Por Francisco Romero

Para comenzar este año 2021, Reporte32MX ha iniciado nuevos proyectos, entre otros, platicar con nuestros articulistas más asiduos, para conocer sus puntos de vista sobre diversos tópicos, aquí les compartimos la entrevista que realizamos a René González, escritor, historiador, cronista, activista y articulista.

¿Cómo ha sido tu colaboración como articulista en Reporte32MX?

Ha sido una gran experiencia, que surgió precisamente, del aislamiento de la pandemia, y la posibilidad de tener más tiempo para leer y escribir. Siempre me ha gustado escribir, aunque principalmente leer, decía Gabriel Zaid que “hay más libros en los cuales detenerse que estrellas en una noche en altamar”, yo he tratado de centrarme en ser un lector consistente y en ser partícipe de los acontecimientos cotidianos, sociales, políticos, comunitarios, etcétera. 

Desde niño, para mi archivo personal he escrito relatos, cuentos, poemas, crónicas y otros textos; desde los tiempos de la máquina de escribir, las primeras computadoras con sus enormes discos, y actualmente, hacerlo es más factible con las nuevas tecnologías. 

La nueva normalidad me permitió a través de Reporte32MX encontrarme con otras miradas, retomar la disciplina, el método y la búsqueda de aprendizajes para comunicar mejor a través de la palabra escrita, lo cual es una actividad que requiere una disposición de todos los días.

Un aspecto positivo de las redes sociales, las tecnologías de la información y la comunicación, es que en nuestros días hay una gran cantidad de personas que leen y escriben, se ha profundizado la capacidad e intención de compartir lo escrito; claro, esto implica nuevos fenómenos, oportunidades y riesgos, pero en mi caso, ha permitido que más personas puedan leer algunos de mis textos y bridarme sus opiniones, lo que en sí mismo implica una gran satisfacción. Es un intercambio de ida y vuelta.

¿Qué nos puedes comentar de tu trayectoria como escritor?

He tenido dos grandes experiencias, no sólo en términos personales, sino lo importante para mí es que fueron provistas de una extraordinaria dimensión colectiva. 

En 1996 con otros veinteañeros de la época, fundamos una editorial independiente que se llamó Ediciones del Vórtice, misma que se financió por suscripciones. Tuvimos la dicha de contar con la asesoría del Dr. Antonio Saborit, actual director del Museo Nacional de Antropología; Carlos Monsiváis presentó en la sala Salvador Novo del CNA uno de los tres libros de cuentos y poemas que publicamos, con la participación de aproximadamente 20 jóvenes autores. 

Lo más significativo de este proyecto fue la convivencia literaria que en el lapso de casi un año tuvimos entre nosotros; en reuniones sabatinas para leer, conocer, criticar o enriquecer nuestros cuentos y poemas; en una serie de charlas que se volvieron entrañables; y una vez publicados los libros, las presentaciones de los mismos fueron en espacios socialmente tan disímbolos, pero con esencias culturales muy variadas y ricas como una biblioteca comunitaria de Xochimilco, el Hijo del Cuervo de Coyoacán, o el Museo Casa de Carranza; la verdad el hecho de ser tan chavos, además algunos chavos banda y otros chavos del sur, o chavos del centro, algunos estudiantes, otros no, pero al fin jóvenes que hacían un esfuerzo propio por compartir literatura en tiempos tan violentos y adversos para la juventud, como fue en el periodo neoliberal, fue una perspectiva que nos abrió mucha puertas y posibilidades de dialogo con diversos públicos, que más allá de la calidad de nuestros textos, veían con empatía que el camino del quehacer cultural nos alejaba de malos hábitos. La cultura popular como medicina contra el ocio destructivo. En aquel verano inolvidable de 1996, publiqué mis primeros cuentos en uno de los volúmenes de Ediciones del Vórtice que se llamó, Reverberaciones.

