Terminó la edición número diecisiete de los juegos paralímpicos celebrados este año en Paris, donde participaron sesenta y siete atletas mexicanos, quienes, como ya es una costumbre, destacaron consiguiendo diecisiete medallas en total; tres de oro, seis de plata y ocho de bronce, para colocarse en el lugar treinta de los 182 países que asistieron a la justa deportiva.     

Es sin duda un resultado extraordinario que merece el reconocimiento de todos y el aplauso generalizado para estas treinta y siete mujeres y treinta hombres, quienes no solo ganaron en lo deportivo, sino que también se ganaron el corazón y el respeto absoluto de quienes tuvimos el privilegio de verlos competir como verdaderos campeones.

Y no solo son campeones deportivos, son campeones de vida porque su accionar dentro las instalaciones deportivas no solo representa un esfuerzo sobrehumano, sino que es un esfuerzo tan similar como al que se enfrentan en su vida cotidiana, porque todo parece estar en contra de ellos.  

Basta echar un vistazo a la vida de cada uno de esos atletas para poder dimensionar el tamaño del logro que implica acudir a un evento mundial y traer buenos resultados, a pesar de todas las adversidades físicas con las que luchan día con día.

Para alguno de ellos, abrocharse las agujetas les resulta imposible. En otros casos no hay manos, no hay piernas, no hay movimiento y sin embargo luchan para imponerse a los designios de la naturaleza y aún así, les queda vida para competir contra otros y destacar.

Cada uno de esos personajes se elevan con el alma y con el espíritu para salir adelante en esta vida, quien caprichosa les marcó para siempre con alguna discapacidad física, y pese a ello el esfuerzo por ser mejores es continuo. Por esa perseverancia son ejemplares.

En medio de un mundo hostil que les discrimina y no los toma en cuenta para nada, surgen de entre las cenizas héroes de diversas edades y tamaños para gritarle a ese mismo mundo que los hace a un lado, que las limitaciones no están en el cuerpo sino en la mente.

Y es gracias a un evento como estos juegos paralímpicos, que las sociedades visibilizan con mayor holgura el fenómeno de la discapacidad física que afecta al 15 por ciento de la población en el mundo.

En México veintiún millones de personas tienen una discapacidad física y alrededor del veinticinco por ciento realiza una actividad deportiva, aunque muy pocos tienen la oportunidad de representar al país en juegos paralímpicos como lo fueron en esta ocasión los sesenta y siete atletas aztecas.

Han pasado algunos días de la clausura de los juegos paralímpicos y la euforia terminó. Nuestros atletas volverán a sus actividades normales y vivirán las vicisitudes, las barreras y los desaires de siempre.

Sus triunfos pasarán a la historia y el ciclo paralímpico comenzará de nuevo en busca de nuevos héroes que solo serán visibles en tanto se desarrollan los juegos.

En reporte 32 mx, no los olvidaremos nunca, y este espacio estará siempre dispuesto para contar y honrar sus experiencias, sus vidas y sus ejemplos, porque para nosotros ésto será un honor infinito.