Por Joel Hernández
Un seis de abril de 1953 nació la persona, el “ser humano”, “el del pueblo”, el personaje que le dio vida a un género, a una entidad, el que le dio voz a un barrio de Monterrey, en el norte de nuestro país ¡Ah! Por cierto… Era músico, Celso Piña.
Celso:
A cerca de las 13 horas del día 21 de agosto del 2019, dejaste de respirar, dejaste este mundo para convertirte en una de esas leyendas absurdas que todo mundo ama.
Eres el claro ejemplo de que un género musical no te encasilló. Fuiste más allá, llegaste a los corazones de un barrio pobre, de un estado emblemático, de un país en constantes llamas, lograste hacer algo muy difícil: Unirnos.
Porque hay muchos que no coincidimos con el género que interpretabas, pero… eso no quiere decir que tu actitud no fuera “punk rock”. Pudiste ir a ese lugar donde “vale madres lo que tocaras”: Íbamos a ver a la persona, no al músico.
La última vez que te vi en vivo fue en Querétaro, en una plaza donde le caben cuatro mil personas. Al final, fue mucho más gente, se paró el tránsito vehicular, el primer cuadro de la ciudad se paralizó por completo, causaste un hermoso caos.
Te vi de cerca y con mi hija en hombros, bailando, sintiendo la música, pero ,sobre todo, te vi con esa comunión a la cual nos tienes… perdón -tristemente-, nos tenías acostumbrados.
Conozco desde sus entrañas el mundo del rock en México: Desde locutores de radio, programadores, hasta productores, bandas, músicos, etc. Conozco a todos esos metaleros recalcitrantes que al escuchar a Celso “se bajaban” del virtuosismo escandinavo y podían disfrutar sin pena, sin celo, sin pudor, sin pose, la música de Celso. Los rockeros más rudos, los punks más subversivos, los darks, los emos, los pachucos, a todos sin excepción, a todos, los vi disfrutar tu música. Comunión.
Su actitud, su persona… eso es lo que vamos a extrañar.
Hoy amanecimos sin saber que una leyenda iba a nacer, amanecimos pensando en el dólar, en la violencia de México, en los feminicidios, en una mañanera hueca, en cómo vamos a salir a chingarle, sin saber que Celso se iba a ir de este plano existencial. Amanecimos sin saber que un mexicano excepcional iba a morir, uno de esos mexicanos que, sin querer, serlo se convierte en ejemplo, sólo siendo él. Celso tuvo la gran alegría de ser él y nadie más, sin imitar.
El mundo de la música (de todos los géneros en México), a pocas horas de tu muerte, llora a esa persona que todos admiramos, a la cual le valió madres y atravesó todos los géneros musicales.
Celso, México te va a extrañar, vamos a extrañar esa comunión en la cual nos metías a todos, te vamos a extrañar muy cabrón.
Ahora sueñas un sueño profundo, donde ves al mundo con amor de cumbia.
Descanse en Paz Celso Piña.