Húmeda la tierra y frescos los recuerdos; ¿Qué es lo que tanto se busca y pocas veces se aprecia?

Silencio al alba, meditación a mediodía y reflexión al caer la noche.  De testigo, están muchas veces los pájaros, porque la humanidad ya está en otra especie de “prioridades”, que lejos de serlo se encuentran cada vez más.

Los teléfonos celulares no dejan de timbrar todo el día, se contestan llamadas, se mandan mensajes “instantáneos” y la convivencia humana se vuelve cada día más “virtual”.

Los niños ya no juegan a ras de tierra, más bien tienen ahora una comunión cercana de sus dedos y la pantalla del teléfono “inteligente” de mamá o papá y, cada vez más frecuente, en el propio.

Cómo se extraña esa sensación por esperar esa llamada ansiada en casa, y que malacostumbra una cara feliz en un dispositivo móvil nos cambia radicalmente el talante.

Pero ahora bien, y sería poco congruente por donde está escrito esto, las redes sociales de Internet nos acercan si las sabemos aprovechar de manera sensata y no dependiente a cada instante.

La sensación de recibir correspondencia es ahora relevada por un sonido o una imagen en un dispositivo, pero ojalá y nunca se pierda la imaginación por todo lo que leemos y nos transporte al origen o al contexto en donde fueron creadas las letras que nuestros sentidos se centran en entender.

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