La segunda gran experiencia fue casi 20 años después, con la publicación de una compilación de textos que había presentado en varios periódicos, en un libro que se titula Crónicas de un militante publicado por Editorial Cofradía de Coyotes. Esto implicó cerrar un ciclo de artículos evidentemente militantes, subjetivos, y no me molesta que digan que incendiarios o panfletarios, pues reflejan una posición política de la juventud ante la realidad nacional, siempre con el movimiento clavado en el corazón; pero que un editor me sugirió juntar como parte de un todo, que en dicha narrativa simboliza la disputa contra los neoliberales por recuperar el país de la crisis interminable en la primera década del siglo XXI. 

Lo más representativo de este libro es que en realidad se convirtió en el mero pretexto para recorrer los círculos de estudio, los comités de base, las reuniones de vecinos, las charlas de colectivos, y en poder encontrarme directamente con un amplio número de compañeras y compañeros que a lo largo del país se reúnen periódicamente para formarse de manera independiente y desde su comunidad; entonces presenté el libro en una especie de gira interminable que duró tres años como las de Bob Dylan, y hablábamos entre todos de la situación política, el infaltable “análisis de la coyuntura”, el típico: “no es pregunta es comentario”, o bien de literatura, discos de rock, o lugares de la ciudad como Tepito o el Chopo; y en algunos casos, las presentaciones derivaron en auténticas asambleas populares, entusiastas y acaloradas en la idea de llevar a López Obrador a la silla presidencial, como ocurrió en 2018. 

En estas presentaciones, constatamos que la cultura política no dimana como una luz solamente de los grandes intelectuales a los cuales, por supuesto en el caso de los pensadores críticos se les tiene todo el respeto, reconocimiento y ganas de aprender de ellos, pero sobre todo aprendimos juntos que la formación se hace desde abajo y entre todos, a la luz también de las tareas concretas del movimiento. 

Ahí surgieron grandes relatos de las experiencias de sindicalistas, activistas ambientales, feministas, defensores de los derechos de la diversidad, ex guerrilleros jubilados de las armas (pero no de sus sueños), jefas de familias solas que cuidan y educan a sus hijos y además reparten volantes y el periódico Regeneración, y un interminable mosaico de los sujetos reales del movimiento, que han luchado con sus propios medios más allá de las élites políticas.

Platícanos sobre tus nuevos proyectos editoriales.

A través de Reporte32MX estamos construyendo y compilando una gran crónica de los orígenes del movimiento obradorista, cuyas entregas semanales que hemos publicado en esta ventana, formaran parte de un libro que se denominará Los años de la resistencia, y que tiene la intención de describir la larga lucha del pueblo de México por cambiar el país pacíficamente, desde la candidatura para gobernador de AMLO en Tabasco en 1988 hasta el movimiento en defensa del petróleo en 2008. Un ciclo de 30 años donde se prepararon las condiciones de posibilidad para el triunfo, por la convicción de mujeres y hombres anónimos para lograr el gran momento de nuevos paradigmas que en la actualidad tenemos la alegría de vivir; todo ello desde la trinchera de la resistencia civil, pacífica y activa. Cada obradorista es una historia de lucha en ese sentido. Algunos compañeros dieron lo mejor de su vida o su vida misma, sin pedir nada cambio, por ello la lucha no pasa por los cargos o intereses individuales sino por los objetivos colectivos, que se concentran en derechos sociales universales, en 100 nuevas universidades, en la atención a los jóvenes que fueron excluidos de la educación por el sistema neoliberal, entre otras políticas y programas que implementa la Cuarta Transformación de México.

De tu infancia, de tus orígenes, también cuéntanos.

