Redacción
Los entrenadores personales o personal trainers pueden ayudar a las personas a aumentar su fuerza y su estado físico. Ahora bien, ¿podría un “entrenador cerebral” ser igual de útil en la prevención de la enfermedad de Alzheimer?, se preguntaron los investigadores de la Universidad de California, en San Francisco (UCSF).
Un nuevo estudio sugiere que los cambios personalizados en la salud y el estilo de vida pueden retrasar o incluso prevenir la pérdida de memoria en los adultos mayores con alto riesgo de Alzheimer o demencia. Las personas que recibieron entrenamiento personal experimentaron un aumento del 74% en sus pruebas de cognición y memoria en comparación con las que no recibieron dicha atención.
“Esta es la primera intervención personalizada, que se enfoca en múltiples áreas de la cognición, en la que los objetivos de los factores de riesgo se basan en el perfil de riesgo, las preferencias y las prioridades de un participante, lo que creemos que podría ser más efectivo que un enfoque único para todos”, señaló la investigadora colíder, la doctora Kristine Yaffe, vicepresidenta de investigación en psiquiatría de la Universidad de California, en San Francisco (UCSF).
Para el estudio, los investigadores reclutaron a 172 participantes y asignaron a la mitad para recibir entrenamiento personal en áreas de salud y estilo de vida que se cree que aumentan el riesgo de Alzheimer.
Los participantes tenían entre 70 y 89 años de edad, y todos tenían al menos dos de ocho factores de riesgo de demencia: inactividad física, hipertensión, diabetes no controlada, dormir mal, uso de medicamentos recetados asociados con el riesgo de deterioro cognitivo, síntomas depresivos altos, aislamiento social y tabaquismo.
Los pacientes se reunieron con una enfermera y un asesor de salud y seleccionaron los factores de riesgo específicos que querían abordar. Establecieron metas personales como aumentar su número de pasos diarios o hacer un seguimiento de su presión arterial alta, y recibieron sesiones de entrenamiento cada pocos meses para revisar su progreso.
Junto con el aumento en las puntuaciones cognitivas, los participantes también experimentaron una mejora del 145% en sus factores de riesgo en comparación con los que no recibieron entrenamiento, así como una mejora del 8% en su calidad de vida.
Las reuniones comenzaron en persona y cambiaron a llamadas telefónicas durante la pandemia, pero eso no pareció afectar la efectividad del coaching.
“Nos sorprendió gratamente que los resultados positivos del ensayo no se vieran contrarrestados por el impacto de la pandemia”, señaló el investigador colíder, el doctor Eric Larson, profesor de medicina de la Universidad de Washington.
“Sabemos que el aislamiento del distanciamiento social tuvo un alto costo en la cognición, la vida de relación y la salud mental y física de algunos adultos mayores”, añadió Larson. “Pero a los participantes del grupo de intervención les fue mejor cognitivamente y tuvieron menos factores de riesgo después del ensayo, durante la pandemia, que antes”.
Esos programas de reducción del riesgo son mucho menos costosos que los nuevos y caros medicamentos para el Alzheimer, como Aduhelm y Leqembi, dijo Yaffe. Tampoco tienen criterios de elegibilidad estrictos y no requieren un monitoreo exhaustivo de posibles efectos secundarios como hemorragia cerebral.
“Esperemos que en el futuro, el tratamiento del Alzheimer y las demencias relacionadas sea como la gestión de la enfermedad cardiovascular, con una combinación de reducción del riesgo y medicamentos específicos dirigidos a los mecanismos de la enfermedad”, planteó Yaffe en un comunicado de prensa de la UCSF.
El estudio aparece en la edición del 27 de noviembre de la revista JAMA Internal Medicine.
Más información: La Alzheimer’s Association ofrece más información sobre los factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer.