A principios de este mes, Samuel García, advertía sobre una posible división en su partido si le ofrecían la candidatura presidencial a un candidato externo. Esto era, por lo menos ridículo, si conocemos el control absoluto que ejerce Dante Delgado sobre esta pequeña institución política. Delgado es más que su gerente general, su dueño. 

Sin embargo, hemos tenido que vivir un pequeño “proceso democrático” que iniciara formalmente con una declaración del capataz, qué, sin cuidar las formas, descalificando a otros potenciales aspirantes, confirmaba que ya contaba con sus finalistas: Samuel, como interno, y Marcelo, en una circunstancia de externo, aunque siempre estuvo ahí…

Para crear una tibia polémica, y algo de “reflectores”, los “precandidatos” fueron “lanzados al ruedo” armando espectáculos tan burdos que no conmovieron a nadie que se preciara de racional. 

Ebrard, siempre supo, que en Morena estaba perdido. El partido-movimiento, no lo asumía como uno de los suyos. Era un respetable político profesional, qué a lo largo de su vida burocrática, no había mostrado destellos progresistas. Tampoco había coincidencias, ni afinidad alguna. Intentó lograr la candidatura directa con chantajes sutiles, pero para su infortunio no fue escuchado. Tenía que someterse a un conjunto de encuestas, al igual que el resto de los aspirantes, por “indigno” que pareciera. Siempre se opuso a ese método tratando de descarrilarlo con diversas objeciones y cambios en sus formas. Pero llegaría el momento ineludible. Su campaña sería un fracaso por indolencia manifiesta. Apostaba a que lo salvara la derecha en encuestas abiertas y “porosas”. Y así fue como logró consolidar un lejano segundo lugar que quiso potenciar con alegatos infantiles que nadie le creyó. Las encuestas, fueron las más vigiladas de la historia, y ya no le quedaría resquicio alguno, que le permitieran prosperar a sus caprichos. 

Fijó, este próximo 3 de noviembre, como fecha fatal para recibir una respuesta final de la CNHJ, que ya había recibido reiteradamente por parte de los presidentes del CEN, del Consejo Nacional de Morena, y del propio presidente de la república. El espacio de tiempo transcurrido ha sido para “placearse” sin mayores emociones, y pasearse, por un viejo mundo que le reclama.  

Al otro precandidato, con su pálido “perfil naranja”, tampoco le ha ido nada bien. Eligió un peligroso “show” para mostrarse como “contrincante” del candidato elegido. Mandó un documento defectuoso al Congreso de Nuevo León, solicitando una licencia por seis meses, a su “despreciable” puesto de Gobernador, que iniciaría el dos de diciembre, y terminaría el segundo día de junio de 2024. 

En su solicitud, incluía la recomendación de ratificar a su secretario de gobierno como suplente, pero, la mayoría prianista de ese Congreso, le dio 24 horas para que confirmara si el permiso era por 30 días o 180, a lo cual nunca contestó Samuel García. Le dieron la licencia por seis meses y rechazaron al sustituto propuesto, porque la Constitución de aquel estado establece que si la separación del cargo es menor a 30 días, basta que el gobernador informe de ello al Congreso y dejar a su encargado, pero si es mayor de 30 días, es esa legislatura quienes deberán designar al sucesor, como sucedió.

Los diputados de PRI y PAN locales, ni tardos, ni perezosos, designaron al Presidente del Tribunal del Estado (un exdiputado panista), quien de inmediato tomó protesta para empezar su mandato temporal el mismo día que surta efecto la licencia. 

Los mal pensados piensan, el prianismo, hará de inmediato una auditoría a modo que facilite su destitución y eventual condena. 

Quizá Samuel García todavía pueda desistirse en su licencia y recuperar el sueño perdido.

Siempre he compartido la postura de entender que Dante Delgado actúa con pragmatismo al ir solos en la contienda que les permitan superar el 5% que las encuestas les confieren. Es cierto, el PRI tiene un rechazo de la ciudadanía de un 80% y el PAN del 70% y no serían “socios” ideales. Pero tampoco pueden soñar con un crecimiento importante. Lo explico: Marcelo Ebrard, es un político que ha creado un historial básicamente por designaciones. En 1997 fue diputado local plurinominal por el PVEM. Después recibió posiciones en la jefatura de gobierno durante el mandato del actual presidente de la Republica. En 2006, compitió por esa jefatura al amparo de la enorme popularidad del candidato López Obrador, lo que insinúa, cualquiera hubiera ganado con aquel PRD y su fenómeno político electoral.

Es ahora, con Movimiento Ciudadano, que podrá demostrar si cuenta con el liderazgo, estructura y seguidores que dice tener. 

La competencia por los simpatizantes de la derecha mexicana será entre Marcelo Ebrard y Xóchitl Gálvez, (ahora rechazada por el prianismo tradicional). La izquierda, y el progresismo López Obradorista, ya tienen una candidata que les representa fielmente y consolida un voto duro e inamovible.

En congruencia con los números que presentan las encuestas, y se mantienen inalterables en sus promedios, podríamos especular con la distribución que tendrían en la llegada de Marcelo:

Hasta ahora, el Frente por México, “encabezado” por Xóchitl Gálvez. Cuenta con una intención de voto de alrededor del 25%.

Movimiento Ciudadano, sin candidato, oscila entre el 5 y 6%

Claudia Sheimbaum, con la alianza Morena-PT-PVEM,  promedia un 55% 

Expectativas:

  • Claudia Sheinbaum: (Morena 50%, PVEM 3%, PT 2%)= 55%
  • Xóchitl Gálvez:           (PAN 12%, PRI 8%, PRD 1%)        =  21%
  • Marcelo Ebrard:        (Movimiento Ciudadano )              =     9%

Muchos se preguntan ¿Qué ganarían Marcelo y MC con éste “trabajito, sabiendo que no tienen la menor posibilidad de ganar la presidencia de la República?

La respuesta es simple: Dante Delgado y su “empresa” obtendrían mayores prerrogativas (financiamiento público millonario) que habría de satisfacer, la única ilusión que les anima.

Marcelo Ebrard, por su parte, tendría la posibilidad de contar para sí mismo con una posición legislativa, asumir un futuro liderazgo consensado, negociar para su pequeño grupo cargos en el partido y candidaturas diversas que presumiblemente ya no tendrán en Morena.  

En el hipotético caso de que no prosperaran las negociaciones entre estos dos personajes, Marcelo tendría que esperar hasta el mes de enero de 2025 para iniciar un proceso que le llevara a crear un partido político, como lo hiciera con su mentor Manuel Camacho Solís en aquel fugaz “Partido de Centro Democrático”, que existiera brevemente de 1999 al 2000, y en las primeras elecciones perdiera su registro…

“La ambición de poder es una mala hierba que sólo crece en el solar abandonado de una mente vacía” (Ayn Rand)  

¿Qué gana Marcelo con este trabajito? Diputados, senadores, alcaldías, etc. algo que ya no le daría Morena.