Fray Servando, luz de un exilio / Por René González

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Por René González

Exiliado, errante, desterrado, preso, prófugo, perseguido, disidente, Fray Servando Teresa de Mier es una de las figuras intelectuales más fascinantes de la primera transformación de México, de la que fue precursor teórico y defensor, en una vida que rondó el imperceptible límite entre la realidad y la ficción, la historia y la literatura. El Padre Mier es un prócer que el cine debería recuperar.

José Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra, mejor conocido como Fray Servando en la capital o Padre Mier en el noreste, fue hijo de José Joaquín Mier y Noriega y Antonia Guerra e Iglesias, nació en Monterrey, Nuevo León, el 18 de octubre de 1763. Fue un fraile de la orden de los dominicos, sacerdote liberal, historiador y escritor de tratados sobre filosofía política en los albores y durante la Independencia de la Nueva España.

La Dra. Patricia Galeana escribe sobre Fray Servando: “Aunque vivió en el exilio durante más de dos décadas y regresó a tierras mexicanas hasta 1817, Servando Teresa de Mier es una destacada figura en la lucha por la Independencia y la libertad de México. Si bien jamás pisó un campo de combate como otros caudillos, sus aportaciones teóricas fueron verdaderas armas de destrucción masiva contra el régimen realista, pues con sus escritos logró socavar los cimientos de la conquista y colonización española”. (Galeana, 2014).

El exilio del Padre Mier sobrevino por haber pronunciado un sermón en referencia a la Virgen de Guadalupe en 1794, lo que fue un parteaguas en su vida, pues siendo todavía muy joven inició una larga travesía entre el nuevo y viejo mundos, marcada por encierros, fugas, desviaciones y recurrentes capturas, que lo formaron con intensidad en la cultura, la vida misma y el pensamiento crítico, incluso en un devenir aventurero, como refiere una fuente de la época:

“Era lector de Filosofía del convento de Santo Domingo, y doctor en Teología, a los veintisiete años, con fama de gran predicador. Predicó en las honras fúnebres de Hernán Cortés (solemnidad anual del Ayuntamiento de México) en 8 de noviembre de 1794, y el 12 de diciembre del mismo año, a presencia de virrey y arzobispo, pronunció el célebre sermón sobre la Virgen de Guadalupe, de que arrancan sus infortunios. El arzobispo hizo predicar nominalmente contra el joven teólogo, que a poco fue aprisionado y procesado; se retractó «por no poder sufrir más la prisión», y no contento el arzobispo, hizo publicar en las iglesias un edicto en su contra, y le desterró por diez años a la Península, con reclusión en el convento de las Caldas, cerca de Santander, perpetua inhabilitación para enseñar, predicar y confesar, y privación del título de doctor. Conducido a Veracruz entre guardias, permanece enfermo de fiebre en la fortaleza de San Juan de Ulúa durante dos meses, y se hace a la mar en la fragata La Nueva Empresa, que llega a Cádiz en 1795. Encerrado en las Caldas, se fuga y es reaprehendido, y se le recluye en el convento de San Pablo, de Burgos, hasta fines de 1796. Viene a Madrid, pidiendo justicia del Consejo de Indias; se le ordena pasar a un convento de Salamanca; se desvía en el camino, y, preso nuevamente, es encerrado en el convento de franciscanos de Burgos; de donde se escapa con fortuna y se refugia en Bayona, viernes de Dolores de 1801, vísperas de la célebre disputa con los rabinos, de que da noticia en sus relatos. En Bayona conoció a Simón Rodríguez, maestro de Bolívar, el Libertador”.

En aquel histórico sermón que lo volvió un trásfuga, Servando entre otras cosas afirmó: “Nuestra Señora de Guadalupe no está pintada sobre la tilma de Juan Diego, sino sobre la capa de Santo Tomás apóstol de este reino” y también dijo que “la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe mil setecientos cincuenta años antes ya era célebre y adorada por los indios, ya cristianos en la cima plana de esta sierra de Tenanyuca donde la erigió templo y colocó Santo Tomás”. Dichos que le valieron perder su título doctoral, no poder ejercer más la docencia, ser inhabilitado como sacerdote y sentenciado a diez años de destierro en España.

Ya exiliado, revisitó sus propias experiencias y lecturas, para departir sus primeros escritos, entre los que destacan: Cartas del doctor fray Servando Teresa de Mier al Cronista de Indias, doctor D. Juan Bautista Muñoz, sobre la tradición de Nuestra Señora de Guadalupe de México (1797), Cartas de un americano a El Español, (1811-1812), pero principalmente Historia de la Revolución de Nueva España, antiguamente Anáhuac, o verdadero origen y causas de ella, con la relación de sus progresos hasta el presente año de 1813, publicada en Londres en 1813, su obra cumbre.

