Hemos recordado recientemente el 1° de julio de 2018, son dos años de la victoria del pueblo, pero hay que tener presente y reflexionar que el 6 de julio de 1988 hace 32 años también ganamos la presidencia de la República, con la gran insurgencia ciudadana que derrotó electoralmente al PRI. Aunque se impuso el fraude electoral a favor de Carlos Salinas, en las urnas el pueblo votó y Cárdenas ganó.

La gran lección de aquella época es que después del 6 de julio de 1988 se cayó en la parálisis y el marasmo -desde el naciente movimiento democrático-, algunos dirigentes del entonces Frente Democrático Nacional fueron cooptados, otros claudicaron, y lamentablemente decenas de militantes fueron reprimidos.

En general prevaleció la idea que la gran votación que tuvo la izquierda en aquel proceso de 1988 en automático y mecánicamente se iba a repetir en las elecciones intermedias de 1991 -como si la realidad no fuera dinámica-, pero no fue así, porque la pura inercia no mantiene el movimiento. El resultado fue una derrota estrepitosa y se regresó al promedio de votación que tenía la izquierda en los años setenta.

Evidentemente no se puede caer en el anacronismo ni las comparaciones de ambos períodos, las condiciones generales hoy son distintas; pero las elecciones intermedias tienen sus propias características, la participación históricamente es más baja, aumenta el abstencionismo, por ende los aparatos partidistas pesan más. La inmovilidad deviene en inanición.

Tenemos muy claro que “el cártel de gobernadores golpistas” va a pretender operar electoralmente en los estados que gobierna (Jalisco, Nuevo León, Michoacán, entre otros), para buscar mantener a toda costa el poder; en otros casos la BOA va a priorizar distritos electorales concretos e implementar alianzas abiertas o “de facto” para ser un dique en la Cámara de Diputados a las reformas de la 4ª T. Además, a diferencia de 2018 Andrés Manuel López Obrador no estará en la boleta electoral, no habrá un motor o paraguas que empuje el resto de las candidaturas.

En el camino a la 4ª Transformación de México, tenemos que distinguir entre los ámbitos del gobierno federal, del partido y del movimiento. Los tres factores son el fundamento para que la locomotora siga adelante.

Hay cambios notables en 18 meses del nuevo gobierno, se combate la corrupción y la impunidad, se gobierna con austeridad republicana y se mejora la recaudación fiscal; la política social para abatir la desigualdad avanza desde la Pensión Universal para Adultos Mayores, la Pensión Universal para Personas con Discapacidad y el programa Jóvenes Construyendo el Futuro; la política educativa ahora se funda en programas masivos de becas, el programa La Escuela Es Nuestra y el desarrollo de 100 nuevas universidades públicas; el campo se rescata con el programa Sembrando Vidas; la pandemia del Covid-19 se afronta con un equipo técnico y científico. En síntesis, el gobierno va en su riel. Nosotros, el movimiento, debemos ir en el nuestro.

A dos años del triunfo constitucional, pacífico, legítimo y legal del pueblo organizado la historia convoca a nuestro movimiento de mujeres y hombres libres a seguir luchando con alegría, imaginación y firmeza contra los poderes fácticos y los añejos problemas nacionales. Han sido décadas de lucha y generaciones de resistencia para construir nuestra aspiración colectiva de lograr un Estado de Bienestar para todos.

Expresamos nuestro reconocimiento total a quienes tocaron puertas casa por casa, con sus propios medios, en muchos lugares del país donde realmente no había ni estructura ni tradición partidaria, a ellos, los de los lugares más apartados y siempre marginados, les debemos en lo sustancial este giro en la vida pública nacional.

Compartimos fraternamente 5 puntos para reflexionar y comentar en el panorama actual.

  1. Unidad del movimiento en su sentido más amplio, plural, cívico, social con el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Convocamos a cerrar filas con nuestro Presidente de México y dirigente. Saludamos, reconocemos y valoramos a todos nuestros compañeros militantes, simpatizantes, cuadros políticos, dirigentes partidistas, representantes populares, líderes sociales, formadores de opinión y servidores públicos, todos son necesarios y hacen falta para consolidar la 4ª transformación de México. Es tiempo de definiciones sin titubeos ni medias tintas.

  1. La legítima defensa de la 4ª transformación de México.

En un contexto de campañas de odio y desinformación propagadas por voceros y medios de comunicación identificados con el conservadurismo, que han actuado siempre a cambio de prebendas e intereses facciosos, hoy es tarea cotidiana evidenciar las noticias falsas o fakenews y advertir que la infodemia hace tanto daño como la pandemia. Es legítimo defender pacíficamente en los terrenos de la razón y la verdad el proceso histórico que observa nuestro país.

  1. Juicio a Felipe Calderón.

No debe haber impunidad, no es venganza es justicia por los crímenes de lesa humanidad que cometió durante su sexenio. Una labor esencial en la etapa porvenir es insistir ante las instancias correspondientes que este personaje debe someterse al debido proceso, y responder sobre las complicidades de su gobierno y colaboradores cercanos con el crimen.

  1. Nueva Normalidad solo con el pueblo organizado.

Ante la pandemia, lo más importante es la recuperación de la economía familiar a partir de la acción de gobierno. Es necesario concientizar que la austeridad republicana, el combate a la corrupción y la política social se han centrado en construir condiciones para atender a los sectores tradicionalmente olvidados. Por el bien de todos, primero los pobres.

  1. Coordinación de esfuerzos en apoyo a la 4ª T.

Las diversas voces deben establecer instancias mínimas de coordinación desde el movimiento para priorizar la defensa del cambio social.

Los obradoristas de base hemos estado a dos fuegos. Entre oportunistas y advenedizos que se sacaron la lotería sin comprar boleto y ni siquiera se ponen la camiseta del proyecto, sin generalizar pero algunos personajes cometen imprudencias, traiciones y desaciertos, navegan con la brújula perdida sin comprometerse con el movimiento que los llevó al poder. Y enfrente el sector extremista y golpista de una derecha retrograda que se niega a reconocer su derrota histórica y moral, que todos los días calumnia y ensaya el golpe blando.

La alianza de Morena debe ser con el movimiento, la alianza de Morena debe restablecer el acompañamiento de comités de base y círculos de estudios que por sus propios medios sostienen la 4ª T en pueblos, colonias, unidades habitacionales, barrios, escuelas, centros de trabajo, en el campo y la ciudad. La alianza de Morena debe ser con el pueblo.

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