Nací en el hospital Gonzalo Castañeda de Tlatelolco, por ello siempre le he tenido gran amor a la ciudad gemela de Tenochtitlán y tuve la dicha de ser Director Territorial de esa zona, cuya subdelegación Tlatelolco fue la primera de la capital. Una vez dada de alta mi mamá, mis papás me llevaron a la colonia Moctezuma en las faldas del cerro del Peñón, donde he vivido distintas épocas de mi vida, salvo algunos periodos que habité principalmente en la Candelaria de los Patos, lugar que tiene su gran historia como parte del cuadrante de La Soledad, descrito por José Revueltas; y otros lapsos en Monterrey, Nuevo León, donde me une un hilo simbólico, que es el amor por el equipo de futbol, Tigres, surgido en esos años de infancia. Además, tuve la fortuna de contribuir con mi granito de arena al triunfo del pueblo organizado en 2018, con tareas concretas de defensa del voto en Nuevo León, donde con un equipo voluntario recorrimos desde China, Ramones, Terán, Cerralvo, Pesquería, Apodaca, entre otros, hasta la zona metropolitana, para lograr tener representantes de casilla donde históricamente la izquierda nunca había tenido.

Mi papá actualmente es Doctor en historia, investigador del INAH, ha publicado diferentes libros, como Sexo y confesión: la Iglesia y la penitencia en los siglos XVIII y XIX en la Nueva España, y Misioneros del desierto: estructura, organización y vida cotidiana de los Colegios Apostólicos de Propaganda Fide de la Nueva España, siglo XVIII; entre otros pues es un estudioso de la historia de las mentalidades en la época novohispana, pero él se hizo solo, trabajó como obrero en Industrias Mabe, también como repartidor en una farmacia, etc., el costeó sus estudios en el seno de una familia humilde, mi mamá es contadora publica, pintaba figuritas de los juguetes Exin cuando yo era niño, ha sido una gran dirigente social en Venustiano Carranza, pero sobre todo ambos han sido extraordinarios padres. 

Gracias a ellos tuve una infancia feliz, mis orígenes y el desempeño en mi vida evidentemente no están exentos de errores como todo ser humano; tengo un gran gusto por el rock nacional y el futbol, me gusta tomarme una cerveza en el estadio o en algún concierto, creo en una izquierda que respete las libertades y sea libertaria; te puedes equivocar, pero lo importante es reconocer los errores y evolucionar. 

No creo que en la doble moral de quienes se quieren hacer pasar por santos y en realidad obedecen a una mentalidad clasista, machista o racista Lo cierto es que en términos de la vida pública nuestra brújula es la idea de que “por el bien de todos, primero los pobres”, en todos los actos políticos tratamos de conducirnos bajo ese postulado.

Gracias a las enseñanzas y amor de mis padres trato de ser buen padre de mis dos hijas, quienes luché porque vivan conmigo. La paternidad responsable es un reto de todos los días, no es sencillo, pero implica no solo brindar lo material, sino amor, valores, hábitos. La educación para la vida y la cultura de la no violencia que debemos inculcar ante un mundo tan complejo.

Acerca de tu trayectoria profesional.

Cuando terminé la secundaria, No. 40, Don Melchor Ocampo, mis papás me quisieron inscribir en una prepa particular medio patito; yo no quise pues la consideraba fresa, e hice mi examen para el CCH de la UNAM, así cursé el bachillerato en el CCH Vallejo, después entré a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAN, ahí estudié en el Colegio de Historia, con grandes maestros como Ignacio Sosa, María Alba Pastor, Ricardo Gamboa, Josefina MacGregor, Ernesto Schettino, Alberto Betancourt, Margarita Carbó, Enrique Dussel, entre otros, es arbitrario no mencionar a todos, pero a cada  profesor de mi generación les guardo el gran aprecio de haber contribuido a mi formación.

Participé en el movimiento para mantener la gratuidad en la UNAM de 1999 a 2000, en ese entonces era Consejero Técnico electo por los alumnos del Colegio de Historia, también fui representante de mi facultad ante el Consejo General de Huelga o CGH; al terminar la huelga, dos años después, fui electo por mi comunidad como Consejero Universitario alumno de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. En el Consejo Universitario realizamos varias propuestas, que fueron retomadas por el Rector Juan Ramón de la Fuente, quien rompió con los moldes de los rectores de los regímenes priistas y mostró sensibilidad hacia los estudiantes. En alguna sesión aledaña al 2 de octubre, a petición nuestra, De la Fuente aceptó por primera vez, en una sesión del Consejo, recordar a los caídos del 68 y guardar un minuto de silencio que terminó en aplausos.