En los años que la insurgencia mestiza e indígena retumbaba la Nueva España, las ideas liberales que Fray Servando había asimilado en Francia e Inglaterra, lo inspiraron en la defensa de la lucha de independencia mexicana.

Reitera la Dra. Patricia Galeana: “Quienes buscaban un castigo ejemplar para Mier, lo enviaron al viejo continente, donde se convirtió en el más temible teórico de la independencia mexicana y el peor enemigo del imperio español. A lo largo de su vida, pasó más de una década prisionero en diferentes cárceles civiles, militares y eclesiásticas, pero también se consolidó como un experto en el arte de la fuga. En 1801, logró escapar a Francia. En París, mientras se ganaba la vida como traductor y maestro de español, conoció a Simón Rodríguez, maestro de Simón Bolívar, y a Henri Grégoire, mejor conocido como el abate Grégoire, defensor de una Iglesia católica constitucional y de los derechos de los negros y judíos, quien dejaría una huella decisiva en su desarrollo intelectual”, (Galeana, 2014). A la postre las ideas de Mier tuvieron repercusión e influencia en Simón Bolívar.

Escribe Abraham Nuncio, estudioso regio de su paisano: “Si bien algunos de sus compatriotas más lúcidos y creativos han dado al dominico regiomontano un espacio prominente, desde la mirada oficial y de las instituciones dedicadas a la difusión de nuestras figuras históricas se le ha mantenido a cierta distancia. Es por ello que, para muchos ciudadanos, como pudo constatarlo la maestra Marie-Cécile Bénassy-Berling en el curso de su investigación sobre la Historia de la Revolución de Nueva España, Fray Servando o el Padre Mier, al inicio de los años noventa del siglo pasado, no era sino el nombre de una calle. A pesar de todo lo que desde entonces se ha escrito sobre él en Europa y América, que no es poco ni de mediana ley, en buena medida sigue siendo un personaje desconocido el precursor ideológico de la independencia, su primer historiador, el crítico moderno de los prejuicios europeos para bajarnos la guardia y explotarnos sin exponerse a nuevas leyendas negras”. (Nuncio, 2014).

Para conocer al Padre Mier, una de las mejores fuentes es la monumental Vida de Fray Servando que publicó en 2004 Christopher Domínguez Michael luego de quince años de investigación; a su vez el libro Estudios sobre la primera historia de la Independencia en México de Fray Servando Teresa de Mier, cuya compilación corrió a cargo de los investigadores franceses André Saint Lu, Jeanne Chenu, Jean Pierre Clément, André Pons, Marie Laure Rieu, Paul Roche, el británico David Brading y Marie Cécile Bénassy, publicado por el INEHRM en 2014, es otra fuente sobre el papel del dominico como teórico de la liberación.

Sobre la muerte de Fray Servando, en una entrevista radiofónica Javier García Diego narró: “Guadalupe Victoria lo alojó en Palacio Nacional, ahí vivió a partir de 1825, más o menos, y allí murió, murió en Palacio Nacional el 3 de diciembre de 1827; su entierro en el convento de Santo Domingo fue magno, y si puedo tener medio minuto más, yo diría que la vida tan azarosa de Fray Servando no terminó allí porque, repito, fue enterrado en el Convento de Santo Domingo y en 1842 su cadáver fue exhumado y lo encontraron momificado, y entonces fue colocado junto con otras momias en el osario del Convento. En 1861, 20 años después, con las leyes de reforma que se vendían las propiedades eclesiásticas, fueron vendidas estas momias, 13 de ellas, cuatro se vendieron a un circo en Buenos Aires, se dice que una de esas cuatro momias eran la de Fray Servando, así que tenemos a este extraordinario hombre de nuestra independencia que terminó como momia en un circo argentino”. Pero este episodio, como todos los de su vida, serían objeto de nuevas historias, que se aproximan al mito, desde el subterráneo de las transformaciones.

Marie-Cécile Bénassy-Berling definió al Padre Mier como “más un militante de la patria que de la Iglesia”. Es nuestro historiador decano de la primera liberación de México.

*En el contexto de los doscientos años de la Consumación de la Independencia de México en 2021, se publicará semanalmente esta columna de historias, crónicas y narraciones del subterráneo de la primera transformación nacional.

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