Irrefrenable respaldo popular al presidente destruye sueños golpistas / Por Norman F. Pearl

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Si usted es capaz de vencer fugazmente su repudio por el descaro, la mentira y la manipulación de los medios de comunicación mexicanos. Haga un pequeño ejercicio de impudicia y revise sus “notables” contenidos. 

Elaborar una lista de estas “fuentes de información”, alimentadas por el dinero sucio producto del saqueo a la nación es tan fácil como ocioso, bastará con que descubra las coincidencias en su línea discursiva. 

Podrá encontrar, también, de forma recurrente, desacuerdos metódicos  a todas aquellas iniciativas y reformas que beneficien a la población en su conjunto. Ellos tienen claro, -por mandato-, todos sus esfuerzos, deberán seguir aquella ruta que regrese el poder político y económico a sus dueños anteriores. Si, aquella decena de “empresarios” privilegiados que ahora con toda impunidad ostentan el usufructo del PRI, PAN y PRD, partidos políticos que fueran, alguna vez, propiedad de la ciudadanía. 

No se extrañe, al contrario, relacione a estos medios, cuando oiga, vea o lea, mensajes grotescos, sutiles o subliminales que defiendan prebendas eternas para sus patrones y nieguen con frivolidad su existencia. 

Para estos “chayoteros” y “textoservidores”, como se les conoce en el argot específico, todo lo realizado por el gobierno de la República es irrelevante o dañino, aun cuando la evidencia sea tan avasalladora. 

Enfrentar la pandemia y sortear sus daños económicos ha sido privativo de unos cuantos países, México, y sus habitantes, por fortuna, se encuentran entre los beneficiarios.

Blindar el hambre entre los desposeídos a través de diversos programas sociales. Hacer obra pública fundamental para el desarrollo (Aeropuerto internacional Felipe Ángeles, Refinería en “Dos Bocas”, Tren Maya, etc.) y realizar tanta inversión a lo largo y ancho del país, sin incurrir en deuda alguna como en el pasado reciente, demandaba dinero NO corcholatas, y éste fue obtenido con creces en una administración austera y eficiente que nadie, en su sano juicio, podría soslayar.

Se enfrentó al Huachicol hasta lograr una reducción del 95%. Hay persecución a empresas fantasmas y “factureros”. Se obligó a las grandes corporaciones que NO pagaban impuestos a cumplir con sus obligaciones. Se prohibieron las irresponsables condonaciones de impuestos. Se combatió con severidad la corrupción en el gobierno y sus satélites (falsos fideicomisos y órganos autónomos). México encuentra récords en muchos rubros: recaudación, exportaciones no petroleras, recuperación económica, inversión extranjera, remesas, etc. 

A pesar de las turbulencias internacionales, México mantiene, como pocos, índices extraordinarios: estabilidad con respecto a otras monedas,  precios de insumos, diésel y gasolinas,  crecimientos reales de sueldos y salarios (por encima de la inflación), control de precios en la canasta básica. Aumento sostenido del empleo para imponer niveles históricos (IMSS), y otras variables de satisfacción.

Como podemos observar NUNCA se cumplieron las expectativas en los agoreros del desastre, y México sigue adelante, con un presidente inédito y propositivo que, como nadie, conocía al país y sus necesidades. Cabe aquí esa frase reflexiva: “Tonto es aquel (Claudio y Cia.) que cree que el pueblo es tonto y se le puede engañar toda la vida”.

Por lo anterior, no es producto de la casualidad, la inmensa popularidad de López Obrador en su gestión. Y tampoco los resultados del pasado mes de octubre (“Morning Consult”) en donde fuera ubicado como el segundo mejor presidente del mundo. Los números a su favor cada día crecen en congruencia con sus actos de gobierno.

Es importante establecer para los más jóvenes, el presidente mexicano está acostumbrado a las grandes calificaciones. En 2004, siendo jefe de gobierno de la Ciudad de México, la fundación inglesa “City Mayor” le distinguió como el segundo mejor alcalde del mundo.

Andrés Manuel llegó en el año 2000 a su encargo capitalino con un 35% de los votos. En 2005, superaba el 80% de respaldo por parte de los habitantes de la ciudad de México.

Es difícil alentar a la oposición mexicana en su cometido. Dicho de otra manera ¡Ni cómo ayudarlos! 

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