Por: Jhad

No vemos a los demás como son, sino como somos nosotros”, Emmanuel Kant

Ricardo Monreal Ávila es un político muy hábil, inteligente y demasiado práctico. Ha vivido del presupuesto 34 años continuos, saltando de un puesto popular a otro, desde que inició su carrera en el año de 1985, como primer regidor y secretario del ayuntamiento de Fresnillo en Zacatecas, postulado por el PRI, hasta ahora, donde ocupa la poderosa coordinación de senadores del Movimiento Regeneración Nacional.

Astuto tejedor de acuerdos en lo visible y también en lo oscurito, Monreal es un eficiente operador político. Dueño de un historial envuelto en la polémica y en el escándalo, el zacatecano se ha sabido mover como pez en el agua en las redes del poder.

Su actual trabajo es prueba fehaciente de esa habilidad adquirida a lo largo de tantos años en el servicio público. En el senado, ha sorteado con éxito diversos escenarios que presagiaban rotundos fracasos. Su destreza para la negociación es admirada por amigos y enemigos. Esa es una de sus principales virtudes.

Devoto del Santo Niño de Atocha, Monreal ha salido avante de las constantes pruebas ofrecidas por sus opositores en las que lo señalan como un hombre oscuro. “Son maniobras para desprestigiarme”, señala cada vez que su nombre aparece en los medios de comunicación.

Dentro de esos claroscuros, destaca que, desde su llegada a la coordinación de la bancada de Morena en el Senado, Monreal le ha declarado la guerra al poder judicial al afirmar que existe una red de nepotismo y corrupción en ese organismo y es necesario terminar con esos abusos.

 “Hay circuitos de justicia que se han convertido en redes institucionales de corrupción, de nepotismo, de dictados a modo, de soluciones a modo. Se olvidaron de ser tocados”, dijo en referencia a la cruzada que él emprende.

En ese sentido, la intención por quitar esos privilegios es muy loable por parte de Monreal Ávila. Es una de las premisas para terminar con la corrupción que sostiene el gobierno de la cuarta transformación que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador.

La propuesta está sobre la mesa, en espera de que sea aprobada y de ser positiva, el logro del zacatecano atraerá múltiples reconocimientos.

Sin embargo, un nuevo escándalo sacude la tranquilidad del experimentado Ricardo Monreal y aunque sostiene que eso es un asunto menor, las pruebas de que él también práctica el nepotismo parecen contundentes.

En días pasados, un video apareció en las redes sociales donde el propio Monreal presentaba a los ahí presentes como asesores de Morena en el Senado. Un detalle no pasó desapercibido por los internautas, quienes dieron cuenta que una chica de las que ahí aparecían, era ni más ni menos, la sobrina política de Ricardo.

De inmediato, las consultas sobre quién era Somalí Andrea Pérez Horowich se viralizaron y el asunto empezó a crecer como la espuma.

Se sabe que la chica de 25 años estudia en el ITAM y cobra 115,459.00 pesos netos mensuales, como jefa de la unidad de programación y evaluación del senado. Es hija de Juan Pérez Guardado, hermano de María de Jesús Pérez Guardado, esposa del coordinador de la bancada de MORENA en el senado.

Resulta extraño que el hombre que critica el nepotismo y la corrupción haya permitido esta jugada malévola. Es implacable contra el poder judicial y contra sus adversarios a quienes acusa y señala con acertada frecuencia.

La cruzada que realiza para terminar con esos flagelos sociales es merecedora de elogios, pero tiene dos caras. Por un lado, la crítica y por el otro las practica. Vaya contradicción.

En la psicología existe un término conocido como proyección, y es una de las prácticas más comunes de la mente humana y consiste en atribuir a otras personas los rasgos que tiene uno mismo como persona.

De acuerdo a este término, Monreal ve en otros lo que él lleva en su interior. Es decir, se proyecta. El nuevo escándalo de su sobrina lo coloca en el ojo del huracán.

Sus aspiraciones presidenciales pueden resultar afectadas y su cargo en el senado le restará credibilidad y cierto poder. La coherencia en él, en este caso, brilla por su ausencia. Sus múltiples habilidades están nuevamente a prueba.

Es posible que de nuevo salga airoso, pero nadie podrá negar que las acciones que realiza día con día, nos lleven a revisar el extraño perfil del senador y dejar de pensar que su natural comportamiento, es simplemente la proyección psicológica de Monreal.

 

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