La formación también se dio en los colectivos estudiantiles en los que participé en la época como, Historia en movimiento, Dialéctica y Praxis, pasábamos horas completas discutiendo posiciones y acciones a seguir en el movimiento estudiantil. Organizamos las semanas culturales del Colegio de Historia, invitamos a Paco Ignacio Taibo, Enrique Semo, Luis Javier Garrido, Adolfo Gilly, Miguel Ángel Granados Chapa, entre otros, y logramos hacer conciertos en el auditorio Che Guevara, con grupos como Real de Catorce y todos los rupestres, Arturo Meza, Rafael Catana, Armando Rosas, en un gran homenaje a Rockdrigo González. En alguna primavera invitamos a una tocada a los grupos surf en su apogeo, en el patio de la facultad estuvieron Las Ultrasónicas y Lost Acapulco. Es decir, el aprendizaje no solo se da en el aula, sino en gran medida en las iniciativas estudiantiles y culturales. En esa idea, para mí la historia tiene una función social.

¿Qué es ser de izquierda en nuestro país?

El obradorismo es la izquierda hoy en México, se expresa claramente en la obra de gobierno del presidente López Obrador y en algunas otras zonas de incidencia como las cámaras y desde los colectivos o individuos comprometidos con la transformación al interior de los partidos afines al movimiento. La izquierda es pedagogía histórica para el porvenir, pues vivimos tiempos donde se están construyendo las evidencias del cambio de régimen. La izquierda ayuda a que lo viejo acabe de morir y lo nuevo termine de nacer. 

Para ti, ¿Qué sentido tiene la militancia política?

Es una forma de vida, no es un tema de ubicación personal en una escalera de logros individuales, que son válidos y legítimos en su caso, pero más allá de eso la militancia es formar parte de un camino entre iguales, de una lucha por objetivos comunes, de transformación histórica, de un antes y un después en determinada sociedad. Andrés Manuel López Obrador tiene muy clara la historicidad en la militancia. 

Como se da tu participación en el proceso histórico de la 4ª transformación.

En enero de 1992 cuando era un adolescente, tuve la oportunidad de estar presente en la llegada del primer éxodo de Tabasco sobre avenida Zaragoza, precisamente donde está el monumento al General Ignacio Zaragoza, ahí se hizo una parada, y pude ver un mensaje breve de Andrés Manuel López Obrador; desde entonces hasta la fecha he participado en las diversas etapas, trincheras y expresiones del movimiento obradorista. 

En la etapa de AMLO como jefe de Gobierno, en 2003 después de concluir mis estudios, fui invitado a colaborar como Jefe de Unidad Departamental de Asuntos Políticos en el entonces GDF, desde ahí, yo fui aprendiendo y tendiendo nuevos retos, inicié como JUD, luego subdirector, y con los años, Director de Área y Director General, en distintas áreas de las administraciones democráticas de la Ciudad, en los ámbitos del desarrollo social, la evaluación de la política social, la educación y la gestión urbana, principalmente, durante unos 18 años de experiencia en la administración pública.

Una gran experiencia fue el programa SaludArte, donde participamos en su diseño e implementación, y en dirigirlo. Fui el responsable, por ejemplo, de la aplicación de aproximadamente 100 millones de pesos destinados a ese programa en 2015, que mostraron evidencias precisamente de la necesidad de la educación en nutrición, y de la alimentación nutritiva y saludable para los niños, como camino para la prevención de enfermedades crónico degenerativas, que han edificado nuestra lamentable vulnerabilidad ante pandemias.

