Desde el lunes 8 de abril el ya desaforado Andrés Manuel López Obrador permaneció en su casa de Copilco, en la calle de Odontología, a unos metros de la barda perimetral de Ciudad Universitaria.
López Obrador desde su forzada visita al lado de Cuauhtémoc Cárdenas durante las campañas electorales del año 2000, a la explanada de Rectoría de la UNAM (que fue realizada en un contexto muy adverso por el desencuentro del CGH con la cúpula del PRD durante la huelga de 1999-2000), mantuvo la postura de no vincular al movimiento estudiantil con su propia lucha, y siempre aseveró que habría que respetar la autonomía de los movimientos sociales. No obstante, era creciente la simpatía de los sectores politizados de la UNAM con el tabasqueño, máxime que recorría América Latina una ola de expresiones progresistas que arribaban al poder de manera pacífica proponiendo alternativas al neoliberalismo, y en México AMLO significaba esa nueva corriente liberadora.
Por su postura de afirmar que nunca se debía reprimir a los estudiantes y era preferible perder elecciones que perder el sentido de las luchas porvenir, AMLO era respetado por la mayor parte de los núcleos organizados de estudiantes, académicos y trabajadores de la UNAM. Por ello, fueron los universitarios una fuente de solidaridad y calidez durante su forzada estancia en su departamento, y en tiempos dónde todo podía suceder, en aquellas semanas difíciles del 8 al 25 de abril.
La raza universitaria se organizó para vigilar discretamente el hogar de AMLO, y mantener un cerco pacífico, así como acompañarlo en las ruedas de prensa que daba en el parque cercano a su domicilio, donde una nube de reporteros asistía para saber sus impresiones del faccioso proceso legal.
Don Nico, el famoso Nicolás Mollinedo departía en un local improvisado frente el edificio de AMLO, sentado en una mesita comentaba tareas a chavos voluntarios de la UNAM para ayudar a que los fotógrafos no pisaran a la gente o a los curiosos cuando el depuesto gobernante caminaba hacia el parque.
Pero no solo eso, desde los primeros días de marzo, estudiantes, trabajadores y académicos de la UNAM conformaron el Comité Universitario contra el desafuero de López Obrador. Enrique Dussel por los maestros y Adrián Pedrozo por los trabajadores del STUNAM fueron pieza clave en este esfuerzo.
El 4 de marzo en el Aula Magna se realizó el primer acto contra el desafuero de AMLO. Ahí, se dio “un llamado a consolidar la red de apoyo popular contra el desafuero del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, para establecer formas de organización ciudadana “creativas, permanentes y cohesionadas”, ante el embate “agresivo y beligerante” de la derecha, estudiantes, académicos y sindicalistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) manifestaron su rechazo a un proceso “político que sólo responde a intereses y estrategias de los grupos en el poder”. (La Jornada).
Continua la reseña de Laura Poy:
“En el encuentro, Jaime Avilés, columnista de La Jornada, señaló que en un contexto en el que la ciudad se encuentra sumida en un proceso de reflexión, se deben integrar metas más ambiciosas que permitan que la ciudadanía formule sus propios programas de gobierno.
“Hay una reacción ciudadana que los grupos de ultraderecha “no esperaban”, aseguró, y señaló que este esfuerzo colectivo no debe estar limitado sólo a la lucha contra el desafuero, sino a la construcción de un nuevo proyecto de nación, con metas más largas y ambiciosas.
“Por su parte, Enrique Dussel, filósofo y catedrático de la UNAM, afirmó que aprobar el desafuero de López Obrador llevaría a una “grave crisis de todos los poderes, pues sería evidente que no interesa cumplir con la ley ni con las instituciones que dicen defender”. Agregó que es “inmoral” que por una estrategia partidista se intente realizar un juicio político “apartado de la ley y la justicia”.
