La pena es un instrumento de defensa que con el paso del tiempo puede convertirse en una especie de “auto boicot” si no se sabe controlar. No es malo experimentarla de vez en cuando.
Es una excelente herramienta para fortalecernos y saber hasta dónde puede llegar cierta debilidad en nuestro actuar, y superarla.
Y en esos momentos, es reconfortante escuchar esa palabra de aliento en los momentos turbios de tu trajín de vida que te ofrece un amigo.
Algunas veces nos toca recibir y en otras nos toca dar porque también es gratificante hacerlo para tranquilizar a alguien y acompañarlo cuando la oportunidad lo requiere. Llena de vitalidad el alma y aparece una fresca brisa en el rostro cuando eso sucede.
Así es que lo mejor es seguir disfrutando la vida. Unas veces arriba y otras tantas abajo.
Sabemos que nuestro paso en esta tierra es corto y si empezamos a cuestionar todo sin sentido, terminaremos haciendo prejuicios sin razón.
Abracemos el alma. Decirlo está muy bien, pero hacerlo es mejor.