El Instituto Nacional de Salud Pública reconoció en una evaluación externa, los avances de SaludArte para reducir la obesidad infantil. Sin embargo, fui víctima de represalias por mi condición de promover la fundación de Morena en aquel 2015, no se respetaron mis derechos políticos por parte del gobierno de Mancera, me plantearon “o renuncias a tu militancia o tienes que dejar el cargo de director general”, esto era algo que no tenía nada que ver con mi labor profesional en un programa que era claramente exitoso y evaluado; entonces opté por mi militancia y renuncié al cargo de director general. No iba a claudicar en mis convicciones por un cargo, y lamentablemente después el programa fue desmantelado en su idea original. SaludArte puso el dedo en la llaga: los cambios de hábitos alimenticios, de sano esparcimiento, de acceso al arte y la cultura, del derecho a la alimentación, de todos los factores que rodean el proceso educativo, como una serie de condiciones para realmente prevenir la violencia, las adicciones, la obesidad, las deficiencias en los procesos de aprendizaje, entre otros temas.

¿Qué sentido tiene la formación política en este proyecto de transformación?

La historia nos ha enseñado que no bastan los liderazgos sociales para consolidar cualquier proceso de transformación, puesto que es necesario que sean todos los militantes quienes se apropien y den sentido cotidiano a los proyectos políticos. En América Latina existe la tendencia a explicar los ciclos de lucha y avances de la izquierda política, por la sola acción de un dirigente carismático; esta versión simplificada suele ser replicada por la derecha que desdeña a estos personajes calificándolos como caudillos, o ahora abiertamente despreciándolos como “mesías”.

En el fondo, esta explicación solo reproduce la ideología conservadora que estigmatiza a los pueblos como plebe o masa para ser manipulada. Pero cualquier ejemplo que tomemos en esa misma historia, cualquier biografía de estos dirigentes políticos que impulsaron un cambio radical en la sociedad de su tiempo, será el ejemplo de personas concretas que supieron leer sus circunstancias y ser intérpretes de los anhelos de las grandes mayorías. Ningún proceso de transformación se puede hacer de espalda al pueblo y su potencial está en la posibilidad real de incorporar a las mayorías populares, esa es una lección que nuestro presidente ha sacado de la historia. 

Por esto la formación política no puede ser un proceso unidireccional, que repita el modelo bancario de las escuelas, como tampoco se trata de solo una capacitación técnica o en ciertas competencias de acuerdo al modelo de las empresas; sino de asumir la tarea de hacer más grande un proyecto desde las preocupaciones y necesidades de personas concretas.

En distintas circunstancias y bajo diferentes apremios hemos impulsado círculos de estudio, como los que ahora se necesitan consolidar para escuchar y replicar cuales son los motivos que nos convocan a cada uno a luchar. Siempre hay temáticas para poder desarrollar bajo esta perspectiva de formación permanente: la literatura, la música, la ecología, la historia, etc. pero la llegada de la pandemia a todos nos obligó a reinventar los modos en que nos veníamos formando. Así fue como en el último año se consolidó el proyecto editorial La Visión de los Vencidos, como periódico en línea para compartir la lectura del contexto político y social que hacemos con varios camaradas, no solo de las noticias diarias, sino de la coyuntura histórica que se está abriendo con el triunfo electoral de Andrés Manuel, apelando al gran legado cultural que tenemos como colectividad, como el mismo lo hace. Se trata de recuperar, la memoria de aquellos que lucharon como guían para actuar en el presente.

¿Qué mensaje nos compartes para el 2021?

El 2020 ha sido un año que ha puesto a prueba a toda la humanidad, una pandemia ha mostrado la necesidad de reorganizar nuestro sistema mundial desde otras lógicas. La naturaleza es nuestra casa y debemos cuidarla. Mi solidaridad verdadera con quienes perdieron algún ser querido o amigo, y con quienes padecieron la enfermedad. El momento del año 2021 exigirá precisamente de mucha militancia por la vida, la voluntad de vivir debe ser el espíritu de las acciones económicas, culturales, sociales, políticas. La pandemia nos manda un mensaje: o todos sacamos adelante nuestro mundo, o nadie tendrá garantías de subsistir por más poder y dinero que tenga. 

(*) René González, es articulista de Reporte32MX

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