Nahle plasma día a día su personalidad fuerte e indeclinable, Tatiana Clouthier siempre será una opción respetable.
En la casa “ampliada” de enfrente”, quizá por su desprestigio, pocas levantan la mano. Solo la locuacidad irresponsable de Lilly Téllez le permite admitir esa posibilidad lejana.