El Día Mundial de los Humedales se celebra el 2 de febrero desde 1997, en conmemoración de la firma del Convenio sobre los Humedales en Ramsar, Irán, en 1971
Los humedales son todas aquellas extensiones de marismas, pantanos y turberas o superficies cubiertas de agua, sean de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea no exceda los seis metros.
El valor de los humedales (superficie temporal o permanentemente inundada) además de ser estético, turístico o de esparcimiento, radica en que albergan una enorme diversidad biológica al ser el hábitat de plantas, invertebrados, peces, anfibios y aves; además de que son fundamentales para almacenar agua, recargar los mantos acuíferos, regular el clima y las inundaciones, así como para producir alimentos.
Entre sus funciones sobresalen aquellas relacionadas con la recarga de los acuíferos, control de inundaciones, protección de la línea costera y de la erosión. Además de ser sumideros de carbono, sirven de hábitat para aves, fauna acuática y una gran diversidad de hidrófitas.
El Día Mundial de los Humedales se celebra el 2 de febrero desde 1997, en conmemoración de la firma del Convenio sobre los Humedales en Ramsar, Irán, el 2 de febrero de1971, y entró en vigor en 1975. Desde entonces, casi 90 por ciento de los países miembros de las Naciones Unidas de todas las regiones geográficas del planeta se han adherido al tratado.
Dicho convenio es el primer tratado en el planeta relativo a la conservación y el uso racional de los humedales. Hasta 2019, la lista Ramsar incluía 2 mil 341 sitios designados cubriendo una superficie de más de más de 2.1 millones de kilómetros cuadrados en 170 países, incluido México. En sus inicios fue suscrita por 70 países naciones.
Protectores de sequías y sumideros de carbono
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, a pesar de que los humedales sólo cubren aproximadamente seis por ciento de la superficie terrestre, son el hábitat de 40 por ciento de las especies de plantas y animales.
Además, nos protegen de inundaciones, sequías y otros desastres; abastecen de alimentos y medios de vida a millones de personas, sostienen una rica biodiversidad y son sumideros de carbono.
Su diversidad biológica, precisa, es crucial para la salud humana, suministro de alimentos, transporte y actividades económicas que generan empleo, como pesca y turismo; nos protegen de inundaciones, sequías y otros desastres; abastecen de alimentos y medios de vida a millones de personas, sostienen una rica biodiversidad y son sumideros de carbono.
Sin embargo, información de la Convención sobre los Humedales de Importancia Internacional, conocida como la Convención de Ramsar, refiere que los humedales desaparecen tres veces más rápido que los bosques, afirmó el académico del Instituto de Biología (IB), de la UNAM, Agustín de Jesús Quiroz Flores.
Depende, sobre todo, del cambio de uso de suelo o de la región que se trate. Por ejemplo, en lagos epicontinentales las actividades ganaderas y la deforestación –con base en su magnitud– podrían significar que en 20 años prácticamente los cuerpos de agua desaparezcan. Tal es el caso del lago de Tecocomulco, en el estado de Hidalgo, uno de los dos relictos hídricos que formaban parte de la Cuenca de México, agregó el universitario.
Depurar de manera natural las aguas
Destaca que similar situación ocurre en el lago Atlangatepec, Tlaxcala, “ahí observé que, en época de secas, cuando disminuye el agua debido al fenómeno de evapotranspiración junto con la extracción de líquido para consumo humano y para riego. La ribera del lago se retrae un promedio de hasta 50 metros, situación que aprovechan los agricultores para sembrar maíz y cebada”. Estas acciones, han provocado en el lago de Tecocomulco, la desaparición de una hidrófita endémica y que en Atlangatepec, las hidrófitas traten de sobrevivir entre las plántulas de esas siembras.
En este contexto, el universitario apuntó que los humedales tienen la capacidad de depurar de manera natural las aguas, ya que retienen temporalmente macronutrientes los cuales, sino se controlan, generan el fenómeno de eutrofización (exceso de nutrientes minerales) en los cuerpos de agua, sobre todo epicontinentales (lagos, presas, ríos y arroyos).
Si consideramos la microflora asociada a las hidrófitas o plantas acuáticas, ambas comunidades tienen la capacidad de inactivar bioquímicamente metales pesados y transformar compuestos orgánicos tóxicos, añadió el biólogo.
El académico del Instituto de Biología resaltó que, en general, las autoridades gubernamentales han protegido extensas áreas de humedales mediante sistema de parques y reservas; no obstante, algunas, sobre todo costeras, que carecen de protección y son amenazadas, en particular, por desarrollos turísticos o por la extracción de energéticos fósiles.
Urbanización, entre las principales amenazas
Asimismo, prosiguió el universitario, aquellos humedales epicontinentales (lagos y lagunas) son seriamente afectados por las actividades agropecuarias, la sobreexplotación del recurso hídrico, la modificación de los patrones hidrológicos o la contaminación de origen industrial o urbano.
Quiroz Flores subrayó que las principales presiones sobre los humedales tienen que ver con cambios en el uso de suelo por urbanización, deforestación, rellenos; alteraciones en la dinámica del agua por extracción, intercepción y desvíos del recurso hídrico; sustracciones pesqueras, de maderas y pasturas; contaminación agrícola, industrial y doméstica; introducción de especies exóticas invasoras y cambio climático.
