Este tercer domingo de junio, en México celebramos el día del padre. En esta ocasión ya pudimos hacerlo en familia. En dos años no fue posible llevarlo a cabo. La pandemia lo impidió. Hoy, aunque esa porquería aún no termina, la mayoría de la gente, lo pudo realizar con las medidas sanitarias correspondientes.
En mi casa, nos reunimos para festejarlo y como siempre fue una experiencia formidable y llena de amor. Tengo la dicha de tenerlo y cada día me siento muy orgullosa de él.
Durante el festejo, me permití decirle a mi papá muchas de las cosas que le agradezco y fui muy enfática en comentarle que su presencia ha sido fundamental para hacerme una persona de bien en la vida.
Aprovechando la celebración, le dediqué unas líneas que me parecieron maravillosas y aunque no son de mi inspiración, me permití leérselas para hacerlo sentir más alegre.
Es un poema de una periodista estadounidense llamada Esther Pauline Friedman, cuyo seudónimo era Ann Landers, quien fue una destacada columnista que marcó una línea editorial muy particular en el gusto del público norteamericano entre las décadas de los ochenta y noventa.
Su nombre es: Cuando yo tenía, e inicia así:
- 4 años: Mi papá puede hacer de todo.
- 5 años: Mi papá sabe un montón.
- 6 años: Mi papá es más inteligente que el tuyo.
- 8 años: Mi papá no sabe exactamente todo.
- 10 años: En la época en que mi papá creció, las cosas seguramente eran distintas.
- 12 años: Oh, bueno, claro, mi padre no sabe nada de eso. Es demasiado viejo para recordar su infancia.
- 14 años: No le hagas caso a mi viejo. ¡Es tan anticuado!
- 21 años: ¿Él? Por favor, está fuera de onda, sin recuperación posible.
- 25 años: Papá sabe un poco de eso, pero no puede ser de otra manera, puesto que ya tiene sus años.
- 30 años: No voy a hacer nada hasta no hablar con papá.
- 40 años: Me pregunto cómo habría manejado esto papá. Era inteligente y tenía un mundo de experiencia.
- 50 años: Daría cualquier cosa por que papá estuviera aquí para poder hablar esto con él. Lástima que no valoré lo inteligente que era. Podría haber aprendido mucho de él.
Se imaginarán las lágrimas que le salieron cuando terminé de leérselo. Lo único que se me ocurrió fue abrazarlo y besarlo. Él, por supuesto que me apretó y besó mi mejilla. Después mis hermanos, sus nietos y mi mamá hicieron lo mismo.
Una vez terminado el abrazo, me quedé pensando en todas las cosas bellas que me ha dado mi padre. Desde el gusto por la música, la seguridad al manejar, el aprender a defenderme con tres movimientos de cadera y una combinación de jab, gancho y cruzado, una lección de boxeo que mis hermanos sufrieron cuando me hacían enojar, y que me dio mucha seguridad en la escuela.
Además, me enseñó a pensar con el cerebro y no con el corazón. Me dio muchos libros para leer, me formó con disciplina y carácter -aunque aquí me caía muy mal porque no me gustaba ser disciplinada-, pero pasado algún tiempo lo entendí.
Me encanta como trata a mi mamá y tuve la fortuna de ver que también fue un amor con mi abuela y con mi abuelo. Con sus hermanos es un hombre cariñoso y solidario.
Pareciera que mi papá fuera perfecto, pero también hubo cosas que no me gustaron, sobre todo en mi adolescencia. Algunas veces se echó sus cervezas y no era muy agradable verlo, y menos escucharlo porque gritaba y hablaba de más.
Hoy lo entiendo y la acepto por todo lo que es y por todo lo que me ha dado. Mi único compromiso que tengo con él, es amarlo hasta el fin de nuestros días. Una nunca sabe cuándo será el tiempo de decir adiós. Por eso, cada día que puedo lo disfruto, lo admiro y lo honro.
Soy la Prado más orgullosa que existe en el mundo. Por que mi papá me enseñó a conquistar el mundo, sin miedo, sin barreras y con la certeza de que él siempre estará a mi lado. En todo tiempo y en todo espacio.
Espero que mis queridos lectores de Reporte32mx hayan tenido un gran día del padre. Un abrazo a los papás que ya no están, a los que siguen con nosotros y a los que próximamente serán padres. Reciban un fuerte abrazo. Nos vemos la próxima semana…