Posteriormente, en su columna Desfiladero, Jaime Avilés reseñó este acto, pues fue multitudinario y significó un nuevo momento de organización después de la vacuna generada por la larga huelga de cinco años atrás; el atentado contra la democracia emprendido por Fox volvía a poner de pie a la clase pensante:
“Es tan grande la insatisfacción material de los mexicanos -el dinero no alcanza, trabajo no hay para todos, las cosas suben cada 30 días, el hambre afecta a seis de cada 10 compatriotas- y tan profundo el vacío espiritual, que la gente ha descubierto en la lucha contra el desafuero pretexto y motivos para pasarla bien de otro modo, conociendo a otras personas, haciendo nuevas amistades, compartiendo preocupaciones y alimentando, por cursi que esto suene, una misma esperanza. Juntarse los sábados a pintar mantas, hablar de política ciudadana y planear acciones de protesta civil y pacífica, no sólo es barato y entretenido, sino que ayuda a mejorar el presente y embellecer el futuro.
“El movimiento sigue extendiéndose. Ayer, durante la mesa redonda en Filosofía y Letras, se anunció la creación del Comité Universitario Contra el Desafuero, al que van a sumarse estudiantes, trabajadores y maestros de todas las es-cuelas de la UNAM, en una asamblea popular que se efectuará el viernes próximo a las 12 del día en las famosas “islas” del campus.”
El 11 de marzo con una charla que a pleno sol dio el Dr. Enrique Dussel al pie de la Biblioteca Central. Ya se presentía lo que vendría en los primeros días de abril.
La Jornada relató:
“Estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) constituyeron el Comité Universitario contra el Desafuero de Andrés Manuel López Obrador, cuyo objetivo es “potenciar la lucha plural, pacífica y civil en cada aula, recinto, plantel o dependencia universitarias” contra lo que consideraron un “golpe de Estado preventivo que violentaría la vida política del país y nuestra incipiente democracia”.
“Reunidos en la explanada de Ciudad Universitaria, frente a la Biblioteca Central, donde colocaron un gran listón tricolor, alumnos de las facultades de Ciencias Políticas, Psicología, Arquitectura, Filosofía y Letras e integrantes del comité promotor señalaron que el desafuero del jefe de Gobierno del Distrito Federal es una “decisión política disfrazada de proceso judicial, en la que se ha hecho uso faccioso del aparato del Estado”, por lo que llamaron a la comunidad universitaria a actuar con responsabilidad y a no descartar que el gobierno federal “quiera llevar los acontecimientos a un escenario de violencia y confrontación social”.
“En su declaración constitutiva afirman que la iniciativa “no auspiciará grupos con antecedentes porriles, pues nos reconocemos en la tradición e historia del movimiento democrático, en el que participamos de forma voluntaria y pacífica, por lo que no daremos paso a la provocación montada desde Gobernación”.
El Comité Universitario realizó pintas, periódicos murales, carteles, repartió trípticos sobre las implicaciones en la vida democrática del desafuero, convocó a encuentros contra el desafuero con participación de académicos, puso con velas en la explanada “no al desafuero”, e incluso realizó un ayuno de estudiantes en la entrada de la Torre de Rectoría, todo ello en el mes de marzo, y después, ya con el anunció del 7 de abril se sumó a las acciones de la dirección de la resistencia anunciada por AMLO con Martí Batres quien coordinó las movilizaciones en la capital.
Por ello, cuando AMLO permaneció en su casa bajo la amenaza de ser detenido, los universitarios dieron cobijo y animaron la lucha. Con goyas y su habitual energía acudieron a una reunión con la escritora Elena Poniatowska, José Agustín Pinchetti y Martí Batres para sumarse a la resistencia.
Un gran moño tricolor fue desplegado con todos los cuidados para preservar el patrimonio en el fascinante e icónico mural Representación Histórica de la Cultura, que realizó el artista mexicano Juan O’ Gorman.
*Este texto forma parte de un trabajo más amplio que se denomina: Los años de la resistencia, que será publicado en esta columna por entregas.