Los ecosistemas costeros, en particular los manglares, brindan una variedad de servicios ambientales: sostienen gran parte de la producción pesquera y funcionan como barreras contra huracanes e intrusión salina; purifican el agua al absorber contaminantes y como fuente de agua dulce son esenciales para la vida en el planeta, además de ser una de las soluciones más factibles e idóneas para mitigar el cambio climático, coinciden en señalar científicos de la UNAM.
Juan Núñez Farfán, del Instituto de Ecología, refirió que el problema ambiental más importante que enfrenta la humanidad, el aumento de la temperatura global, debe mitigarse de alguna forma.
Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y el uso de energías limpias, son algunas alternativas, pero también se debe incrementar la captura de carbono de la atmósfera. “Los humedales, y los manglares en particular, son una alternativa factible, menos onerosa y con una cascada de beneficios para la vida en el planeta y para el bienestar humano”.
Manglares fijan hasta el doble de carbono
Para Fernando Álvarez Noguera, del Instituto de Biología, estos ecosistemas tienen un papel fundamental, ya que son de los más importantes sumideros o reservorios de carbono.
Se estima que los manglares pueden fijar hasta el doble de carbono que las selvas tropicales, por lo que su destrucción nos deja con menos oportunidades para enfrentar el cambio climático. Por ello, no sólo es indispensable detener la pérdida de esos hábitats, sino, de ser posible, incrementar su extensión, porque traerá beneficios al mundo entero, abundó Núñez Farfán.
Para Álvarez Noguera “algunos colegas han calculado que de 1900 a 2010 se había perdido alrededor de 60 por ciento de los humedales en México, lo cual es una barbaridad. Y no es que desaparezcan totalmente, sino que su tamaño se ha reducido drásticamente”.
Estas áreas terrestres saturadas o inundadas de agua de manera estacional o permanente, se encuentran en casi todo el planeta. Hay continentales -acuíferos, lagos, ríos, arroyos, marismas, turberas, lagunas, llanuras de inundación y pantanos- y costeros -manglares, marismas de agua salada, estuarios, albuferas o lagunas litorales y praderas de pastos marinos.
En nuestro territorio abundan los ejemplos de humedales, con características diversas. Ellos son el escenario donde se desarrolla una parte considerable de la ecología y la evolución de los organismos, recalcó Juan Núñez.
Uno de esos ejemplos es el de Cuatro Ciénegas, Coahuila. “Hay estudios que señalan que hace 15 millones de años la zona tomó la conformación que tiene ahora. Se trata de un sitio de alta diversidad biológica y refugio de organismos”, relató Fernando Álvarez.
Esos ecosistemas también tienen la importancia “de haber permanecido en el tiempo y haber servido como refugio para conservar la gran biota que está alrededor de ellos”. No obstante, en este caso, como en otros del norte del país, se enfrenta el problema de la extracción del agua, sobre todo para la agricultura, y de continuar “va a terminar secándose”.
Álvarez Noguera trabaja en programas en el estado de Chiapas, en las Lagunas de Montebello y la parte sur de la zona lacandona, sobre el río Lacantún. En las primeras “hay un problema de contaminación por agroquímicos que se creía que era de desechos urbanos, de aguas negras”.
Desde que empezó la práctica agrícola intensiva en la zona de Comitán y hacia el sur, varios cuerpos de agua de ese distrito también presentaron ese problema por eso unos son azules y transparentes, y otros verdes. Por el contrario, en la parte sur de la reserva de Montes azules se conservaron áreas extensas y las características hidrológicas permanecen en buen estado.
Urge cambio de conciencia
Núñez Farfán, a su vez, alertó sobre el crecimiento de la población que en México se duplicó en pocos años; específicamente en las zonas costeras, ese factor y otros, como la construcción de hoteles e infraestructura turística y las industrias pesquera, portuaria, petrolera y petroquímica, ejercen presiones para los ecosistemas. “Las perturbaciones van desde descargas de aguas sin tratar, hasta cortes a los flujos de agua naturales o construcción de carreteras”.
“Cuando queremos hacer restauración ecológica deberíamos hacerla con el conocimiento de cuál es la constitución genética más apropiada para cada sitio. En eso consiste el estudio de la genética del paisaje, en determinar dónde están las variantes genéticas y usarlas, si es posible, para la conservación”, dijo.
Aunque un manglar puede ser similar a otro en términos de la captura de carbono, aclara, posiblemente no lo sea en cuanto a su resistencia a enfermedades o a la capacidad de vivir con más o menos oxígeno disuelto en el agua.
Por eso, todo ese conocimiento es útil para saber cuáles se adaptarán mejor. Si hay que responder al cambio climático necesitamos la diversidad genética, para que nos muestre una variedad de alternativas y responder a diferentes condiciones, abundó Núñez Farfán.
Para Álvarez Noguera, la manera en que será posible incidir más en las problemáticas ambientales es difundir los hechos “tanto, que la gente tenga un cambio de conciencia. Podemos hacer leyes, reglamentos, andadores o rejas, pero si la población no tiene a la conservación como parte de su forma de ser, si no entiende que este planeta es lo único que tenemos y que los servicios ambientales son tremendamente importantes, no podrá haber un cambio real”.