Redacción

Hace dos años se estrenó “Finlandia” y a partir de ese entonces ha sido premiada en diferentes festivales, además de que se transmitirá por HBO en Europa.

El director Horacio Alcalá retrató a la comunidad muxes de México, siendo este un colectivo que busca el reconocimiento de su género como una persona más dentro de la sociedad.

El guion fue realizado por Jesús Caballero y sus protagonistas son Noé Hernández, Andra Guasch, Cuauhtli Jiménez y Erick Osrael Consuelo.

La película trata sobre como las Muxes buscan ser reconocidas como un género, uno más de la sociedad, pero a su vez tienen que combatir por sus propias pasiones, traumas y sentimientos, esto con el fin de mostrarse quiénes son en realidad.
Delirio es una líder Muxe que va a guiar a esa comunidad quien se va a encargar de ayudar a descubrirse a sí mismos. Sin embargo, Mariano y Amaranta sufren y esto hace que no puedan sentirse libres.

En Juchitán existen tres géneros: hombres, mujeres y muxes. Esta tercera clasificación se reconoce desde épocas inmemoriales, aún antes de la llegada de los españoles hace cinco siglos.

Este término zapoteco, sólo existe en el Istmo de Tehuantepec, donde juegan un rol fundamental en la comunidad.

A su vez hay dos tipos de muxes: las gunaa y los nguiiu. Mientras que los primeros son personas que nacieron como hombres pero que se identifican con la mujer, sienten atracción por hombres y asumen roles femeninos en la sociedad. Por su parte, los segundos que se llaman nguiiu, son aquellos que nacieron como hombres y sienten atracción por otros hombres.

Los zapotecas, pueblo indígena que actualmente habita en Juchitán, reconocen a los muxes como un tercer sexo, sin encasillarlos en hombres o mujeres, se les respeta y celebra como parte integral de su cultura y familia.

La mayoría de ellos asume labores tradicionalmente femeninas, como el bordado o la artesanía, pero se pueden dedicar a ser cocineras, tejedoras, bordadoras y maquillistas, siendo estos algunos de los oficios tradicionales que estas personas ejercen.

A diferencia de lo que ocurre con la comunidad LGBT+ en algunos estados del país, los muxes no sufren discriminación dentro de su comunidad, ya que se les valora por sus aportes toda vez que el dinero y el sistema patriarcal carecen de importancia.

De acuerdo con la leyenda, se dice que los muxes se cayeron del bolsillo de Vicente Ferrer, el santo patrón de Juchitán cuando pasaba por la ciudad, lo que significa que nacieron con una estrella de la suerte.

Otra versión cuenta que el santo cargaba consigo tres bolsas: una con semillas femeninas, una con semillas masculinas y otra donde las dos estaban mezcladas. Aunque otra historia dice que la tercera bolsa se cayó en Juchitán.

Especialistas en el tema han dicho que en la década de los 70 no existían tantos muxes, sino que eran hombres casados que se distinguían por usar guayaberas con flores, coquetear con otros hombres y ser de una clase social alta, por lo que era fácil que la gente los reconociera al verlos.

Pero en la década de los 80 cuando empezaron a migrar más personas se aprovechó la apertura sexual y las personas optaron por vestir de manera tradicional con la enagua (prenda de ropa interior femenina hecha a base de algodón) y el huipil (camisa de mujer sin mangas).

Muchos hombres sabían bordar y así empezaron a generar oficios, a travestirse y retomar la vieja identidad zapoteca.